viernes, 25 de septiembre de 2009

Entre el partido de Lomas y el Distrito Ezeiza

Muchos de nuestros vecinos registraron en sus documentos que habían nacido en el distrito de Lomas pese a haberlo hecho, por ejemplo, en Villa de Mayo. Este lugar se urbanizó a partir del loteo de quintas a principios del S XX, pero ya contaba con vecinos asentados permanentemente desde mucho tiempo antes que fuera aprobada la Traza del Pueblo, Colonia y Centro Manufacturero de Monte Grande. La iniciativa estableció el parcelamiento en quintas y chacras de lo que 20 años después será conocido como Villa de Mayo. Doña Teresa nació en la citada localidad, hoy Luís Guillón.
Francisco “Pancho” Barone, que había sido resero entre Buenos Aires y Rosario, se radicó en Ezeiza en 1913 y ello le permitió a su hija Teresa criarse en nuestra ciudad y concurrir incluso a la Escuela Nº 3, cuando se encontraba sobre lo que posteriormente sería la Ruta Nacional Nº 205. Mencionamos a quien fuera nuestra vecina y que viviera en Ezeiza toda su vida, porque nació en diciembre de 1912. Ello nos permite estimar que fue uno de los últimos registros asentados en el distrito lomense, antes de que las tierras del Cuartel XII de Lomas de Zamora, incluidos la actual Luís Guillón, pasaran a pertenecer al partido de E. Echeverría a partir del momento mismo de su creación, el 9 de abril de 1913.
Desde 1580, el territorio adyacente a “la ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires”, se hallaba bajo la autoridad de su cabildo. Ciudad, ejido y campaña conformaban la estructura que organizaba el territorio. A medida que las necesidades económicas- demográficas lo requirieron, la campaña inmediata a la ciudad debió reordenarse. A partir de 1777, creado el Virreinato del río de la Plata, se establecieron las Alcaldías de la Santa Hermanad y sus alcaldes, quienes fueron las primeras autoridades con que se dotó a los pagos.
Desde el comienzo se empezó a conocer algunos parajes con los nombres con que sus pobladores lo distinguían pero recién en 1784, la campaña se dividió en “grandes extensiones de límites imprecisos” denominados pagos. Los pagos de las “lomas de Zamora”, pertenecieron al partido y curato de la Magdalena, luego al de Quilmes, posteriormente al de Barracas al Sur, y finalmente al partido de Lomas de Zamora (05/09/1861). La nueva jurisdicción absorbió a partir del 24/02/1865, a casi todo el Cuartel V del Partido de Cañuelas. Sus pobladores se habían dirigido al gobierno solicitando que “se agregue a Lomas de Zamora la área comprendida entre el Río Matanza, el arroyo Jiménez y el límite de Cañuelas con San Vicente” (04/04/1862). De esta manera, la totalidad de la estancia “Los Remedios”, quedó integrada en el joven partido, cuyo nombre nos remite a Don Juan de Zamora. Este había adquirido en 1736, las tierras que antiguamente explotaba la Estancia del Cabezuelo, organizada a partir de 1610.
De acuerdo con el plano del partido de San Vicente, levantado en 1881 por el Agrimensor Municipal don Saturnino Salas, los límites que por el Sur tenía el nuevo distrito incluía los campos que se extendían hasta las actuales calles ezeicenses Humberto Primo- Sargento Cabral, hasta su intersección con La Colorada, actual Pedro Dreyer, por el Este.
Cuando en 1852 el Gral. J. J. de Urquiza derrotó a J. M. de Rosas, se inició una tarea de consensuar una Constitución nacional. Sin embargo, Buenos Aires se negó a ceder parte de su capacidad de decisión a un poder central y tras la revolución porteña del 11/09/1852, El Estado de Buenos Aires se separó de la Confederación Argentina. La Constitución de 1853 tuvo que modificarse para que pudiera volverse a incluir a la provincia de Buenos Aires tras el triunfo del Gral. B. Mitre en pavón (1861); los bonaerenses impusieron su hegemonía al resto del país y se avanzó hacia la conquista de la paz tan ansiada. El espíritu pacifista quedó registrado en un plano de 1863, donde el agrimensor especificó que el partido de Lomas abarcaba el área comprendida entre el río Matanza hasta el Pueblo de La Paz. Este fue el nombre que un año después, Victorio Grigera y Francisco Portela, solicitaban que se le impusiera al partido en oportunidad de elevar el plano trazado del mencionado pueblo. En 1904, se pidió la declaración de La Paz como capital de Lomas de Zamora.
Recordamos a la ciudad cabecera del distrito lomense y a su bello nombre, porque en conmemoración del fallecimiento de Mahatma Ghandi en 1948, se instituyó al 30 de enero como el Día de la No Violencia y la Paz.
Foto de la estación de Lomas de Zamora, 1865c.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Noticias de la guerra en Ezeiza

