jueves, 3 de julio de 2025

Hacedores: Guillermo Gaddini

  Las historias de las comunidades siempre son el resultado de las acciones de los vecinos en su conjunto. Sin embargo, en el seno del sujeto colectivo se desenvuelven actores sociales que se destacan por su liderazgo, por sus contribuciones. Este es el caso de don Guillermo Gaddini.
  Nació en el partido de San Vicente el 26 de septiembre de 1877, instalándose en el pueblo de Tristán Suárez hacia 1896. Recién llegado, fue nombrado valijero “ad honoren” del correo y llegó a ser jefe de estafeta.
  El pueblo tuvo como fecha fundacional, el día en que por primera vez el tren en su viaje inaugural (1885), paro en la estación que por un breve tiempo se llamó Llavallol y luego, Tristán Suárez. Don Guillermo, que aún no era don ya que tenía 19 años cuando se instaló, vivió el momento en que el pueblo crecía muy lento pero, con rumbo firme, como puede observarse en un plano de remate de 1893. El almacén de ramos generales, una especie de supermercado de entonces por la variedad de productos que ofrecía, fue puesto por Gaddini, como también lo fue la fábrica de soda en sifones.
  Preocupado por la inadecuada atención sanitaria en la región ya que el hospital más cercano estaba en Lomas de Zamora, participo de la concreción de la Casa de Primeros Auxilios San José, en Monte Grande, colaborando con una cuota para su sostenimiento, desde su mismo inicio.
  La concreción de las legítimas aspiraciones de los lugareños de independizarse de San Vicente, debido a la nula atención que le prestaba la intendencia en materia de servicios públicos, se concretó con la Ley provincial sancionada con fecha 9 de abril de 1913, declarándose cabecera del nuevo distrito, al pueblo de Monte Grande. La comunidad de Tristán Suárez aportó ideas y hombres para el logro de su emancipación política del partido de San Vicente. Entre los vecinos que gestionaron la autonomía comunal, se contaba Guillermo Gaddini.
  Hombre inquieto, supo aprovechar los nuevos medios de comunicación, fundando La Positiva, una empresa de servicio telefónico. El señor Gaddini había obtenido en 1913 la concesión nacional y en 1928, transfirió el servicio y las líneas de "La Positiva", a la Compañía Unión Telefónica. Luchador por su comunidad, impuso como condición expresa en el contrato de transferencia, que Tristán Suárez jamás sería considerado como central telefónica de Larga Distancia (tenían costo diferencial), cláusula que siempre fue respetada.
  Su conocimiento del lugar y sus vecinos, sumado a sus inquietudes, lo llevaron a ser colaborador de la prensa escribiendo en “El Vicentino”, y también fue corresponsal en los medios nacionales como “La Prensa.
  Don Guillermo fue un poblador pionero, como lo fue también en las comunicaciones telefónicas; buscó la autonomía del distrito, trabajo para la concreción de centros de salud; en un local familiar funcionó temporariamente la escuela Nro.2 (Canale). Don Guillermo falleció el 28 de abril de 1944.
  Por amor a la comunidad, por su labor para ella, se hacía imperativo el reconocimiento social explícito dándole su nombre a la principal arteria de la ciudad de Tristán Suárez, la que nace frente a la estación en la hoy Pres. Néstor Kirchner (ex ruta nacional Nro. 205), y finaliza en la calle Salta.
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

jueves, 19 de junio de 2025

Masacre de Ezeiza, en primera persona

 La mañana del miércoles 20 de junio de 1973 se presentaba apacible, y mientras caminábamos con mi viejo, con mi padre, hacia la estación de Ezeiza, conversábamos. Los temas fueron variados, y salpicados con trivialidades como que no hacía frío, que iba a ser un hermoso día o sobre la conveniencia de ir por la ruta 205 y no cortar camino.
Cuando estábamos próximos a la ruta, nos sorprendió la multitud que ordenadamente marchaba camino a la barrera hacia el aeropuerto. Junto con otros conocidos con los que nos fuimos encontrando en el camino, nos integramos a un grupo bullanguero que entonaba cánticos apropiados para la fecha. Los mayores tenían la lógica ansiedad de ver regresar a su líder tras 18 años de exilio; los que éramos chicos por entonces, y los que habían nacido después del 55, lo hacíamos para conocer a aquel por quien se había militado.
Al llegar a la barrera mencionada y comenzar a andar camino al puente El Trébol, encontramos las diferentes columnas que venían desde Monte Grande y a los que venían desde San Vicente; entre todos, conformamos la Columna Sur. Entre las organizaciones, caminábamos quienes íbamos por nuestra propia cuenta. Muchos como yo estábamos felices, porque además del significado político, había uno aún más importante: la integración entre distintas generaciones y, en mi caso, compartir con mi viejo este reencuentro entre el líder y su gente.
Llegamos a la altura del puesto policial que luego fuera conocido como el centro de detención clandestina “La 205”, cuando ya era de día. Había allí mucha gente, y pensábamos que era lógico, porque estábamos a menos de mil metros del palco desde donde el general Perón nos hablaría.
Con mi padre nos fuimos adelantando entre la gente (siendo solo dos, fue muy fácil), y a la altura del Hogar Escuela tuvimos que sortear automóviles dispuestos de tal forma que impedían llegar a la columna que entraba por el sur. No nos llamó la atención ver un grupo armado en la curva que llevaba al cruce para el bosque. Tenían un brazalete verde; las distintas agrupaciones se distinguían por el color e inscripciones que llevaban.
Tomamos ubicación en la rotonda que permite a los automóviles que vienen del aeropuerto subir al puente camino al bosque (por supuesto, no había tránsito ese día). Obviamente no estábamos solos, pese a que era temprano; el general llegaría a las 16 horas. Distintos pequeños grupos estaban diseminados por todo el césped, desde el cordón instalado para delimitar el área hasta donde podíamos acercarnos al puente. Tras esa precaria marca, circulaban custodios con armas largas. A nuestras espaldas quedaba el acceso a la Autopista Ricchieri desde la ruta 205 y el bosquecillo del Hogar Escuela. Al frente, y cruzando la autopista, grupos con banderas y pancartas; y mirando al norte, densas columnas hasta donde la vista nos permitía avizorar.
El palco estaba ubicado sobre el puente, con frente hacia el norte, por lo que la parte posterior daba al acceso al aeropuerto, ubicado a 3 kilómetros de allí. Como fondo tenía gigantografías con la figura del General y de Evita; con una imagen más chica también aparecía Isabel. Para proteger a Perón, se había instalado una pared de cristal antibala, y por el puente-palco circulaban personas que a veces hacían gala de sus armas largas.
Se habían escuchado algunos tiros, pero recién nos alarmamos cuando se transformaron en un tiroteo y un correr de personas sobre el palco apuntando hacia los pinos ubicados detrás nuestro, en el campo del Hogar Escuela. Pronto las balas comenzaron a silbar cerca de donde estábamos, y desde el palco les respondieron. Cesaron los disparos. Y recién eran las doce del mediodía.
Más tarde, ya en casa, me enteré por boca de mi tío —quien había venido en bicicleta desde Longchamps— que él se ubicó cerca del Hogar Escuela, bajo la sombra de los árboles y cerca de la columna de Lisiados Peronistas, quienes estaban emponchados en sus sillas de ruedas, acompañados por quienes los ayudaban. Mi tío repartió entre ellos unas mandarinas que había recolectado en su paso por mi casa antes de ir hacia donde todos esperábamos a Perón, y esto quizás lo salvó. El caso es que, cuando fue evidente para él que no querían que los que venían desde el sur se acercaran al palco, escuchó que los lisiados le dijeran “agachate, viejito” y se produjo —me relató— un milagro: los lisiados se levantaron de sus sillas de ruedas a la vez que sacaban armas que tenían bajo los ponchos que los cubrían y comenzaron a tirar. De la columna que había arribado desde la ruta 205 —la Columna Sur— se movilizaron Montoneros, otros identificados como de la JP, y algunos militantes que no pertenecían a ninguna agrupación, solo eran peronistas. Intentaron llegar al puente, pero los identificados con el brazalete verde que custodiaban les empezaron a disparar, y en ese momento intervinieron los Lisiados, según me relatara mi tío.
La historia real —la más aproximada a ella, quizás— la supimos tiempo después. Pero el caso es que alrededor de las 14 horas comenzaron a disparar desde la izquierda del puente (visto desde el frente) hacia los árboles del Hogar Escuela, desde donde respondían con una balacera que también llegaba a los que estábamos sentados sobre el césped, próximo a la cinta asfáltica.
No sé quién tuvo la idea —posiblemente partió desde el palco—, pero todos comenzamos a cantar el Himno Nacional. Un sacerdote comenzó, en el palco, a levantar una cruz como símbolo de paz, pero cuando las balas acertaron a la cruz, el cura decidió ponerse a resguardo. Leonardo Favio, desde el puente y protegido por el vidrio antibala, pedía que cesara la balacera, pero tampoco le hicieron caso.
La inquietud fue mayor cuando vimos pasar una ambulancia con las puertas abiertas, con una enfermera (a la que reconocí por ser vecina) que temerariamente iba agarrándose del techo y casi parada sobre el paragolpes. En igual situación, sobre la derecha de esa ambulancia, iba otro, posiblemente enfermero (por su guardapolvo blanco). Con mi padre quedamos alelados al ver que iban tres hombres tirados sobre el piso y dos más arriba de ellos, que imaginábamos todos muertos, camino hacia Puente 12.
Perón debía llegar a Ezeiza a las 16 horas. Pasado ese horario anunciaron que, por los disturbios, se había decidido que no bajara en Ezeiza y que aterrizaría en Morón. Aterrizaje que se confirmó a las 17 horas aproximadamente.
Sabiendo que no vendría al encuentro con su pueblo en Ezeiza, comenzó un desbande generalizado, acompañado por un nuevo tiroteo entre los que cuidaban el palco y los que estaban en los árboles frente a la ruta, en los campos del Hogar Escuela.
El caos que se armó fue de tal magnitud que, cuando escuché silbar las balas, decidí sacar a mi padre de esa trampa que podía ser mortal, y agachados —y a veces llevándonos por delante a otros pacíficos manifestantes que también querían salvar sus vidas— escapamos a través de los zanjones hasta llegar al barrio. Allí vimos cómo intentaban guarecerse los que habían tratado de llegar al palco y los que no, que tampoco entendían el porqué de esa violencia en lo que debía ser un día de fiesta, de fiesta peronista. Comentaban que en el aeropuerto habían hecho una pila con los muertos; luego supimos que eso no sucedió, pero sí que en el Hotel Internacional torturaron a los que creían montoneros, de la Juventud Peronista, de la Tendencia, troscos, comunistas o simplemente zurdos. Nos enteramos de que el Hospital estaba tomado por gente del C. de O. (Comando de Organización, ala derecha del peronismo), y que gente afín controlaba el Hospital San José de Monte Grande.

Algunos intentaban refugiarse en la capilla del barrio, pero yo, conocedor del lugar, opté por tomar rumbo a casa, ya considerándonos a salvo de lo que no podíamos comprender. Allí nos enteramos de las aventuras de mi hermano, intentando que mi madre no se enterara de lo que circulaba entre los vecinos y de lo poco que comentaban por la radio. Él también había ido camino al Hogar Escuela en su bicicleta, pero regresó cuando los que escapaban de los tiroteos le decían que no vaya. Enterado de la gravedad, evitó que nuestra madre se enterara de lo que ya se consideraba una masacre, una emboscada tendida por la derecha sindical y los servicios de inteligencia contra los zurdos.

Juan Carlos Ramirez Leiva

miércoles, 11 de junio de 2025

Ezeiza, 16 de junio de 1955 (Parte II)

   En la VII Brigada Aérea con base en Morón, el brigadier M. Daneri ordenó el despegue de una escuadrilla con la misión de interceptar seis aviones navales que no habían acatado la orden de aterrizar en Aeroparque, internándose en el río.
  Primero decolaron tres aviones y una cuarta máquina, al mando del teniente Ernesto Adradas, despego minutos después. Una vez que Adradas se reunió con sus compañeros, se toparon con dos aviones North American rebeldes y tras confirmar sus órdenes iniciaron el ataque los pilotos Olezza y Rosito, sin resultado.   En tercer turno lo hizo Adradas, que le acertó una decena de proyectiles al aparato rebelde que piloteaba el teniente de corbeta Arnaldo Román, quien resultó derribado sobre el río, en lo que constituyó el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea. Román se eyectó y fue rescatado —y detenido— por una lancha de la Prefectura.  
 A las 13:30, cuatro Gloster Meteor (avión caza a reacción), ametrallaron a los aviones navales rebeldes que repostaban en Ezeiza, inutilizando un Catalina (un hidroavión). La situación en Morón era tan confusa que cuando se ordenó que decolara una segunda escuadrilla, solo lo hizo un aparato al mando de su jefe, el vicecomodoro C. Síster, quien al no encontrar a su objetivo, voló hacia Ezeiza. Aun con visibilidad reducida por nubes bajas, logró dañar dos aviones civiles —de SAS (Escandinavian Airline) y de Aerolíneas Argentinas— “y un avión Beechcraft de la Escuadrilla Aeronaval de Bombardeo, “el cual quedó fuera de servicio”. 
Cuando Síster aterrizó en Morón, la base había cambiado de manos, y fue arrestado. El primer Gloster Meteor que decoló en apoyo a los marinos sublevados tuvo como orden la destrucción de las antenas de Radio Belgrano, que estaba emitiendo los comunicados del Gobierno.
 Las acciones de la aviación leal sumado al avance de las tropas del Regimiento 3 de La Tablada hacia el aeropuerto, el fracaso del intento de asesinar a Perón y de las acciones en general, hicieron que la Marina negociara los términos de la rendición

  Tras la caída de Perón en 1955 y la posterior liberalización del mercado, surgieron nuevas líneas aéreas (Austral, ALA, TABA, etc.) que optaron por el Aeroparque, lo que terminó obligando a Aerolíneas Argentinas a su mudanza en 1958. Ezeiza se transformó en un aeropuerto fantasmal considerando el tamaño de su infraestructura, con alrededor de 40 vuelos comerciales diarios, lo cual truncó todos los planes de ampliación previstos en el proyecto original. 
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Nota 1 en:

https://ezeizaysuhistoria.blogspot.com/2025/06/ezeiza-16-de-junio-de-1955-parte-i.html

Ezeiza, 16 de junio de 1955 (Parte I)

   Los días previos al 16 de junio de 1955, fueron de creciente tensión a causa del enfrentamiento entre el Gobierno y la Iglesia católica, tras el arrío de la enseña patria y su reemplazo por la bandera del Vaticano en una procesión. El gobierno dispuso que el día 16, se realizara un acto de desagravio a la bandera nacional ultrajada ignorando obviamente que, el contralmirante de la Infantería de Marina Samuel Toranzo Calderón, fijaba para ese día, la fecha del golpe revolucionario.
  Toranzo Calderón, tras reunirse con los políticos opositores Miguel Ángel Zavala Ortiz (radical) y Adolfo Vicchi (conservador), acordaron reemplazar al presidente Juan Domingo Perón, tan pronto fuera muerto o depuesto. Mientras las fuerzas militares golpistas actuaban, comandos civiles tomarían las torres y antenas de Ezeiza (lo que no se llevó a cabo por la demora de las acciones previstas).
  Debido a causas meteorológicas no apropiadas, el ataque aéreo que debía efectuarse a las 10 hs. se demoró, lo que llevó a la desconcentración de otros comandos civiles que tenían objetivos previstos. A las 12.40 hs., comenzó el bombardeo a la Plaza Mayo con la suprema intención de asesinar a Perón, en tanto un comando tomaba por asalto a Radio Mitre, obligando a un locutor a leer una proclama que entre otras cosas, decía: “Argentinos, argentinos, escuchad este anuncio del cielo volcado por fin sobre la tierra argentina: El tirano ha muerto. Nuestra patria, desde hoy, es libre. Dios sea loado”.
  El dirigente socialista Víctor García Costa, quien fuera nuestro vecino, recordaba que aquel 16 de junio su madre lo despertó contándole que había sonado el teléfono y al atenderlo se encontró que estaba ligado, algo común en los teléfonos de línea, y escuchó la voz angustiada pero inconfundible del presidente Perón hablando con otro hombre.
  Perón había llegado a su despacho a las 6:20, ya advertido del complot. El general Lucero le trazó un resumen y le pidió que se instalara en el Ministerio de Ejército, lo que Perón prometió considerar. Posteriormente se reunió con el embajador de los Estados Unidos, Albert Nuffer, y pasadas las nueve, Perón se dirigió al Ministerio de Ejército, que funcionaba en el Edificio Libertador. Tras algunas reuniones prestan atención a un helicóptero que allí descendía, en el momento en que comenzaron las explosiones. Su tripulante era un piloto de la Fuerza Aérea que había huido de Ezeiza, luego de que ese lugar cayera en manos de marinos rebeldes de la base de Punta Indio, dirigidos por el capitán de fragata Jorge A. Bassi, que habían llegado en nueve aviones de carga C-47. Previamente, habían ido depositando de manera clandestina una buena cantidad de bombas en un hangar que servía de oficina y agencia para los aviones destinados a ir a la Antártida.
  A las doce, el ministro Lucero le ordenó al Regimiento de Infantería 3 “General Manuel Belgrano” de La Tablada, que acudiera con parte de sus efectivos a reforzar la seguridad de la Casa de Gobierno y destinara el grueso a marchar sobre Ezeiza para recuperar el aeropuerto copado por los golpistas.
 
 Desde las 12:05, la VII Brigada Aérea con base en Morón estaba alistada bajo las directivas Conintes (Conmoción Interna del Estado) y se puso al mando el brigadier Mario Daneri que al recibir las noticias del primer bombardeo a Plaza de Mayo ordenó el despegue de una escuadrilla con la misión de interceptar una formación de seis aviones North American navales procedentes de Punta Indio que no habían acatado la orden de aterrizar en Aeroparque, internándose en el río.

 Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Nota: Puede leerse otra nota al respecto en
https://ezeizaysuhistoria.blogspot.com/2023/06/16-de-junio-de-1955.html

miércoles, 4 de junio de 2025

terremotos en Ezeiza

 
El 5 de junio de 1888 nuestra región sufrió un episodio sísmico que, dada su rareza, nuestra población lo pasó a olvido. Muchos podrían recordar el terremoto que enlutó a Caucete (San Juan, 1977) pero, sería una rareza encontrarnos con quien conoce que sufrimos un terremoto de una intensidad estimada en 5,5 grados de la escala de Richter, temblor que causó daños e incluso un tsunami que azotó la costa del Río de la Plata.
  El fenómeno, del cual no se registraron oficialmente víctimas, sigue en estudio en el observatorio geofísico de Uruguay, quienes observan los sismógrafos para control de los movimientos que provoca la falla del Río de la Plata.
  La crónica periodística señala que el terremoto se produjo a las 0:20 horas y que el epicentro se ubicó 15 kilómetros al sur de Colonia del Sacramento y a 41 km al este de CABA. El lecho del Río de la Plata comenzó a temblar a 30 km de profundidad y la duración fue estimada entre 45 y 58 segundos. Los periódicos nos cuentan que se cayeron muros en construcción en la iglesia de la Piedad, y que hubo mayores destrozos en Uruguay.
  No tenemos reporte alguno sobre los daños que pudiera haber provocado en nuestra región pero, al día siguiente el diario de Montevideo “La Tribuna popular”, decía: “El maredamen de las casas crujió fuertemente, las lámparas se bamboleaban, los muebles se movían y los cuadros caían de las paredes”. Los vecinos no pudieron dormir esa noche azorados por el inesperado temblor. El diario “La Lucha” (de Colonia), contaba que el vapor Saturno que había partido de Buenos Aires hacia Colonia, se había parado en el centro del canal como si hubiera tocado fondo, pero rápidamente zafó de su varadura.
  El diario “La Nación” publicó su teoría en portada: “En esta zona de fusión y fermento se operan los más grandiosos fenómenos. Vivimos sobre una mina colosal, sobre un laboratorio vulcánico que trabaja silenciosamente”. Relataba, “eran las doce y veinte de la noche cuando se oyó un fragor subterráneo seguido de trepidaciones que hacían crujir muros y muebles”. Aclarando que, si el movimiento se hubiera propagado “en sentido vertical, quien sabe si a estas horas, esta Atenas sudamericana no estaba convertida en ruinas”. A continuación, traza la zona de vibración, donde con sorpresa leemos que “el movimiento oscilatorio se sintió en Cañuelas y San Vicente (el hoy distrito Ezeiza pertenecía a San Vicente).
  No fue el único terremoto que afectó a nuestra región, hay registro del 9/08/1948 a las 18:35 horas con una duración de 5 segundos y replicas que se extendieron por más de un mes, siguiéndole otro sismo ocurrido el 11/09 de ese mismo año.
  Más recientemente, el 30/11/2018, un sacudón a las 10:27 de la mañana en las profundidades de Canning, produjo rajaduras y movimientos en lámparas que fueron registrados en videos en las redes sociales. Como en Buenos Aires se estaba desarrollando una reunión del G20, fue noticia en el mundo. Duró 4 segundos y tuvo un alcance de 3,8 en la escala, a 25 km de profundidad.
  Hoy, leemos en las portadas de los periódicos sobre otros temblores, los provocados por las noticias del día a día. Sin embargo, no está demás recordar que en las profundidades se produce el movimiento que de cuando en cuando, nos trae otra realidad, la naturaleza desatando incertidumbres sobre el comportamiento de la falla del Río de la Plata.

Por: Juan Carlos Ramírez Leiva

Día del bicicletero

  La bicicleta surgió como alternativa al caballo y el precursor fue el alemán Karl Von Drais con su "máquina andante" o Draisiana en 1817. En Argentina aparecieron alrededor de 1899 y ya para 1903, las bicis eran un medio de transporte común en la ciudad de Buenos Aires, en donde había 77 automóviles y 5592 bicicletas patentadas (notas periodísticas varias). En sus inicios, las reparaciones eran realizadas en talleres de carpintería o herrería con sus técnicas y herramientas, para solucionar problemas de pinchaduras, frenos y mantenimiento en general. Con la popularización de la bicicleta, surgieron numerosos talleres que atendían los problemas derivados del uso. Ya en nuestro siglo, aparecieron las especializaciones en bicicletas eléctricas, de montaña, ruteras y de otros tipos.
  La fecha del 29 de mayo para celebrar el Día del Bicicletero fue puesta, al parecer, de manera arbitraria pero, su celebración nos brinda la oportunidad para recordar y agradecer a estos profesionales siempre dispuestos a solucionar nuestros problemas.
  Don Ramón Teodoro Martínez, correntino devoto de Ceferino Namuncurá, emigró de su provincia natal en la década del ’40 y se estableció en Ezeiza, aunque su historia como bicicletero lo dejo adosado al paisaje del Barrio Uno.
  En Ezeiza hubo varias bicicleterias hoy ya desaparecidas, entre ellas podemos recordar la de Etchechury, allá por los ’60, y también la memoria de Luís Plaquin nos trae el recuerdo de la bicicletería de don Núñez, quien tenía el local en la esquina de Liniers y Caseros.
  Don Esteban Teta, italiano incasable, tuvo como maestro en el oficio de bicicletero, al legendario Cayuela. Su primer taller estuvo ubicado en Ezeiza, mientras también trabajaba en Gilera y como guardabarrera. A finales de la década de 1960, don Esteban fundó la Bicicletería Patricia (nombre de su hija mayor), en Tristán Suárez.
Finalmente, mencionar en Ezeiza a Cayuela, era inevitablemente pensar en su taller de bicicletas, ubicado sobre la ex ruta 205 (hoy Pte. N. Kirchner) a metros de la calle Lorenza Zenavilla, en uno de los chalecitos propiedad de Ramos Mejía.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva.

Foto: chalet donde funcionó la bicicletería de Cayuelas.

viernes, 9 de mayo de 2025

Sucedió un 8 demayo

   
Es común que cantemos letras desconociendo cómo se elaboraron, qué sintió el autor a medida que tomaba forma, cuál fue el punto inspirador. Es algo que suele mantenerse en el misterio tanto en lo que respecta al cancionero infantil como a las baladas e incluso, marchas patrióticas. Por suerte, en el caso de nuestro Himno Nacional, tenemos algo más que certezas, tenemos la versión del nieto del autor. 
  Fue Lucio quien narró que el sábado 8 de mayo su abuelo, hijo de María Catalina Josefa Planes y Espinosa, porteña ella, y del español Domingo Lorenzo López de Santiago, “se puso su frac de grandes cuellos y solapas, abierto sobre la esponjada pechera de valencianas”, no dudó en cubrirse con su capa roja antes de atravesar la solitaria calle Perú, casi obscura y con no pocos pantanos, tras lo cual llegó a la casa de comedias. Era el único teatro, el Coliseo Provisorio, que se encontraba en la actual calle Reconquista y Perón. De acuerdo al relato que hace Lucio, al caer el telón del segundo acto, Vicente López y Planes “deshaciéndose de sus amigos que procuraban retenerlo, salió del teatro con cerebro ardiente, el corazón palpitante, el pecho henchido de inspiración”. Lucio no trepida en afirmar que “el himno había nacido desde aquel momento”. Vicente López y Planes probablemente nació entre el 3 o el 4 de mayo de 1784, según el acta bautismal que en la Iglesia de la Merced encontró el historiador R. Piccirilli. La casa de los López estaba en Perú 299, y una característica de la casona eran las higueras plantadas por el poeta y su padre. En un cuarto de esa casa nació el autor Vicente, y en el mismo cuarto, murió a la edad de 72 años.
 
Siguiendo con la historia contada por Lucio, López procuraba llegar pronto a su casa porque las estrofas, “unas detrás de las otras, se presentaban a sus labios, se amontonaban y desparramaban buscando la hoja de papel en que debían vaciarse”. Llegó alrededor de las diez de la noche, se ubicó en la segunda habitación de la entrada, encendió la vela, y se acomodó en una pequeña mesa plegable de caoba que había pertenecido a los ingleses y que habían comprado en 1807 cuando los invasores fueron expulsados. Imaginando que estaba en el balcón del Cabildo y hablaba al pueblo, durante toda la noche pasó al papel los versos. Al día siguiente, convocó a sus amigos: Esteban de Luca, Juan José Paso, y Manuel José García, a los que leyó la letra y la aprobación fue total.
 
El lunes 10 presentó el texto a la Asamblea, reunida en la actual sede del Banco Provincia, y la emoción invadió al recinto que votó por unanimidad la aceptación de los versos, siendo proclamada como “única canción de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. El decreto fue fechado al día siguiente, 11 de mayo de 1813. Titulada “Marcha Patriótica”, constaba de 9 estrofas (no de 4 como se canta hoy), y una cuarteta o coro. Con música del catalán Blas Parera, fue adoptada como Himno Nacional Argentino y se estrenó en una velada en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, siendo ella misma quién la interpretó.
  En la ciudad de José María Ezeiza, se honra su memoria con la calle Vicente López y Planes, que nace en la Avenida French al 200, se extiende por cinco cuadras (unos 612 metros), y culmina en la calle Marinos del Fournier, llamándose su continuación, 12 de Octubre.
Por Juan Carlos Ramirez Leiva 

Capilla de los Remedios, abril de 1774

Durante el S XVIII, la frontera se movía constantemente por los procesos de expansión y recuperación de colonizadores y originarios. Entre 1737 y 1785, “no existía una sola familia entre los habitantes de las zonas rurales fronterizas que no hubiera sido afectados por los malones”.
  La Estancia Los Remedios, que data del 5 de marzo de 1758, fue fundada por el bisabuelo materno del Gral. Manuel Belgrano, Don Juan Guillermo González y Aragón (o Alagón). Tras adquirir la propiedad que funcionaba desde una de las Mercedes Reales de 1588, levanto la Capilla, primer establecimiento de culto en nuestra región. En lo que fuera la estancia, hoy se encuentra el aeropuerto Ministro Pistarini, las unidades carcelarias, el Centro Atómico, los bosques, el predio de la AFA y las piletas populares entre otros íconos ezeicences.
  A partir de la correspondencia es posible documentar la influencia de la Capilla de los Remedios, y notar la preocupación de las autoridades por contar con una fuerza defensora. Los vecinos tenían la obligación de participar en la defensa, comprometiéndose a realizar ejercicios militares.
  En tres cartas de abril de 1774, se mencionan los entrenamientos realizados los días domingos, y que comprometía a la población masculina adulta. Escribe el responsable militar: "Señor. Hoy ha llegado a este Partido el Tte. Don Agustín de Arenas, quien me ha entregado la orden de V.S. del 9 del corriente en la que me previene hagamos de dar principio a los ejercicios en el paraje que se estime más oportuno. En cuyo cumplimiento he pasado inmediatamente las ordenes correspondientes a los capitanes de las dos compañías a mi cargo para que el Domingo próximo venidero se hagan juntar todas las Gentes en la capilla de los remedios”. A continuación, reporta que: “se eligió la Capilla de los Remedios, por ser la más Inmediata, donde se dio principio ayer, 17 del corriente, no asistieron más de 40 hombres de las dos Compañías”. […] Se me dio Palabra que, para el siguiente Domingo, se pondría todo empeño a que no faltase ninguno…”.
  Este sistema de convocar a la capilla los días domingos, días festivos, se mantuvo hasta que fue suprimida por Sobremonte. La resistencia de los vecinos a participar de las milicias se hacía sentir especialmente cuando las tareas agrícolas se intensificaban y obligaba a justificar: “No puedo dejar de hacer presente a VS que si en algún tiempo necesita de atención esta campaña es al presente, pues (…) se hallan cosechando sus huertas y que con el motivo de no haber helado aun, no han dado principio a recoger los maíces que la langosta dejo, y con el mismo motivo se ha inmediado tanto el un tiempo con otro que por el venidero mes de mayo se da principio a las siembras en este estado” continuando que “no es dudable en sumo atraso la concurrencia a los ejercicios porque los más se ven muy distantes que les es forzoso perder parte del día sábado, todo el domingo y parte del lunes para regresarse a sus casas”.
  

La preocupación de un atraso en las tareas agrícolas-ganaderas explicitaba la doble realidad de la zona que, abastecía de productos a la ciudad sin dejar de ser zona próxima a la frontera, espacio de contención y contacto con el otro, con el indio. Escribe el militar: "En atención a lo que me representa VM sobre grave atraso que se seguirá en esa jurisdicción, por hallarse los más muy distantes atendiendo a la labranza y cuidado de sus Huertas y haciendas cuyas faenas no pueden omitir en la presente estación, prevengo a VM que hasta tanto sin grande incomodidad pueden concurrir a otros ejercicios se citen solamente los que por hallarse más cercanos al paraje no experimenten tan notable perjuicio”.
  En misiva del 12 de abril aclara que, para la: "enseñanza de los ejercicios a aquellas milicias […] se eligió la Capilla de los Remedios, por ser la más Inmediata”, informando los capitanes que la falta de concurrencia de los labradores se debió a “que estaban lo más ocupados en vender sus Cosechas, fuera del partido”. A las obligaciones que no resistían espera, se le sumaba la reticencia de los que eran destinados a servir en las guardias y fortines, ya que pasaban a ser condenados a penurias por el pago de sueldos con retrasos, lo que solían generar problemas de disciplina y de deserción.
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Quinta Santa Bárbara

   La Municipalidad compró la Quinta Santa Bárbara se puso el cartel en venta de la Quinta Santa Bárbara, empecé a pensar en alternativas para tratar de adquirirla. Me parecía una pérdida enorme su posible demolición. Después de estudiar el asunto, encontramos una alternativa. Cada desarrollo o emprendimiento que llega a Ezeiza, debe ceder por ley un terreno al municipio. ¿Qué se hace habitualmente? El que va a hacer el emprendimiento compra la tierra en otro lado y se la da al municipio. En Spegazzini comenzó un loteo, llamado El Remanso, y les propusimos que nos ayudaran a la compra de la quinta, declarada por el HCDE como monumento histórico. Tras algunas idas y vueltas, logramos que El Remanso aceptara, lo que permitió concretar la compra, y en breve realizaremos la escritura”. —¿Cuál son los próximos pasos? —Una vez que escrituremos y nos entreguen las llaves, empezará un proceso de evaluación. Por un lado, debemos buscar a las personas idóneas para restaurarla completamente y ponerla en valor. Por otro, veremos qué proyecto cultural e histórico concretar, con libre acceso para que los vecinos puedan ir. Tal como alguna vez conversamos con la doctora Claudia Muscio, directora del Museo de Historia Regional, nos gustaría que pueda ser visitada por escuelas y, además, integrarla a un circuito turístico local, con cuatro o cinco puntos claves de nuestra historia.

  La Quinta Santa Bárbara está ubicada en la avenida Néstor Kirchner y General de Vedia. La historia cuenta que Nicomedes Pierotti, un italiano afincado en Lomas de Zamora, mandó edificar en 1893 una villa de cinco hectáreas ubicada a veinte cuadras de su fábrica de pólvora fundada en Monte Grande en 1879, que proveía al Ferrocarril Sud para sus canteras en Tandil. La bautizó “Santa Bárbara” en honor a la patrona de la artillería, relacionada con los explosivos en los barcos. Una trágica explosión ocurrida en su polvorín hacia 1898 causó pérdidas humanas. En 1912 vendió la propiedad a Miguel Ferrari y a su esposa, Emma Pravaz. Desde 1912, la casa permaneció en manos de esta familia, que la conservó hasta en sus más mínimos detalles. El abogado Horacio Ferrari, uno de sus hijos, estuvo casado con la actriz Rosa Rosen, por lo que la quinta también atesora recuerdos imborrables de esta célebre artista argentina. La vivienda es una típica villa italiana muy difundida durante la segunda mitad del siglo XIX, lo que entronca el origen de ambas familias con una tipología tan ligada al sustancial aporte que esta inmigración legó al patrimonio cultural de nuestra comunidad.

Periódico La Palabra de Ezeiza (27/02/2025)

Nacimiento de Ezeiza. Una foto

   La asunción de Alejandro Granados se produjo en uno de los momentos más altos de popularidad de Menem, cuando su plan económico parecía transformar radicalmente la matriz productiva del país, en una época que algunos llamaban “el fin de la historia”. La ceremonia tuvo lugar en el Barrio Justicialista Uno (donde comenzó funcionando el Concejo Deliberante de Ezeiza), en un acto emblemático que reflejó la histórica relación del municipio con los gobiernos justicialistas. Así lo muestra la fotografía tomada por un reportero gráfico de La Palabra, que acompaña esta nota. En la imagen se distinguen Alejandro Granados junto a Carlos Saúl Menem; el gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde; el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Alberto Pierri; el ministro de Obras Públicas de la Provincia, Hugo Toledo; la diputada nacional Dulce Granados (hoy titular del HCDE); y el presidente del HCDE, Edgardo Amarilla. Aparecen también ediles locales y futuros funcionarios, entre ellos un joven Gastón Granados, actual intendente de Ezeiza, junto a su hermano Alejandro. Estas relaciones harían que, entre 1995 y 1999, Alejandro Granados concretara una importante cantidad de obras públicas y en su reelección de 1999 consiguiera casi un 60% de los sufragios. Poco después, el programa económico de Menem (continuado por el radical Fernando De la Rúa, que ganó las elecciones en 1999) comenzó a entrar en crisis, mientras el peronismo se enredaba en crecientes tensiones internas. Tras la renuncia de De la Rúa, Eduardo Duhalde (ya constituido en principal rival interno de Menem) asumió como presidente interino entre 2002- 2003. Esto abrió el camino a una nueva etapa del peronismo, que desde el 2003 encarnó un nuevo rostro con Néstor Kirchner y Cristina Fernández como figuras centrales. Interpretando los nuevos vientos, Menem aceptó ocupar un rol secundario, desempeñándose como senador nacional por La Rioja desde 2005 hasta su fallecimiento en 2021 en medio de la pandemia del Covid-19, bajo la presidencia justicialista de Alberto Fernández, acompañado por Cristina Fernández como vice.
  

Existen similitudes entre el tiempo de Menem y el presente marcado por Javier Milei, en torno al surgimiento de nuevos líderes globales, el problema de la inflación y la intención de un nuevo presidente de implementar una agenda liberal en materia económica. Sabemos algunas cosas que van a pasar, porque ya están pasando: a la par de la estabilización monetaria, hay despidos, caída del empleo, el cierre de pymes y la entrada de productos que afectan a la producción local. Sin embargo, hay una notable diferencia: en aquel entonces, la transformación se impulsó desde el peronismo. Hoy, el gobierno ha puesto al peronismo, a la izquierda y a todos los colectivismos como sus principales enemigos, aun cuando algunos de sus adherentes sean conversos con pasado justicialista. El gobierno local, en esta nueva configuración, políticamente se referencia con la provincia de Buenos Aires y la gobernación de Axel Kicillof, manteniendo una relación institucional con la Nación. Continúa una línea: durante estas tres décadas, la marca “Primero Ezeiza” ha permitido a la administración local nunca perder de vistas a las demandas locales. Treinta años después, la postal de Barrio Uno sigue siendo un testimonio del nacimiento del distrito y, a la vez, una instantánea de una época que parecía monolítica y que años después se esfumó dejando a Menem en el camino. Aunque desconocemos a ciencia cierta qué puede decirnos sobre el papel de los distintos ismos en el presente ciclo, podemos aventurar que, en esta Argentina pendular, las hojas en blanco del porvenir se irán llenando de sorpresas análogas a las que descubrimos cuando miramos una fotografía y nos sumergimos curiosos en lo que alguna vez sucedió
 
Por José María Marcos
Director de La Palabra de Ezeiza

jueves, 3 de abril de 2025

Testimonios en la Vigilia por Malvinas en Ezeiza

El martes desde las 19 se llevó a cabo una jornada de memoria y compromiso con nuestra historia para honrar a nuestros héroes locales. Por iniciativa del docente Sergio “Tuni” Aguilar, autor del libro “Gesta de Malvinas. 40 años”, y con la conducción de las autoridades educativas del distrito, se llevó adelante la vigilia en el anfiteatro de las Naciones, detrás del edificio municipal.
Informe: Juan Carlos Ramirez Leiva (Junta de Estudios Históricos del Distrito de Ezeiza)
Foto: gentileza Graciela Burgos
► Luis Ferraro: “Estuve destinado en el General Belgrano, allí fui panadero. Como hacía 10 meses que estaba en el crucero y habíamos navegado muchas veces, pude salvarme ya que conocía el barco. Cuando regresé a casa me bajaron en Siglo Veinte y me subí a un colectivo pero el chofer me quiso cobrar el boleto y yo no tenía un peso. Justo antes de bajar un amigo, Luís, me reconoce y me pago el boleto. Una cosa de locos, son las miserias de la guerra”.
► Héctor Césari: “Fui destinado a los aviones Hércules C-130 y realice varios viajes al continente, volando a alturas normales. Todo fue muy lindo hasta el primero de mayo, cuando llegó el primer bombardeo y destruyeron la pista de aterrizaje, la que se tuvo que volver a construir. En el Hércules, yo hacía el radar pero casi no podíamos prender la radio (para que no nos ubicaran). Salíamos de madrugada desde Puerto Deseado y volábamos a cuatro o cinco metros sobre el mar cuando no estaba muy picado; las olas pegaban en la panza del avión. Volábamos casi “ciegos”, apenas un pantallazo en el radar; recién encendíamos la radio minutos antes de aterrizar en Puerto Argentino y ya sobre la pista los encargados tiraban los bultos que transportábamos. Lo que más me impacto fue cuando regresábamos con tantos chicos jóvenes mutilados, heridos, chicos que estaban haciendo el servicio militar, oficiales y suboficiales, personal civil. Salíamos de la isla y hasta que llegábamos al continente íbamos rezando. Cuando finalizó la guerra regresamos por la puerta de servicio. Yo llegue como a las tres o cuatro de la mañana a mi casa desde El palomar, que ni sabía en dónde quedaba; y pagándome mi propio pasaje, vestido de verde y mochila al hombro. Vivía en Ezeiza, a cinco cuadras de la estación, cuando entre a casa mi nene se despertó y lloró”.
► Esposa e hijos de un veterano de Malvinas: “Mi esposo, Fernando Alturria, es un veterano de guerra. Era cabo del ejército cuando le toco ir desde Mercedes (Corrientes); con 17 años tuvo siete hombres a cargo y fue uno de los primeros en caer prisionero. Son héroes contemporáneos que no fueron reconocidos cuando termino la guerra, los trajeron escondidos a Campo de Mayo y se les prohibió que hablaran de Malvinas; por años fueron ignorados. Las secuelas de Malvinas provocó, por ejemplo, muchos casos de divorcio. Por años en casa no se escuchaba música en inglés, ni se consumía nada británico. Nosotros tenemos cinco hijos, y ellos también son héroes. Les ha tocado a los hijos de los veteranos, encontrar al papá llorando en algún rincón, debajo de lamesa, debajo de la cama. Secan sus lágrimas, se bancan al papá, al que llora como un niño, el que a veces incluso hasta puede ser agresivo. Los hijos también son héroes. Los veteranos no siempre pueden hablar de lo que les pasó en las islas, pasó mucho tiempo antes de que en una charla que estaban dando, me enterase que él fue elegido por los ingleses para integrar el grupo que recogió los restos de los caídos en combate, los restos de sus compañeros”.

Publicado en La Palabra de Ezeiza, jueves 3 de abril 2025

domingo, 2 de febrero de 2025

Primeros vuelos

  Las tierras de la actual ciudad de Longchamps, formaban parte de la estancia "La Magdalena" (200 km2). Sucesivos fraccionamientos permitirían que el Lomas Jockey Club donara tierras para la constitución de "Villa Longchamps", un aeródromo, un autódromo, un campo de "ejercicios físicos", y el "Hipódromo de Longchamps".
 

