miércoles, 26 de febrero de 2020

Japón en el Distrito Ezeiza


Se estima que aproximadamente 50.000 personas de ascendencia japonesa viven en Argentina, lo que, sumado a los ciudadanos japoneses residentes en el país, daría un total de cerca de 70.000 personas de la comunidad nipona-argentina. Nuestro país ha hecho convenios de inmigración planificada con Japón en los años 1950 y 1960, como en el caso de colonias japonesas en las provincias de Misiones, Mendoza y la Colonia Urquiza en La Plata. La mayoría de los japoneses residentes llegaron desde 1920 a 1960; en barcos de inmigrantes a través de Brasil.
Sostiene Marcelo G. Higa que durante el ancien régime ryukyuano (lenguaje de las islas entre las que se encuentra Okinawa), los nobles administraban y señalaban el camino, en tanto los campesinos, se dedicaban a producir. A partir del siglo XVIII las arcas no alcanzaban y se mandó a los nobles a trabajar para que no se murieran de hambre. Con orgullo samuree, pero necesidades humanas, esta gente se asentó en los escasos terrenos vírgenes de la pequeña isla Okinawa, en donde formaban lo que se llamó yaadui, caseríos diferenciados de las aldeas tradicionales. Con el tiempo, muchos no tuvieron más remedio que integrarse a la trama social de los pueblos adyacentes.
En los primeros años, en los pasaportes se especificaba si era “shizoku” (noble) o “heimin” (pueblo raso). Sobre 868 personas que emigraron al exterior desde 1903, hasta que la distinción desaparece de los registros en julio de 1907, solo cuarenta de ellas se identificó como “noble”.
El perfil de emigrantes de este conjunto de pueblos se refleja en Kitanakagusuku-son shi (2001, “Historia del pueblo de Kitanakagusuku”), llegando a nuestro país sin la mediación de las compañías migratorias. El mecanismo que impulsó la migración a Argentina fue el conocido como “llamada” (yobiyose), en donde la solidaridad de los pioneros invitaba a cientos de coterráneos a emprender la aventura y ello incidió en la construcción del perfil “okinawense” que caracteriza a la colectividad.
Los investigadores han recopilado datos sobre un grupo con destino Argentina, que sumaba 181 personas. Los primeros comenzaron a llegar hacia 1913, llamados por sus hermanos, padres, maridos o paisanos, personas que en su gran mayoría habían llegado al país previo paso por Brasil o Perú. En la lista encontramos a los primeros Yonamine, Arakaki, e Higa, entre otros.

La foto que acompaña la nota (crédito de Elena Uehara), fue tomada en marzo de 1937, en la quinta del Sr. Shinei Kuba (oriundo de Nakijin, Okinawa, Japón), en Ezeiza. La ocasión fue cuando arribaron Seitake Uehara (hermano menor de Kiyotomi Uehara), Soko Kanashiro y Genjiro Yonamine del mismo pueblo Nakijin. Aun no lo hemos confirmado, pero posiblemente posaron Matsutaro Nakasone y Kinmatsu Nakasone, ambos oriundos de Nakijin, Okinawa. Era la tercera vez que se reunían los oriundos de Nakijin para festejar el encuentro conocido con el nombre de sonjinkai, que se realiza reuniendo los proveniente de los distintos distritos del Japón.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Sargento Cabral

Dicen que.....
Era zambo. Hijo de una esclava negra, Carmen Robledo y un indio guaraní que había cristianizado su nombre como Francisco Cabral, apellido de su patrón. 23 años tenía aquella calurosa mañana del miércoles 3 de febrero de 1813. Dicen que no era muy buen jinete, aunque lo dudamos, porque para aquel combate, el coronel había elegido a sus mejores hombres. Analfabeto, como casi todos en aquel tiempo, seguramente su idioma materno era el guaraní.
No se sabe bien como murió. Algunos dicen que interpuso su cuerpo entre una bayoneta realista y el cuerpo de su Jefe, caído debajo del cadáver de su caballo. Otros dicen que fue bayoneteado cuando peleaba por sacar al Coronel de debajo de su bayo muerto. Y hay alguno más que dice que mientras ataba las riendas de su caballo a las riendas del caballo muerto de San Martin, para arrastrarlo, es cuando recibe dos heridas mortales de arma blanca. 
Agonizó cerca de tres horas, para morir a media mañana, finalmente sobre una de las mesas del Refectorio (comedor) de los curas del convento de San Carlos Borromeo. Sin él y su sacrificio, nada hubiera sido igual. El futuro Libertador seguramente hubiera muerto en aquel pequeño combate y el cruce de los Andes jamás habría ocurrido, y la historia del país, de la América y del mundo hubiese sido muy distinta. Aquel humilde mártir, con su inmolación, sin saberlo, ayudó a que la Nación Argentina naciera. 
Juan Bautista Cabral se llamaba aquel soldado raso que la tradición popular convirtió en sargento, porque nunca fue ascendido post mortem oficialmente, ya que no era costumbre de la época. Aquel día lejano de febrero de 1813 fue muy caluroso, lo que hizo que los cuerpos de los caídos, realistas y Granaderos, fuesen sepultados con premura. Su cuerpo fue sepultado en una tumba grupal, sin identificación. Hoy hacen 207 años de su inmolación.
En Ezeiza se lo honra con dos calles que llevan su nombre y el grado militar que el pueblo le diera por derecho propio. Una de ellas se encuentra en el barrio Allá en el Sur (ciudad de J. M. Ezeiza), la que nace en la Avenida Presidente Néstor Kirchner entre Giribone y la naciente del arroyo Ingeniero Rossi. La calle atraviesa la ruta 58 y conserva el nombre en su traza por el Canning de Esteban Echeverria. En la ciudad de Tristán Suárez, con la calle que nace en Gaddini entre Pringles y Remedios de Escalada, y termina en Los Crisantemos (paralela al arroyo Aguirre). 
En base a un posteo de Gaspar Rodenas. Ilustración de El Noke

