Nuestros veranos solían ser tan tranquilos que incluso había calamidades previsibles, como la que regularmente afectaba a los campos. No es extraño leer en las páginas del diario “El Vicentino” del domingo 5 de febrero de 1905, que: “Aquí se está dejando sentir la falta de lluvia con una gran sequía continua y larga, principalmente para las sementeras de maíz del presente año; sus resultados serán poco favorables a los agricultores, pues dichas sementeras están casi totalmente perdidas salvo muy raras excepciones. Al mismo tiempo las huertas y frutales, comparándolas con años anteriores” dan escasos y pequeños frutos.
Pese a la seca “aun no han sufrido las haciendas por haber permanecido los potreros muy bien de pastos”, dice la nota quizás escrita por Guillermo Gaddini o más probablemente, Eugenio Berasain; ambos, corresponsales habituales de la prensa regional e incluso, nacional.
En el verano siguiente y por el mismo periódico, el domingo 11 de febrero de hace cien años, se anoticia de que había “empezado a encender el campo del señor Juan Rower”. La noticia se complementa el domingo 18 de febrero de ese año de 1906, aclarando que “sólo fueron quemadas unas cinco cuadras aproximadamente, no tomando mayores proporciones el fuego por haberlo extinguido la cuadrilla de peones de la estación Tristán Suárez”. Sabemos también que colaboraron, por orden del comisario Acosta, el escribiente Daniel Juárez con un sargento y tres agentes, de los cuales no hemos podido rescatar aún sus nombres.
Juan Rowe era propietario de la estancia “Los Retamos”, que perteneciera a Susana Thompson y Brocksopp y que entró en sucesión hacia la década de 1930. En el Museo Regional de Tristán Suárez puede observarse un plano de Esteban Echeverría donde figura claramente la propiedad y del cual existe una copia en los archivos de la Junta de Estudios Históricos del Distrito Ezeiza.
Para quienes quieran recorrer hoy lo que quedó de aquella propiedad, vasta con llegar a la localidad de Carlos Spegazzini y tomar la calle Roma en dirección a Tristán Suárez. Notaran que las tierras donde se levantó el casco de “Los Retamos” son notoriamente más altas que la que se extienden desde la mencionada arteria hasta la autopista, quizás por la acción de los hornos de ladrillos que allí funcionaban el pasado siglo. A unos 400 metros del cruce de Roma con el Camino Real, la traza hacia el Este de una hilera de árboles con talas y eucaliptos sumamente añosos, forman una galería que comunicaba con instalaciones de las que puede notarse un galpón reciclado. Otro monte de eucaliptos y talas cerca del casco y desde allí, parte una nueva galería con árboles largamente centenarios, paralelas a las vías y en dirección N.E., hasta una tranquera que en la calle Concepción, apunta hacia la estación de Tristán Suárez.
Probablemente los eucaliptos sean de las primeras partidas en Argentina; algunos son tan anchos que superan los 5 metros de circunferencia y tal como están distribuidos, indican que fueron plantados luego que el trazado del ferrocarril en 1885 pusiera nuevo límites a sus propiedades. Tal vez cuando la ruta 205 fue trazada hacia 1936, la estancia abrió la tranquera hacia las vías que aún hoy se mantiene.
Juan Carlos Ramirez
Hoy ya no existen los eucaliptus largamente centenarios debido a la acción de una compañia privada y la desidia municipal hacia el patrimonio cultural distrito
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