martes, 28 de octubre de 2025

Don Guillermo y su destino

 Don Guillermo Mac Clymont fue un hombre inquieto y visionario, no le temió a lo alejado de Lau Lauquen. Tenía frente a su vista una tierra de pajonales que sirven de asilo a los animales que pueblan el desierto; por leguas, solo alteran el paisaje uniforme las pajas bravas, cortaderas y pajas coloradas. Los duros tallos de estas servirían para construir las paredes de algún futuro rancho, con el simple recurso de yuxtaponerlas en tallos atados a tirantillos de madera.
Actual Museo La Campana,
Fue propiedad de la familia Mac Clymont
  
Los ganados comerían tanto la paja brava como la colorada, las que estuvieran tiernas, permitiendo que posteriormente se desarrollaran pasturas más adecuadas. Probablemente hubiera que incendiar de cuando en cuando los campos para que, con la ayuda de las lluvias favorecieran el crecimiento de pasto tierno para la hacienda.
  Habían sido tiempos oportunos para comprarles tierras al gobierno. Por ello, a fines de 1877 compró un campo en Necochea ubicado frente al arroyo "Pescado Castigado", dentro de la jurisdicción del Departamento del Sud (Dolores). La Ley 947 (1878) había ofrecido a la venta 60 millones de hectáreas para generar medios económicos para la Campaña de Exterminio Indígena, ofreciendo a los adquirentes el precio de 16 centavos oro la hectárea. El Banco Provincia ofrecía en tanto, un crédito de 7 años para pagarlas.
  La derrota de Calfucurá en 1872 y su muerte al siguiente año, comenzó a facilitar la expansión sobre las tierras indígenas. Se extendió el ferrocarril hasta Azul y la frontera se expandió hacia Carhué, Guaminí, Puan y Trenque Lauquen. Las tierras de Trenque Lauquen pudieron venderse a 8 pesos oro para 1888.
  Continuando con nuestra historia, marchaba Don Guillermo arriando un poco más de un centenar de caballos y cruzándose con fugitivos avestruces. En los lugares un poco más altos, el suelo estaba minado por los tucutucus, especie de rata grande sin cola, que vive en inmenso número en aquellas vastas soledades y que desaparece grandemente a medida que el terreno cambia de vegetación por la presencia de los pobladores y el aumento de los ganados.
  Cuatro leguas antes de llegar a sus campos, comenzó a encontrarse con su trágico destino. Quizás lo que Guillermo sentía, en el preciso instante en que moría, podemos intuirlo en el "Poema conjetural" de Jorge Luis Borges, quien escribió lo siguiente, pensando en el Dr. Francisco Laprida: “Pisan mis pies la sombra de las lanzas/Que me buscan. Las befas de mi muerte,/Los jinetes, las crines, los caballos,/Se ciernen sobre mi ... Ya el primer golpe,/Ya el duro hierro que me raja el pecho,/El íntimo cuchillo en la garganta”,

 Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

 

 

 

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