  Corrían tiempos en que jóvenes intrépidos volaban rudimentarias máquinas sin seguridad alguna pero con gran entusiasmo. Uno de ellos era el fundador del Aero Club Argentina (1908), quien invitó a varios aviadores franceses a volar en Buenos Aires, en el marco del Centenario de la Revolución de Mayo.
  Henri Brégi (1888-1917), se embarco para estos lares en el vapor Paraná, llegando con dos aviones a nuestro puerto el 8 de enero de 1910. El diario La Nación publicó una una crónica de lo que sucediera el 6 de febrero de 1910: "Un cúmulo de previsiones pesimistas motivadas por el fracaso de anteriores tentativas hizo que el público escasease ayer en el aeródromo de Villa Longchamps. Pocos fueron -tres mil apenas- los entusiastas que, colocándose por encima del pesimismo ambiente, concurrieron a presenciar los vuelos del aviador Bregi. Su constancia tuvo premio y ayer, en las horas serenas del crepúsculo, les fue dado asistir a la conquista del aire por un hombre joven, lleno de energías, sobre la admirable máquina cuya fragilidad dice el constante peligro".
 
  Siguiendo los pasos de los hermanos Wright, quienes 6 años antes habían realizado el primer vuelo mundial, en aquella tarde histórica y tras dos vuelos, Brégi se a 60 metros a una velocidad de 40 km/h. Se convertía así a los 21 años, en ser el primer aviador en pilotear un aeroplano a motor en Sudamérica. El record obtenido en el Hipódromo de Longchamps, fue constatado por la Comisión Oficial del Aero Club Argentino.
  Nuestra región no se quedaba atrás en el afán de emular a los pájaros, los que comenzaban a perder aceleradamente su monopolio del espacio aéreo. Al globo "Huracán" le corresponde el mérito de ser el primero en descender en nuestra región, ya que en su tercera ascensión el globo asignado al jefe socialista Alfredo Lorenzo Palacios, bajó en Monte Grande (12/09/1909). El “Huracán” volvió a visitarnos una tarde veraniega piloteado por el teniente 1ro. Raúl Enrique Goubat (brevet Nº 14), quien unió el Parque Aerostático de Belgrano con el campo del señor Ávila (Monte Grande), en donde aterrizó a las 17 hs. 30´ del 7 de febrero de 1913. Dejándose guiar por el sargento 1ro. Francisco Sánchez (brevet N º 16 del 20/03/1913), pero enfilando para donde quería, en el vuelo del 18/05/1913 el “Huracán” conoce las tierras de Tristán Suárez donde desciende a las 17 hs. 10. Siguiendo con nuestro globo inconformista, en nuevo vuelo desde el Parque Aerostático de Belgrano, vuelve a ascender el 28/06/1913 piloteado por el Teniente Carlos Jiménez Kramer (brevet Nº 22 del 12/11/1913). Tras volar 1 h. 20´ el “Huracán” desciende en Ezeiza y le reconoce de hecho, su destino de aeroestación.
  Quizás Kramer decidió festejar su vuelo en el bar de Gaddini, frente a la estación; quizás en lo de Goñi, donde los chicos mirarían asombrados. O tal vez, estuvo en la Cueva de Harguindeguy, no lo sabemos. Capaz que don Juan Bueno, que aún no era don porque apenas 4 días antes había cumplido 16 años, lo habrá mirado extrañado; no se lo perdería don Serrano y en el almacén de Antonio Arruiz habrá sido motivo de conversación. ¡Y no dudamos que Juanita Corbeta estaba perfectamente enterada!
  Vaya a saber por qué, pero tal llamativo evento no quedó registrado en la memoria de nuestros vecinos. Las fuentes consultadas no lo aclaran pero podemos inferir que el regreso a la ciudad del Teniente Kramer, fue en un tren del inglés Ferrocarril del Sud. Habrá saludado al jefe don Ramón Salas y a doña Rosa, su esposa. Luego habrá abordado en la estación de Ezeiza; después de pagar su boleto, por supuesto.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 28 de enero de 2025

La lista del sifonero

  ¡No sabés lo que encontré! Me dice Cata con ojitos brillantes y saca un papel amarronado con un listado de nombres con números al lado, que por allí habla de sifones: ¡ La lista del sifonero! La encontró en un libro viejo que le regaló el vecino de apellido Real a Roque Saracino. Real era electricista ¿ habríamos descubierto otra ocupación que tendría este buen señor?
 
Ahora sabemos sobre algunos vecinos que tomaban soda hace unos cincuenta años en el pueblo, Copiamos el listado, respetando la ortografía del original:
Galazo (6- 4); Tonini (6- 4); Fuentes (6- 4) ; Miguens (6- 4); Domínguez (18-12); Harguindeguy (7- 35); Castro (6-4); Mónaco (3-2); Giple (3- 2); Lena (3 -2 ); Kravich (12- 8); Cordobesa (4- 2); Chiclana (3 -2 ); Fernández (3- 2); Kuglien (8- 55); Pascuaré (6- 4); Guarna (6- 4); Bastillini (3- 2- 800); Rebagliati (3- 2); Ginochio (3- 2); Vidal (3 -2); Gutierres (3 -2); Fuentes (3- 2); Vega (8- 4); Cerrato (1- 0 -5); Lithixt (6-3); Muños (7- 4); Garcia (3 -2); Zapatero (6- 4); Arruiz (12- 6); Sanches (3 -2); Vazquez (4- 2- 12-15 - 1050 -1160); Bellini (6- 4); Orlandi (6 -4); Masaferro (6 -4); Lavilla (12- 8); Alves (6- 4); Buttice (6- 4); Aceitero (6-4); Chiclana (6 -4); Arriaga (6 -4); Touceda (3 -2); Echeverría (3 -2); Gimenes (6- 4); Albañil (3-2); Tasara (3-2); Toledo (6- 4); Meyer (3- 2); Muñoz (3- 2); Vega (15 -75); Goñi (18- 9); Sanches (3 -2-126- 7,85- 715); Fuentes (6- 4); Pasineri; Rodríguez (6- 4); Navas (6- 4); Spinetto (12- 8); Giple (3- 2), Lena (3- 2); Toledo (3- 2); Kravich (6- 4); Domínguez (12- 8); Delfino (6- 4); Ga...lini (3- 2); Guarna (6 -4); Marcel (6- 4); Rebagliati (3- 2); Ginochio (3- 2); Garcia (3- 2); Muñoz (6-4); Vega (11- 55); Gutierres (3- 2); Vila (3- 2); Lithixt (6- 3).
  En otra parte se ven cuentas y “Masaferro entregó 6 sifones”/ “Alves debe 1 cajón
  Leyendo los apellidos que conocemos y localizamos espacialmente imaginamos el recorrido, así vemos al sifonero por la avenida Circunvalación (hoy autopista a Cañuelas), por donde vivían las familias Domínguez, tenían transportes para llevar los tarros de leche a la estación de trenes, y Harguindeguy, que atendían un almacén, bar y surtidor de nafta, creemos que sería el fondo entonces porque cerca en la lista figuran los “Kravich”- en realidad el apellido es Krawiec- que tenían invernáculos vidriados donde cultivaban flores como gladiolos y calas, y esas alargadas construcciones las tenían en grandes terrenos. 
  Nos imaginamos que luego se acerca a las vías del tren porque figuran los apellidos Pascuaré, el constructor de casas, que vivía por Tucumán y Reina Elena y Guarna, el panadero que tenía su establecimiento en Garibaldi (hoy Pravaz) y Vicente López y Planes. Habrá mirado que no viniera el tren y lo pise, la ruta creemos que la pudo cruzar sin muchos reparos, como no pasaban muchos autos tenía utilidad también de vereda, y dejó su burbujeante carga en lo de Rebagliati, el médico; Ginochio que vivía en Emilio Mitre y la ruta frente a la barrera; Vidal, el idóneo que puso la primer farmacia en el pueblo y que suponemos ya mudado a la esquina de D. French y la ruta, y lo de Gutiérrez que vivían pegado a las vías por French (actualmente la altura es 7). Por esa misma arteria a mitad de cuadra estaba el almacén y bar de Vega, una cuadra y media más allá sobre la misma vereda en esquina tenía su almacén Cerrato (hoy es la panadería La Nueva de aquí en frente). En la cuadra siguiente lo imaginamos cruzando a mitad de calle para ir a lo de Muñoz. En otro tramo de la lista lo localizamos en lo de vecinos cercanos a Canning como los Mazaferro, que cultivaban también flores y hoy existe algún descendiente con vivero, y los Alves, que siembran aún hortalizas en un predio sobre la calle Larralde.
 

