viernes, 13 de diciembre de 2024

Bar Berutti

El término Bar, designa a un establecimiento comercial en el cual los clientes consumen bebidas alcohólicas y no alcohólicas, aperitivos, infusiones, algún alimento como ser tapas, bocadillos, sándwiches, entre otros. De acuerdo a la investigación de la profesora Marcela Quiroga, esta definición para el caso del Bar Berutti de Tristán Suárez es insuficiente, ya que el bar además era Restaurante, Café, Pensión y cita obligada de paisanos. En un bar convencional se halla una zona pública para clientes y otra privada para el dueño y los empleados, separada por una barra, pero, según testimonios de la época no fue el caso del Bar Berutti, ya que esta zona tendía a fundirse en una sola, debido a la familiaridad con que eran tratados sus clientes.
En el año 1909 se construyó el bar en la Avenida San Martín Nº 55 (hoy, N. Kirchner). ¿Cuáles eran las características que lo distinguían de un bar convencional? Basándonos en el testimonio de Berutti, este lugar tuvo una estructura moderna y bien equipada: equipo propio de electricidad, dos ventiladores de techo acompañado de “tres arañas de tres luces cada uno con brazos de bronce y kaireles esmerilados.” Además su mobiliario consistía en mesas de cedro, sillas importadas de Viena con esterillas y estantería de roble con vitraux. Con respecto a los elementos propios de un bar este contaba con: máquina conservadora de leche y café en recipientes de porcelana. Posteriormente se instalaría una máquina Express, una heladera de hielo y una máquina de hacer helados manual.
Ofrecía variedad de entretenimientos pero como primer elemento la música, donde se destacó un piano y una guitarra. El primero funcionaba introduciendo una moneda de diez centavos en una ranura, marca “Fratti”. Ofrecía tangos como “La Payanca”, “El Flete”, y “El Cachafaz”, pero también valses, operas y jotas.
En el caso de las actuaciones en vivo sobresalió Don Gabino Ezeiza, contando con la guitarra del local. Podemos advertir que este tipo de animadores han tenido continuidad y permanencia teniendo su origen en las pulperías, además de mencionar algúna “cancionista” de pasada. Otros espectáculos estuvieron vinculados a presentaciones de traga sables, lanza fuego, equilibristas etc.
Un acontecimiento singular eran las despedidas de solteros (hombres), según el testimonio de Berutti la mayoría fueron organizadas en ese bar. El farmacéutico Picquart organizó varias despedidas y tenía por costumbre pedir una especialidad gastronómica: mayonesa con langosta de Chile (había que dirigirse a la capital para conseguir el producto).
En cuanto a las actividades deportivas cabe mencionar la cancha de bochas y el billar. Los hombres se divertían bailando valses, jotas, etc., acompañados por el piano, la guitarra, o el acordeón. Es necesario aclarar que las costumbres sociales de la época no incluyen a las mujeres en estos lugares. Se organizaban bailes familiares una o dos veces al año y estos acontecimientos motivaban el cambio de vestuario de manera completa incluso, con el imprescindible sombrero. Para la década de 1920 había “Matines danzantes”, que comenzaban a las 14 para finalizar entre las 18 y las 19 horas. Hubo actuaciones en vivo de conjuntos musicales, y los hombres abonaban $ 1 mientras que para las mujeres y los socios, era gratís.
Una actividad que se destacó fue el cine, siendo el primero del partido de Esteban Echeverría (municipalidad a la que pertenecíamos para ese entonces), en el cual se veían películas mudas como las de Chaplin y de convoy. No obstante lo detallado, no se puede hablar de un emprendimiento comercial basado en el entretenimiento sin analizar el elemento fundamental para su funcionamiento: los clientes. Estos provenían de la zona tambera, ya que Tristán Suárez era una zona lechera. Algunos clientes habituales eran, por ejemplo, un señor que tenía mucha fuerza y era apodado “el jorobado”, quien podía levantar mesas y sillas con sus dientes, y que se dedicaba a la recolección de huesos. Otro, llamado “chingolo”, que cavaba jagüeles para extraer el agua destinada a las haciendas. Había uno denominado “lindin” y “chinoto”, avicultores; también un hombre llamado el “canario” que juntaba maíz a maleta, entre otros personajes.
Una actividad que convocaba la atención de los clientes era el juego de naipes, acompañado de la bebida y el tabaco. Generalmente el juego era por una comida, que atraía a los denominados “gorriones”, personas que seguían las partidas y además trataban de ser incluidos en el festín. Con respecto a los pensionistas, éstos tenían pensión completa o media pensión y comían lo mismo que las familias que frecuentaban el bar, exceptuando los pedidos de minutas que eran simples. Uno de los pensionistas que se destacó fue José Jurado, jugador de golf que tenía por costumbre convidar copas a sus amigos.
En relación a los horarios, la investigadora Marcela Quiroga menciona que el fuerte de la concurrencia se producía los sábados y domingos. El último día era visitado por peones de campo, ya que era su día franco, y por los patrones. Todos juntos en el mismo establecimiento, dos clases sociales diferentes pero juntas, en un mismo lugar, celebrando. Puede interpretarse que los estancieros tuvieron antaño un comportamiento paternal hacia sus peones o que existe una contradicción, porque las elites no se mezclaban con sus empleados. Pero lo cierto es que en este caso, estaban juntos divirtiéndose en el bar Berutti.
Estos personajes son descriptos con afecto por parte del propietario, concluyendo que el bar era una zona que tendía a fundirse en una sola por la calidez con la que eran tratados sus clientes. En esa época y en ese bar, hubo dos mundos que convivieron: la modernidad vinculada a la tecnología y el confort, y al mismo tiempo, cierta tradición en la manera de vincularse con el otro.
El bar se complementaba con los almacenes de Ramos Generales, porque su funcionamiento principal era en horas de la noche, cuando los almacenes cerraban sus puertas.
Para finalizar, un grupo de chicos impulsaría más adelante la creación del club suarense, que luego se transformaría en el club Sportivo Tristán Suárez. El lugar donde soñaron ese proyecto, fue el bar Berutti. 


Por: Investigación Prof. Marcela Quiroga
Junta Estudios Históricos Distrito Ezeiza.

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