Nuestro país suele oscilar entre los deseos de instaurar un orden pacificador, o implementar un orden descalificador de los que piensan o actúan diferente a los detentores del poder. Entre los primeros contamos la responsabilidad y el esfuerzo que asumía don José Hilarión Castro, cuando el 22 de enero de 1822 aceptó el nombramiento de Juez de Paz. Vecino de Cañuelas, nacido en Mendoza y casado con Justa Rufina Vidal en la parroquia de San Vicente, era socio de Pedro Ara en tierras, ganado vacuno, equino y pulpería.
Durante el gobierno de Martín Rodríguez, el ministro Bernardino Rivadavia dictó la ley de supresión de los cabildos, de origen hispánico. En su reemplazo, creó la justicia de paz dividiendo a la provincia en tres departamentos, encontrándose San Vicente y Cañuelas dentro del primero. En la ocasión se tomó conciencia, gracias a los reclamos del Alcalde, de la extensión del Partido de San Vicente, por lo que se dispuso crear el Partido de Cañuelas. Ese 22 de enero fueron nombrados 28 jueces de paz de campaña, por lo que existían entonces, igual cantidad de partidos (la ley habla de parroquias).
Prontamente el nuevo Juez, nombró a Ramón Carrizo como “Alcalde del Quartel 6” con competencia desde “Remedios hasta el Pueblo de San Vizente”, según consta en documento emitido en el “Partido de Cañuelas y Abril 2 de 1822”, por quien firmó como ”Jose Ilarión de Castro”. Don José Hilarión Castro no fue hombre falto de compromiso y para ese tiempo era Comandante de la Milicias de Campaña, jefe de los Colorados del Monte, y Alcalde de Hermandad de San Vicente. El nombramiento le había sido ofrecido al terrateniente Juan Manuel de Rosas en 1820, tras la crisis generada en la provincia por la invasión victoriosa de las montoneras lideradas por el caudillo Francisco “Pancho” Ramírez. Cuando el futuro “Restaurador” fue notificado de la imposición la rechazó, debido a que le quitaba tiempo para atender sus estancias. Pese a un “No ha lugar” del Cabildo y alegando que se lo impedían las inundaciones del Salado y las distancias, Rosas rechazó el cargo.
Los Carrizo, propietarios de pocas tierras que hoy estarían ubicadas en T. Suárez entre la estación y la autopista a Cañuelas, eran hombres pioneros que advertían las posibilidades de la cría de ganado ovino, compartiendo el espíritu de cambio del ministro de gobierno, Bernardino Rivadavia. Cuando los tiempos políticos cambiaron, aquellos que no adhirieron al concepto Federal de Juan Manuel de Rosas, fueron prontamente acusados de “salvajes unitarios”. Don Ramón Carrizo fue denunciado como unitario el 14 de mayo de 1831. Hombre casado y letrado, de 32 años, tenía regular fortuna y propiedad cerca de la colonial estancia Los Remedios. Portar el apellido Carrizo no era afortunado durante la gobernación de Juan M. de Rosas y así es como Don Ancelmo Carrizo también fue denunciado por unitario. Tenía su estancia en el “pasage de Remedios” y era un soltero de 30 años y regular fortuna pese a no saber leer ni escribir, cuando “se paso a Lavalle” junto con Ramón.
Por: Juan Carlos Ramirez
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