Se estima que aproximadamente 50.000 personas de
ascendencia japonesa viven en Argentina, lo que, sumado a los ciudadanos
japoneses residentes en el país, daría un total de cerca de 70.000 personas de
la comunidad nipona-argentina. Nuestro país ha hecho convenios de inmigración
planificada con Japón en los años 1950 y 1960, como en el caso de colonias
japonesas en las provincias de Misiones, Mendoza y la Colonia Urquiza en La
Plata. La mayoría de los japoneses residentes llegaron desde 1920 a 1960; en
barcos de inmigrantes a través de Brasil.
Sostiene Marcelo G. Higa que durante el ancien régime ryukyuano (lenguaje de las
islas entre las que se encuentra Okinawa), los nobles administraban y señalaban
el camino, en tanto los campesinos, se dedicaban a producir. A partir del siglo
XVIII las arcas no alcanzaban y se mandó a los nobles a trabajar para que no se
murieran de hambre. Con orgullo samuree, pero necesidades humanas, esta gente
se asentó en los escasos terrenos vírgenes de la pequeña isla Okinawa, en donde
formaban lo que se llamó yaadui, caseríos diferenciados de las aldeas
tradicionales. Con el tiempo, muchos no tuvieron más remedio que integrarse a la
trama social de los pueblos adyacentes.
En los primeros años, en los pasaportes se especificaba si
era “shizoku” (noble) o “heimin” (pueblo raso). Sobre 868 personas que
emigraron al exterior desde 1903, hasta que la distinción desaparece de los
registros en julio de 1907, solo cuarenta de ellas se identificó como “noble”.
El perfil de emigrantes de este conjunto de pueblos se
refleja en Kitanakagusuku-son shi (2001, “Historia del pueblo de
Kitanakagusuku”), llegando a nuestro país sin la mediación de las compañías
migratorias. El mecanismo que impulsó la migración a Argentina fue el conocido
como “llamada” (yobiyose), en donde la solidaridad de los pioneros invitaba a cientos
de coterráneos a emprender la aventura y ello incidió en la construcción del
perfil “okinawense” que caracteriza a la colectividad.
Los investigadores han recopilado datos sobre un grupo
con destino Argentina, que sumaba 181 personas. Los primeros comenzaron a
llegar hacia 1913, llamados por sus hermanos, padres, maridos o paisanos,
personas que en su gran mayoría habían llegado al país previo paso por Brasil o
Perú. En la lista encontramos a los primeros Yonamine, Arakaki, e Higa,
entre otros.
La foto que acompaña la nota (crédito de Elena Uehara), fue
tomada en marzo de 1937, en la quinta del Sr. Shinei Kuba (oriundo de Nakijin,
Okinawa, Japón), en Ezeiza. La ocasión fue cuando arribaron Seitake Uehara
(hermano menor de Kiyotomi Uehara), Soko Kanashiro y Genjiro Yonamine del mismo
pueblo Nakijin. Aun no lo hemos confirmado, pero posiblemente posaron Matsutaro
Nakasone y Kinmatsu Nakasone, ambos oriundos de Nakijin, Okinawa. Era la
tercera vez que se reunían los oriundos de Nakijin para festejar el encuentro
conocido con el nombre de sonjinkai, que se realiza reuniendo los proveniente
de los distintos distritos del Japón.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva