sábado, 24 de marzo de 2012

Estampados y aviones

Hoy volvemos sobre la fábrica de aviones. Sobre ella escribimos hace unos meses en este esfuerzo de retener en tipografía lo que el tiempo y los intereses ajenos a valorar y cuidar el patrimonio de nuestros ancestros ignoran.

La estampería
Un día Hortensia Carrizo vio un cartel donde solicitaban empleadas para una estampería textil…y desde allí comenzó como Penélope a tejer y destejer recuerdos.
La textil funcionó en la manzana delimitada por la ruta, la calle Paso de la Patria, Gral. Lamadrid y Donato Alvarez., J.M. Ezeiza. Hace un tiempo atrás localizamos en este lugar una fábrica de aviones que funcionó a posterioridad de la que ahora hacemos referencia.
Existió desde el año 1951 ó 1952, y durante no más de cinco años, recuerda Hortensia Carrizo, quien se desempeñó allí como empacadora: ella medía los metros tela para cada rollo o para cada disponerlo en pliego chato, los envolvía en papel madera y les ponía la etiqueta correspondiente. Recuerda que hacían telas de tapicería y de cortinados pesados como se usaban entonces. También telas para vestidos. Los dueños eran unos hermanos de apellido Ortíz, Ernesto y Florencio, empresarios allegados al gobierno. Tras esos pocos años presentaron quiebra.
La fábrica, en realidad, no fabricaba telas, era una estampería, allí se estampaba la tela, contaban con el trabajo de un dibujante y de un encargado de la tintorería quien decidía cómo amalgamar los colores para el teñido de las telas.
Tendría unos 50 operarios, todos de Ezeiza. La mayoría eran hombres. A las compañeras de trabajo casi puede recordarlas a todas: la señorita Cabanelas, Marta González de Harguindeguy, una chica francesita y dos o tres más.

Hasta que la muerte los separe
Ernesto Ortíz tuvo tres hijos y construyó una casa de fin de semana que, aún hoy, en chanfle, se la enfrenta caminando por La Pampa en su intersección con Beruti, en J.M.Ezeiza. Es un chalet rodeado de grandes árboles que parece previo al caserío y listo para tragarse el sol de un trago: lo imaginamos viendo encopetar el amanecer sobre los tejados de la vieja estación de trenes y recortar las siluetas de los teros hacia el poniente del astro rey, hacia el barrio El Tala de hoy.
El otro Ortiz, Florencio, se casó con una señorita inglesa y vivieron en El Trébol. Con su esposa hicieron un pacto al llegar a la vejez y murieron voluntariamente juntos cuando la enfermedad los acosó. Fue un caso de amor hasta el final que se comentó mucho en el pago cuando sucedió.

Y dale con los aviones
La nota de la fábrica de aviones, que fue el uso posterior que tuvo la estampería, trajo cola entre los lectores. Los párrafos previos son consecuencia de ello: Hortensia se disparó con estos recuerdos acicateada en su honestidad histórica poner algo de la memoria.
Otro vecino, el señor Juan José Seisdedos, quien actualmente vive en Bolívar, recordó que la posterior fábrica de aviones se llamaba Berkling y compañía…
Estaba ubicada en terrenos muy bajos y cierta vez que llovió mucho, pude ver maderas de distintas formas y medidas flotando por el predio. El agua llegaba hasta cerca del terraplen de la trocha angosta..

Berkling
Arnold Berkling fue un ingeniero alemán que fabricó por lo menos un avión bautizado Catracho y que cuando lo estaba volando un día se vino abajo con avión y todo y falleció. Lo dicho ocurrió en Honduras, en San Pedro Sula (la segunda ciudad en importancia de este país centroamericano). Nuevamente quedamos picados por la curiosidad y/o admirados por la curiosidad de que aparezca ese apellido aquí en el sur del mundo. A cada paso que damos siempre nos surgen más inquietudes y preguntas que respuestas, la de hoy es: ¿el nombre de la fábrica habrá sido un homenaje al malogrado ingeniero?

Por: Lic.Patricia Faure

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