  La provisión de soda a Vega, Goñi y Harguindeguy iría con destino a sus comercios de almacén y bar porque la suma de los sifones superaba ampliamente el promedio que consigna en los otros vecinos. Sólo identificamos a una mujer de la que no debía saber cómo se llamaba porque la anotó como “cordobesa”, tal vez era una recién llegada con las migraciones internas que se produjeron para la década del ‘40 y ’50 en nuestros pagos a propósito de la construcción del aeropuerto, para la fecha en la que se escribió la lista era una nueva en el pueblo. Vemos que a otros posibles recién llegados se los identificó con la profesión u oficio que ejercían: el aceitero, el albañil y el zapatero.
  Queda por completar quién era entonces el repartidor de soda, si el reparto lo haría el carro, camioneta o qué, de dónde provendría la soda, de cuándo data la lista, cómo era la forma de pago. 
 Este material nos puede resultar un documento estimulante para desentrañar aspectos del pasado. Hoy sólo hemos aprovechado las pistas que nos sugirieron los apellidos que identificamos aún viviendo en la memoria de los vecinos o en presencia en el pueblo. Hoy sólo intentamos hacer cobrar vida a lo que en apariencia era un papelito viejo olvidado entre las páginas de un libro. 

Redacción y elucubración de conjeturas: Lic. Patricia C. Faure
Hallazgo e investigación:  Catalina Saracino

miércoles, 15 de enero de 2025

Don Pedro Rubén Campomar Rotger

  Don Pedro Rubén Campomar Rotger, historiador local de Esteban Echeverría, cumplirá el sábado 18 sus primeros cien años. "Rubí", como lo llaman sus allegados, nació en 1925 en la ciudad de Buenos Aires, en la calle Rincón al 1900. Su abuelo, quien tenía una panadería en Constitución, compro una quinta en Monte Grande, ciudad cabecera del distrito echeverriano, a la cual se mudó esta familia de catalanes. Puede decirse que todos sus años fueron vividos en el mismo barrio, misma calle, misma vereda y misma puerta, según le gusta decir a don Campomar, quien curso sus estudios en el  colegio Euskal Echea, de Llavallol.
 

En 1939, integró  la redacción del periódico “Juventud”, y desde 1955, y por varios años, fue editor de la revista mensual técnica “La Oficina Ilustrada”, primera especializada en máquinas de escribir y calcular publicada en Buenos Aires. Por años fue corresponsal de “La Prensa”, colaboró en “La Voz del Pueblo”. “El Guillonense”, “La Noticia”, “Dinámica”, “Tiempos Modernos”, “Palabra”, “Guillón al Día”, “El Ciudadano”, “Urbano Echeverría” y en la revista “Metro”, entre otras.  Participó en distintas agrupaciones y fue fundador de Amigos de la Avenida Nuestras Malvinas y, del Círculo de Periodistas de Esteban Echeverría. En 1976 integró la Comisión de Apoyo fundadora del Museo Histórico del municipio de Esteban Echeverría. El 7 de octubre de 1978 fundó la Junta de Estudios Históricos de Esteban Echeverría, participando en jornadas, encuentros y congresos de historiadores regionales a nivel municipal, provincial e internacional. 
  Por vivir siempre en la ciudad de sus sueños, en Independencia y Boulevard La Plata - hoy Nuestras Malvinas-, conoce al dedillo los pormenores de su historia, la que retrato en sus muchas publicaciones (tiene 16 libros registrados con ISBN y cientos de artículos publicados en diferentes medios).
En 2001, la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia, destaco su labor y trayectoria como historiador del partido de Esteban Echeverría. En 2002, fue declarado Ciudadano Ilustre, y en el 2006, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación lo nombró Mayor Notable Argentino.
A sus conocimientos adquiridos por vecindad, se le sumo su  incansable labor en archivos. La curiosidad y necesidad de contar son cualidades necesarias en los historiadores regionales, y  en él, siempre están presentes. Le debemos los vecinos del Distrito Ezeiza, las bases y el incentivo para seguir desentrañando nuestras raíces, totalmente ligadas a su quehacer como investigador dado que Esteban Echeverría es nuestro distrito madre.


Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Las Tres Marías

  Quienes turistean por Ezeiza, no se pierden la ocasión de buscar un lugar apropiado para ver aterrizar o despegar los aviones. Es probable que la mayoría de ellos piensen que los habitantes de las áreas cercanas al aeropuerto Ministro Pistarini, se sientan comúnmente molestos por el tráfico aéreo debido al inevitable ruido causante (el Municipio de Ezeiza cobra una indemnización por el daño acústico provocado en sus habitantes), sin embargo, no es la generalidad.
  Es común que el transeúnte levante la cabeza para mirarle la "panza" al avión de turno, cuando las rutas de ambos coinciden. No importa la cantidad de veces que lo hizo en su vida, ni que haya nacido en Ezeiza mismo. También es posible que pueda identificar si es una avioneta. un avión de pocas plazas, o un monstruo del aire, un helicóptero grande o uno chico, sin necesidad de mirarlo. Y los más veteranos, atravesados también por la fascinación hacia los aviones, recordamos los distintos sonidos de bimotores o cuatrimotores pero más recordamos aún, cuando el cielo ezeicino comenzó a ser surcado por un avión...  "¡a chorro!".
  El 2 de marzo de 1959 aterrizó en Ezeiza el primer Comet IV, a reacción, con turbinas ¡Sin hélices! Fue el primero de los siete que tuviera Aerolíneas Argentinas, la primera empresa en tenerlos en sudamérica. Tras 16 horas de vuelo, la tripulación integrada por el Comandante Aníbal Ernesto Aguirre, el piloto James Stanley Llense, el técnico de vuelo Hugo Ciglutti, el navegante Carlos Busti, el operador de radio Salvador Iglesias, comisario de a bordo Tomás Bone, y María Crespi y Alicia Corallo como auxiliares, llegaban a Ezeiza. Días después, el 06 de marzo, en una ceremonia presidida por el presidente Arturo Frondizi, fue bendecido el avión LV-AHN, dándosele el nombre de “Las Tres Marías”.
  En la tarde del martes 24 de marzo de 1970, el LV-AHN partió de Córdoba con destino a Jujuy, con 61 pasajeros y siete tripulantes. Volando sobre Tucumán, el comandante Mario Garabagno informó que se dirigía a Chile con personas armadas a bordo. Una joven aparentemente embarazada, con una pistola calibre 32 y un hombre con un arma calibre 45, habían tomado el control obligando a pasajeros y auxiliares a ubicarse en la parte posterior de la nave. Mientras la mujer cuidaba la puerta que separaba las dos cabinas de pasajeros, el secuestrador controlaba el puesto de comando y a la tripulación más una azafata. Tras reabastecerse en Santiago, volaron a Lima en donde descendieron trece niños y un enfermo cardíaco.
  Como los secuestradores ignoraban que el Comet necesitaba un grupo electrógeno particular para arrancar, se retrasaron nueve horas, tiempo en el cual liberaron varios pasajeros . En horas del mediodía, despegó con destino a La Habana, en donde aterrizaron cinco horas y media después tras surcar los 4.000 km. de distancia. En Cuba, la tripulación descanso mientras aguardaba la mejora del tiempo. Con la excepción de los secuestradores, a los que se les perdió la pista, todos fueron alojados en el hotel Habana Riviera, donde estuvieron internados. Para su entretenimiento recibieron literatura política y el último día los llevaron recorrer la ciudad. El 28 de marzo, el Comet IV partió hacia Buenos Aires arribando el día 29, luego de su aventura no programada pero si de alto vuelo.
  El diario Clarín del 31de marzo de 1970, informaba que el Comet IV LV-AHN "Tres Marías", realizó el primer vuelo de un jet comercial a la localidad de Posadas. El mismo demandó tan sólo 1.14h. A partir de este momento se implementaron vuelos regulares, los días miércoles y sábados, a la capital de Misiones.
  
  El Comet IV LV-AHN,el primero en integrar la flota de 7 Comet IV, fue el último en ser desafectado. Las Tres Marías salió del servicio en diciembre de 1971, con casi 30.000 horas de vuelo y una aventura con final feliz.


Por: Juan Carlos Ramirez Leiva


jueves, 19 de diciembre de 2024

"Que se vayan todos"

  Entre el 19 y el 20 de diciembre de 2001, una brutal represión ordenada por el presidente Fernando de la Rúa, terminó con la vida de 39 ciudadanos y más de 500 heridos. Una vez más, el Estado de Derecho  fue violentado sepultando a  la Justicia y a los reclamos sociales, debido al  no menos violento ajuste económico que llevó a cabo el gobierno.
   El sistema político estaba envuelto en graves sospechas de corrupción desde que en abril del año 2000, se diera a conocer que para aprobar la Ley de Reforma Laboral (Ley 25.250), el Ejecutivo pago coimas a los senadores opositores. El escándalo, que fue conocido como Ley Banelco, no conmovió a la justicia, la que no se digno siquiera llamar a declarar al que fuera Secretario Parlamentario Mario Pontaquarto, quien realizó declaraciones públicas afirmando que había retirado el dinero a repartir, en la misma SIDE. Quince años después, la causa prescribió para alivio de oficialistas y opositores, sin pena ni gloria ni justicia.
  El estallido social surgente por la crisis económica que golpeó impiadosamente a la sociedad, y lo irracional de la represión, provocó la renuncia y huida en helicóptero del entonces presidente. Esto dio lugar a una a una crisis institucional que llevó a que cinco congresales ejercieran el Poder Ejecutivo, en pocos meses.
 

La prolongada crisis (comenzó en 1998 y se extendió hasta el 2002), provocó una huelga general declarada por las centrales obreras que movilizó a sindicados y a quienes no lo estaban. Se cortaron calles y rutas, además de saquear supermercados y el encono llegó a un grado máximo cuando desatinadamente, el presidente decretó el Estado de Sitio. Lejos de amilanarse, la reacción fue que miles de personas manifestaron el descontento. La respuesta del ejecutivo fue homicida, asesinaron a 39 ciudadanos entre los cuales, habían siete menores entre 13 y 18 años. El 20 de diciembre, a las 19 y 37 hs., el presidente Fernando de la Rúa se fugó en helicóptero desde la Casa Rosada.
   Hubo quienes no dudaron en relacionar esta violencia contra el pueblo con el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, resaltando la enorme diferencia en que en aquella oportunidad, la furia de la derecha buscaba provocar un golpe de estado para derrocar al peronismo mientras que en el 2001, la violencia homicida fue ejercida por un gobierno legal en contra de quienes le habían confiado el mandato, de quienes lo habían encumbrado en el poder.
  Noticias del pasado que pueden volver a ser presente. Recesión, empobrecimiento de la clase media, aumento de la pobreza y de la indigencia, concentración financiera de la riqueza. Mismos escenarios, mismos protagonistas. Sordera institucional y políticos desentendidos.
  Finalmente la justicia, una década después, estableció una condena firme para quienes fueron sindicados como responsables políticos de la represión. Un dato curioso, cada 19 de diciembre, se celebra Santa Eva.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

viernes, 13 de diciembre de 2024

Bar Berutti

El término Bar, designa a un establecimiento comercial en el cual los clientes consumen bebidas alcohólicas y no alcohólicas, aperitivos, infusiones, algún alimento como ser tapas, bocadillos, sándwiches, entre otros. De acuerdo a la investigación de la profesora Marcela Quiroga, esta definición para el caso del Bar Berutti de Tristán Suárez es insuficiente, ya que el bar además era Restaurante, Café, Pensión y cita obligada de paisanos. En un bar convencional se halla una zona pública para clientes y otra privada para el dueño y los empleados, separada por una barra, pero, según testimonios de la época no fue el caso del Bar Berutti, ya que esta zona tendía a fundirse en una sola, debido a la familiaridad con que eran tratados sus clientes.
En el año 1909 se construyó el bar en la Avenida San Martín Nº 55 (hoy, N. Kirchner). ¿Cuáles eran las características que lo distinguían de un bar convencional? Basándonos en el testimonio de Berutti, este lugar tuvo una estructura moderna y bien equipada: equipo propio de electricidad, dos ventiladores de techo acompañado de “tres arañas de tres luces cada uno con brazos de bronce y kaireles esmerilados.” Además su mobiliario consistía en mesas de cedro, sillas importadas de Viena con esterillas y estantería de roble con vitraux. Con respecto a los elementos propios de un bar este contaba con: máquina conservadora de leche y café en recipientes de porcelana. Posteriormente se instalaría una máquina Express, una heladera de hielo y una máquina de hacer helados manual.
Ofrecía variedad de entretenimientos pero como primer elemento la música, donde se destacó un piano y una guitarra. El primero funcionaba introduciendo una moneda de diez centavos en una ranura, marca “Fratti”. Ofrecía tangos como “La Payanca”, “El Flete”, y “El Cachafaz”, pero también valses, operas y jotas.
En el caso de las actuaciones en vivo sobresalió Don Gabino Ezeiza, contando con la guitarra del local. Podemos advertir que este tipo de animadores han tenido continuidad y permanencia teniendo su origen en las pulperías, además de mencionar algúna “cancionista” de pasada. Otros espectáculos estuvieron vinculados a presentaciones de traga sables, lanza fuego, equilibristas etc.
Un acontecimiento singular eran las despedidas de solteros (hombres), según el testimonio de Berutti la mayoría fueron organizadas en ese bar. El farmacéutico Picquart organizó varias despedidas y tenía por costumbre pedir una especialidad gastronómica: mayonesa con langosta de Chile (había que dirigirse a la capital para conseguir el producto).
En cuanto a las actividades deportivas cabe mencionar la cancha de bochas y el billar. Los hombres se divertían bailando valses, jotas, etc., acompañados por el piano, la guitarra, o el acordeón. Es necesario aclarar que las costumbres sociales de la época no incluyen a las mujeres en estos lugares. Se organizaban bailes familiares una o dos veces al año y estos acontecimientos motivaban el cambio de vestuario de manera completa incluso, con el imprescindible sombrero. Para la década de 1920 había “Matines danzantes”, que comenzaban a las 14 para finalizar entre las 18 y las 19 horas. Hubo actuaciones en vivo de conjuntos musicales, y los hombres abonaban $ 1 mientras que para las mujeres y los socios, era gratís.
Una actividad que se destacó fue el cine, siendo el primero del partido de Esteban Echeverría (municipalidad a la que pertenecíamos para ese entonces), en el cual se veían películas mudas como las de Chaplin y de convoy. No obstante lo detallado, no se puede hablar de un emprendimiento comercial basado en el entretenimiento sin analizar el elemento fundamental para su funcionamiento: los clientes. Estos provenían de la zona tambera, ya que Tristán Suárez era una zona lechera. Algunos clientes habituales eran, por ejemplo, un señor que tenía mucha fuerza y era apodado “el jorobado”, quien podía levantar mesas y sillas con sus dientes, y que se dedicaba a la recolección de huesos. Otro, llamado “chingolo”, que cavaba jagüeles para extraer el agua destinada a las haciendas. Había uno denominado “lindin” y “chinoto”, avicultores; también un hombre llamado el “canario” que juntaba maíz a maleta, entre otros personajes.
Una actividad que convocaba la atención de los clientes era el juego de naipes, acompañado de la bebida y el tabaco. Generalmente el juego era por una comida, que atraía a los denominados “gorriones”, personas que seguían las partidas y además trataban de ser incluidos en el festín. Con respecto a los pensionistas, éstos tenían pensión completa o media pensión y comían lo mismo que las familias que frecuentaban el bar, exceptuando los pedidos de minutas que eran simples. Uno de los pensionistas que se destacó fue José Jurado, jugador de golf que tenía por costumbre convidar copas a sus amigos.
En relación a los horarios, la investigadora Marcela Quiroga menciona que el fuerte de la concurrencia se producía los sábados y domingos. El último día era visitado por peones de campo, ya que era su día franco, y por los patrones. Todos juntos en el mismo establecimiento, dos clases sociales diferentes pero juntas, en un mismo lugar, celebrando. Puede interpretarse que los estancieros tuvieron antaño un comportamiento paternal hacia sus peones o que existe una contradicción, porque las elites no se mezclaban con sus empleados. Pero lo cierto es que en este caso, estaban juntos divirtiéndose en el bar Berutti.
Estos personajes son descriptos con afecto por parte del propietario, concluyendo que el bar era una zona que tendía a fundirse en una sola por la calidez con la que eran tratados sus clientes. En esa época y en ese bar, hubo dos mundos que convivieron: la modernidad vinculada a la tecnología y el confort, y al mismo tiempo, cierta tradición en la manera de vincularse con el otro.
El bar se complementaba con los almacenes de Ramos Generales, porque su funcionamiento principal era en horas de la noche, cuando los almacenes cerraban sus puertas.
Para finalizar, un grupo de chicos impulsaría más adelante la creación del club suarense, que luego se transformaría en el club Sportivo Tristán Suárez. El lugar donde soñaron ese proyecto, fue el bar Berutti. 


Por: Investigación Prof. Marcela Quiroga
Junta Estudios Históricos Distrito Ezeiza.