viernes, 21 de febrero de 2020

Brigadier Cornelio Judas Tadeo Saavedra y Rodriguez


El Brigadier Cornelio Judas Tadeo Saavedra y Rodríguez, nació en las cercanías de Potosí, el 20 de febrero de 1761. Vino de niño a Buenos Aires y estudió filosofía en el colegio de San Carlos. Dedicado al comercio, consiguió labrarse una posición y en 1799 fue elegido regidor del Cabildo. A fines de 1806, cuando la ciudad se preparaba para resistir a una probable segunda invasión inglesa, se le nombró jefe del regimiento que se llamó de Patricios, porque se compuso de americanos voluntarios. Al frente del Regimiento que había organizado y disciplinado, tomó parte activa y decisiva de la Defensa en julio de 1807, y desde entonces Saavedra vino a ser la columna en que se asentaba el prestigio y el poder de Liniers. Cuando se desarrollaron los sucesos de 1º de enero de 1809, Saavedra con sus tropas decidió a Liniers para que se mantuviese en el mando. Conociéndose sus ideas, fue visto para que entrase en el movimiento emancipador, y aceptó.
 Su voto prevaleció en el Cabildo abierto de 22 de mayo de 1810, expresándose que "subrogase el mando superior que obtenía el virrey en el Cabildo, ínterin se formase la Junta que debía ejercerlo, la que debería ser elegida en la forma y modo que estimase el Cabildo, a quien el pueblo le confería la autoridad." El Cabildo le nombró en la junta que tenía que actuar bajo la presidencia del virrey, pero en la sesión del 25 tuvo que variar la composición de esta autoridad y respetando la exigencia de la petición popular, le nombró presidente de lo que sería el primer gobierno patrio.
En la ciudad de Tristán Suárez, la calle que lo recuerda nace en la ruta 205 y corre entre Dr. Eustaquio Gómez y Roca. En la ciudad de Ezeiza también se lo honra actualmente con una calle nominada con su apellido, pero no con su nombre (igual que en T. Suárez), aunque no se trató de un olvido involuntario. En tiempos en que pertenecíamos al distrito madre, también existía una calle en su honor, pero con su nombre y apellido: Cornelio Saavedra, a cien metros y paralela a la hoy Avenida Presidente Néstor Kirchner (ex Ruta Nacional 205). Vivimos en un Distrito que supo tener tres calles con igual nombre; ya por mucho agradecimiento (y bien merecido claro está), o simplemente por desconocimiento negligente.
Por esos descuidos o, como suele suceder, el desconocimiento que los ediles tienen del distrito que representan, coexistieron en Ezeiza estas dos calles de igual apellido hasta que, para evitar confusiones a los bomberos, policías y carteros, se le cambio la denominación a la calle del Barrio Allá en el Sur que nacía en Racedo y se extendía, atravesando M. Castex, quinta la Sofía y otras alteraciones que interrumpen por trechos a su recorrido hasta terminar en L. N. Alem al 700, en la ciudad de Monte Grande. Hoy esa artería, se la llama Senadora Provincial Josefina Moscoso de Herrera, en honor a la senadora que impulsó el cambio de estatus al pueblo de Ezeiza, otorgándole el bien merecido título de ciudad.
Actualmente en Ezeiza, la calle Saavedra (así, a secas), nace en French al 1100 en el barrio El Vecinal, para terminar en la calle Chile.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva