Haciendo nuestro aquello de que: "La Historia es ancha y ajena", aportamos buscando mejores comprensiones de nuestro presente.
sábado, 15 de noviembre de 2008
Noviembre trae recuerdos
El ferrocarril levantó una sencilla estación de madera en las tierras que fueron donadas para tal fin. Única condición, debía llevar el nombre de Tristán Suárez; el otrora militar devenido en terrateniente. Este no había dudado en donar las tierras que le pertenecían a su esposa, la joven Virginia Acosta, para que se le honrara a él por tal generoso desprendimiento. Veinte años después, la planta urbana de la joven localidad, comenzaba a crecer.
En aquel noviembre de 1905 el comerciante José Vidal, establecido desde hacía varios años en una T. Suárez cuya población rural rondaba las 50 personas, decide ampliar sus actividades. Al restaurant y posada "El lucero del alba", le suma un nuevo negocio de panadería, que según publica el diario El Vicentino, "reúne todas las comodidades higiénicas necesarias para la elaboración de pan y galleta de una calidad superior debido a las buenas maquinarias que ha instalado". El empresario se proponía además, abastecer a Ezeiza, M. Paz y alrededores. Contaba para ello con dos jardineras para el reparto de pan y galleta a domicilio, construidas en la fábrica de carruajes local, propiedad de Ignacio Passini.
No todas eran buenas noticias. El primero de noviembre había fallecido Ernesto Echeverría, quien explotaba en sociedad con Goñi un almacén y despacho de bebidas frente a la estación Ezeiza. La construcción data de 1903 y aún pueden admirarse sus ladrillos, que median 14 por 29 cm. El deceso fue masivamente lamentado y así lo expresaron vecinos como Juan. Bottaro, J. Erramospe, F. Utharry, P. Errecalde, Rufino E. y Dardo N. Alegre, M. Ghirigaray, B. Legarte, S. Cambiasso, G.P. Inchouespe, F. Echemendi, M. Erramouspe, J.F.Leconde, F. Vicondoa, E. Ginocchio, G. Salunbehere, Ernesto y Juan B. Iriarte, entre otros. También estuvo Juan Larralde, aquel vasco de buena memoria que dos años después que le robaran un vacuno, lo reconoció en un campo vecino y pudo denunciar al sujeto, en enero de ese mismo año de 1905.
Los restos del malogrado Echeverría fueron conducidos a L. de Zamora y depositado en el mausoleo de la familia de Nicómedes Pierotti. Este vecino había llegado desde Italia en 1863 e inició en 1878 la instalación de una fábrica de pólvora, en las actuales Patricias Argentinas y Córdoba, de Ezeiza. Su empresa prosperaba pero llegó el primer susto hacia 1884, año en el que se produjo la primera explosión en el establecimiento. Le sucedió otra en 1887 o 1888, otra en 1890, una en 1896 y la última, el 27/12/1898. No se supieron las causas pero lo cierto es que a las 14.55 hs., la explosión fue escuchada hasta en Barracas al Sur. La suerte estaba echada y la fábrica cerró. La memoria colectiva recuerda el episodio, como el día en que "explotó el polvorín".
Pierotti construyó una casa (en la que vivió la ya fallecida actriz Rosa Rosen), que aún existe y que vendió hace casi cien años a la familia Ferrari, sus actuales propietarios. Su nombre, "Santa Bárbara", remite a su origen y a la causa de su venta. Prácticamente no la habitó, ya que su construcción concluía en el momento de aquella dramática explosión.
Regresando a noviembre de 1905, el día 24 fue un día festivo para T. Suárez. La Directora y Maestra María Angélica M. de Amaya dio una clase pública en la Escuela Nº 5 (actual Nº 4). Había sido designada el 26 de marzo junto a C. Moreno, maestra de 1º grado. La clase fue presenciada por miembros y el secretario del consejo escolar, además de un numeroso público. De acuerdo a El Vicentino, tras compartir un almuerzo se escuchó al cantor Rubini y entre las familias presentes, se encontraron las de F. López, Amaya, Félix M. de la Rosa, Beltrame, Alegre, Orso, Heguilsin, Michele, Pini, Gómez, Crispi, Donatti, Cambiasso, Pedrolini y Brancoli, entre otras. Noticias de la vida en el Distrito Ezeiza, hacia Noviembre de 1905.
Juan Carlos RAMIREZ.
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