martes, 15 de enero de 2013

Primera transmisión


Dedicada a Gustavo Roberto D'Antiochia, Metereólogo del Aeropuerto “Ministro Pistarini".

El 21 de enero de 1904 el “Scotia” zarpaba del puerto de Buenos Aires, teniendo como destino a las Orcadas del Sur. A su bordo viajaban los integrantes de la comisión argentina, entre los que se encontraba nuestro vecino montegrandense Luciano H. Valette, de la oficina de Zoología del Ministerio de Agricultura. Después de recalar en las Malvinas, el “Scotia”  llegó a Laurie, del grupo de Islas Orcadas, el 14 de febrero y a partir del día 22 comenzó a flamear nuestra bandera en aquel desolado lugar. Durante veintitrés años los destinados en aquella base, perdían el contacto con el resto del mundo durante más de un año. Desde el momento en que el buque los dejaba hasta el relevo anual de la dotación, no tenían ningún medio de comunicación con el continente pese a que desde el 1º de enero de 1905, se instaló también en la isla Laurie la primera oficina de correos que funcionó en Antártida.
Fue el 30 de marzo de 1927 cuando se escuchó por vez primera vez en las Orcadas, a 1.200 kilómetros de Tierra del Fuego, el teclear del alfabeto Morse. Ese día en el Observatorio Meteorológico de las islas Orcadas del Sur, se inauguro oficialmente la Estación Telegráfica Orcadas (LRT). El radiotelegrafista Suboficial de la Armada Argentina, Emilio Baldoni, fue quien estableció contacto con la Estación LIK de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo y a través de ella con Buenos Aires. Durante las once noches anteriores a este acontecimiento, desde la Isla Laurie, los allí destinados alentaban al radiotelegrafista Emilio BALDINI, que impulsando el manipulador transmitía repetidamente: "CQ... CQ...CQ... de LRT... LRT... LRT... Orcadas, Orcadas, Orcadas", que significa "Llamada general de las islas Orcadas del sur... de las islas Orcadas....", siguiendo con el texto: "Contesten llamadas muy largas para poder sintonizar... llamada de Orcadas del sur...". Cuando ese histórico día se percibieron los sonidos Morse: "LRT... LRT... de LIK... LIK...." y se repetía en rítmicos intervalos, gritaron todos la unísono " Nosotros... Al fin... Al fin... Nos llaman de Ushuaia". Entablada la comunicación, LIK Ushuaia contestaba: "Los escucho muy bien. Hace una semana que estoy oyendo sus llamados y que les contesto", después manifestó: "El personal de esta estación de radio Ushuaia desea que todos ustedes se encuentren bien. Esperamos todo su trabajo. Déme los mensajes que tengan, los retransmitiré en seguida. Los espero...."
De esta forma se rompía el aislamiento y los datos del tiempo de tan alejada islas, se empezaron a transmitir de inmediato a Buenos Aires para ser utilizados en los pronósticos, junto con la información proveniente del resto del país. Los esfuerzos realizados a partir de ahí se vieron coronados en noviembre de 1940 con la transmisión de la primera comunicación hablada que se verificó entre el observatorio de la isla Laurie y la ciudad de Lanús, cuando el radiooperador José CONCIGLIA con característica LU9DZ, logró comunicarse con Esteban MILANESI, radioaficionado que operaba desde la ciudad de Lanús con característica LU7ET.

LUCIANO HONORIO VALETTE
Nacido el 20 de agosto de 1880 en Montevideo, ingresó a los diecisiete años al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, como ayudante en el Departamento de Zoología (1897-98). Se especializó en Hidrobiología, Zoología y Meteorología, y entre 1899 y 1930 se desempeño en el Servicio de Pesca y Piscicultura del Ministerio de Agricultura que, al hacerse cargo del Observatorio Meteorológico y Magnético de la isla Laurie en las Orcadas del Sur, en 1904, lo designó para integrar la primera comisión que ocupó se establecimiento. Se le deben las primeras observaciones zoológicas (aves e invertebrados) de aquella zona, y el primer croquis de las bahías Scotia y Uruguay, levantando conjuntamente con Hugo Alberto Acuña, jefe de la oficina postal, primer correo permanente en la Antártida, los dos únicos rioplatenses de la comisión formada por europeos de la expedición escocesa del Dr. Bruce.
A partir de 1930, Valette se desempeño en el Servicio de Pesca y Piscicultura, del Ministerio de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires, y secretario de la Comisión Nacional Protectora de la Fauna Sudamericana. Fue enviado a los Estados Unidos para estudiar y traer variedades de salmónidos, truchas y otras especies, y distribuirlas en aguas argentinas. La bibliografía científica antártica registra dos obras de su autoría: “Viaje a las Islas Orcadas Australes” (1906) y “Apuntes Descriptivos sobre Algunos Invertebrados Encontrados en un Viaje a las Islas Orcadas” (1913).
La Escuela de Enseñanza Media Nº 1, de Diego Laure 769 de la Ciudad de José María Ezeiza, atesora un retrato suyo y lleva como reconocimiento, el nombre de Luciano H. Valette.



Por: Juan Carlos Ramirez. 
Nota: Publicado en La Palabra de Ezeiza;10/01/2013

viernes, 4 de enero de 2013

Con los ojos del recuerdo.

Los que vivimos nuestra adolescencia en la década de 1960, no podíamos dejar de admirar a Sandro, más allá de nuestras preferencias musicales. La década fue todo color, ideas, música, como también fue de represión y de luchas por la justicia social. Admirábamos tanto los versos de Manuel J. Castilla, del “Cuchi” Leguizamón, Jaime Dávalos, Eduardo Falú, o a don Ata, como a Louis Armstrong o a Oscar Alemán, como a Troilo o a don Osvaldo Pugliese, a The Beatles como a Los Shakers, a Los Plateros como a Los cinco Latinos, por nombrar sólo , arbitraria e irreverentemente, a muy pocos. Pero Sandro nos deslumbraba.
Sandro imitaba a Elvis Presley. Ciento de chicos lo imitaban a el, vestían como él, lucían su estilo en el peinado, en las patillas, en su andar; en todos lados, también en Ezeiza, por supuesto. Ganaban minas por el hecho de imitarlo. En toda escuela secundaria había un imitador del Gitano, del que no nos reíamos, al que escuchábamos y aplaudíamos como si fuera el original. Muy pocos sabíamos de su experiencia anterior con el “Trío Azul”, luego el dúo “Los Caribes”, o “Los Caniches de Oklahoma”. La mayoría lo conocíamos de cuando ya actuaba con “Los de fuego” (1964, “Presentando a Sandro”; 1965, “Sandro y los de fuego”).
Por aquellos años era muy delgado y bailaba moviendo la pelvis de una manera que enloquecía a las viejas. Había debutado en TV en el programa de Pipo Mancera (Sábados Circulares, canal 13) y sus movimientos fueron considerados lascivos para la moral y ofensivo para las niñas. La Liga de Madres (o de Familias cristiana, creo), presionaron para que no vuelva bailar pero Mancera conocía su negocio y el muchacho de movimientos obscenos y pornográficos, volvió a cantar. Claro que ya no lo enfocaban bailando, salvo desde lejos.
Que época en Ezeiza, por un lado Palito Ortega y su patética coreografía del Club del Clan, por el otro, Sandro y sus meneos enloqueciendo mujeres, irritando al paqueteo pueblerino. Palito y Sandro, ambos pisaron barros de Ezeiza camino a sus consagraciones. Sandro supo cantar en nuestro pueblo, no recuerdo si con Los de Fuego o con el posterior Black Combo, poco importa. Enfundado en cuero negro, canto, bailo, y se desmayo, como lo hacía en todo sus show. El Sandro melódico vendría después del Primer Festival Buenos Aires de la Canción (1967), cuando le ganara por un voto a Daniel Toro.
Por estos días algunos recordaran que fue del grupo fundador de La Cueva, otros, que en los carnavales llenaba el viejo gasómetro. Algunos detendrán su recuerdo en que jamás se comprometió con las luchas sociales. Yo prefiero recordarlo como una persona que amó a la vida hasta su último momento. Creo que ahora estará cantándole “Las manos”, a un auditorio más etéreo, pero auditorio al fin.

Ramirez, Juan Carlos. En: La Palabra de Ezeiza; 07/01/2010