Nuestra región estuvo involucrada en conflictos nacionales e internacionales por ser escenario directo de acontecimientos con repercusión nacional o por temer consecuencias de las acciones militares emprendidas por gobiernos nacionales, frente a potencias extranjeras. Entre los episodios menores podemos citar que durante la revolución de 1890, una partida de soldados que probablemente iba ó venía de la estancia que el Dr. Máximo Paz tenía en Cañuelas, se presentó el 27 de julio en campos de De Vicondoa. A cambio de caballos de refresco y en agradecimiento por el gesto de matar a varios novillos para darles de comer a la tropa, el jefe del grupo le dejó al vecino dos fusiles en desuso. Con el fin de evitarse problemas, el pobre hombre los puso a resguardo bajo tierra y pasaron varios años antes que su familia recuperara uno de ellos, el que posteriormente atesorara como recuerdo doña Martina Mirande, nieta del protagonista. Las tierras que poseían (unas 1800 hectáreas) fueron confiscadas en 1945 por el gobierno nacional para la construcción del hoy Aeropuerto Ministro Pistarini y el casco de la estancia estaba ubicado metros al norte donde hoy se levanta la cárcel de mujeres, siendo testigo añosos eucaliptus aún en pié.
La necesidad de caballos para integrar el equipamiento bélico de la milicia que peleo con nuestros hermanos paraguayos, perjudicó al terrateniente en quiebra, don Rosario Acosta. El casco de la estancia del mencionado vecino, se ubicaba en donde hoy se encuentra prácticamente el centro comercial de la ciudad de La Unión. Don Rosario, quejoso, dejó asentado que le habían sustraído caballos que sospechaba que habían sido llevados para la impopular guerra que emprendió La Triple Alianza.
La Guerra de Malvinas, que nos dejó ese permanente dolor por la pérdida de jóvenes vidas, desnudaba ante la comunidad del distrito, entonces Esteban Echeverría, la total incapacidad de quienes la dirigieron. Los vecinos fuimos convocados a una reunión en donde instructores de Defensa Civil, nos organizaron como jefes de manzana responsables de coordinar las acciones para protegernos en caso de bombardeo. En su conducta autista, los oficiales de nuestras fuerzas armadas pensaban que con el recurso de apagar las luces, desorientaríamos a los británicos y así no sabrían donde tirar las bombas. Mediando la década de 1970, las fiestas navideñas en Ezeiza sangraron por la violencia expresada en Monte Chingolo cuando acabó con la vida de Eduardo Delfino. Aquellos años en que vivimos en peligro, la dictadura cobró su cuota de sangre ezeicense tomando la vida de Marta Alonso, entre otros jóvenes vecinos, bajo la excusa de una “guerra sucia” necesaria para salvar a la patria.
La tragedia mayor que enlutó a nuestro distrito ocurrió durante lo que debió ser una fiesta cívica, el 20/06/1973. Sin embargo, el retorno definitivo al país de J. D. Perón no pudo evitar que ese día estallara una guerra entre las distintas facciones militantes. Mientras la historia oficializada ha logrado disminuir el número de muertos año tras año, hoy se estima en 35 los asesinados, los vecinos insisten en sostener que la cifra superó las 200 víctimas.
Que el recuerdo de algunas de nuestras tragedias y la máxima de Mahatma Ghandi: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”, nos acompañe para no volver a ser tan estúpidamente locos.

Por: Juan Carlos Ramirez

viernes, 11 de septiembre de 2009

Luís Fortunato Iglesias. Maestro


-- Cómo llegó a ser maestro
-- Ya te digo. La escuela primaria de Tristán Suárez tenía hasta 4to. grado, nada más. Cuando llegué a 4to., bueno... pues había que irse, abandonar la escuela. Y si había medios podía instalarse en la Esc. Nº 1 de M. Grande. Para mi caso fue providencial encontrar esa maestra, esa directora, que era Elvira Cándida Rodríguez, que venía de Quilmes y que provocó un salto en todo lo educativo porque era una mujer inquieta que movilizaba todo. Y ella(s)... fue una conversación con una maestra… propusieron: “Por qué no lo inscribimos en la Escuela Normal de Lomas".
-- La que después fue el "Mentruyt".
-- Es claro, esa fue. Para mí la Escuela Normal fue una universidad. Porque en primer lugar tenía una espléndida biblioteca y por fin me encontré con ideas... Cuando yo estaba en T. Suárez no había bibliotecas ni libros. Yo acompañaba a mi padre a los trabajos que se hacían: a veces para arreglar una cocina económica, el molino, la bomba... y yo siempre lo acompañaba con una intención: me metía en las casas en busca de libros. Rebusqué todo lo que pude pero el pueblo era chico y no había libros. Quiero decirte que yo pude leer metiéndome así, viajando incluso a Máximo Paz donde había alguien que era muy lector. La búsqueda desesperada de libros para mí fue todo un drama de la infancia. Bueno, la compensación vino cuando ingresé en el Normal y tuve a mi alcance toda la literatura y todos los grandes libros de ciencia, de arte... Claro, por ese camino yo fui formando mi actitud de profesional de la educación. Me enamoré de mi tarea, de mi profesión. Y bueno, así me hice maestro. Pero fui maestro siempre de escuela primaria. Es decir, encontré el material de vida en la escuela primaria.
-- Cuáles fueron sus autores favoritos
-- Yo te puedo decir que mi biblioteca tiene una base pedagógica. No eran libros que costaran mucho como podían ser los libros de Medicina o de otras profesiones. Tuve la suerte de poder comprar todos los que necesitaba. Pero yo no hice mi pedagogía solamente con los libros de la especialidad. Podría decirlo como dicen en España: “El que sabe solamente pedagogía ni pedagogía sabe”. Bueno, ese concepto. Porque lo mío tomó todo el conocimiento humano, arte y ciencia, todas las posibilidades. Por ejemplo yo aprendí mucho leyendo a Unamuno, Dostoiewski, incluyendo toda la literatura... Marc Twain... Me enseñaron más que los libros de pedagogía. Por eso mi pedagogía tiene un sentido humanista muy amplio. Por eso tampoco te puedo decir cuáles son mis autores más importantes. Son todos, todos los que han dicho algo. Yo fui en busca de conocimiento y me enriquecí de esa manera. Para comprar un libro yo me pasé muchas horas en la calle Corrientes, buscando en las librerías de usado. Libros que fui comprando con un sueldo de maestro pobretón.
-- Así que usted era maestro en T. Suárez y era habitué de Corrientes
-- Es decir, también la calle Corrientes en cierta manera fue mi universidad. Yo podría decir como Gorki que tengo "mis universidades". No solamente el pueblo, la escuela Nº 4 de T. Suárez, la Esc. Normal de Lomas, sino que también los centros como la calle Corrientes, el teatro, el cine y desde luego todos los lugares donde había actos públicos.
-- ¿Ejerció la docencia primaria en T. Suárez?
-- Cuando yo me recibo de maestro en el año 1935. El único hombre que se había recibido en Tristán Suárez. A mí me ocurrió que los muchachos, los compañeros míos, se sentían muy orgullosos de que uno de ellos hubiera llegado a recibirse y entonces peticionaron a las autoridades y ¡Qué cosa!, [a] un intendente conservador... Ellos manejaban, tenían influencias. Así que me nombraron en la Esc. Nº 6 de M. Grande. Allí fui maestro de primer grado durante dos años y luego me trasladaron a la Nº 4 de T. Suárez. Desde luego me designaban para los discursos del 25 de Mayo. Y en uno de ellos hice un discurso que no gustó a las autoridades, se hizo un escándalo tremendo, se pensaba en liquidarme como maestro; y después como en ese momento era difícil la cesantía de un maestro titular entonces decidieron darme la peor escuela que hubiera en el distrito, la más... la escuela más pequeña.
Y así es como fui a parar a la Escuela Rural Nº 11. Veinte años. Como maestro único, maestro unitario. Una escuelita que no tenía más que la campana y el pizarrón, y unos pocos bancos.
Producción: Prof. Eduardo Vázquez. Dpto. Extensión del Profesorado “E. J. R. de Voglino”
Edición: Juan Carlos Ramirez
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Don Luís Fortunato Iglesias nació en 1915 en T. Suárez y fue desde maestro de la escuela primaria a profesor en la Universidad de La Plata, desde periodista a Inspector y Doctor Honoris Causa de la Universidad de L. de Zamora. Pero jamás ha dejado de ser el Maestro, un militante de la educación, un generador de climas educativos que buscaron darle a la escuela el rol de transformadora de la sociedad, lo que hoy nuestro tiempo reclama.
Prof. Juan Carlos Ramírez