martes, 29 de mayo de 2018

Parturientas y recién nacidos (última nota)


Si bien el cordón umbilical se ha roto, no por ello se ha separado totalmente la madre de su hijo. Si tuvo una nena, la mamá podrá limpiarse sí, pero evitará el baño por treinta días, y por cuarenta si es varón porque los varoncitos son mucho más delicados. La mamá no debe lavarse el pelo por cuarenta días, porque podría enloquecer.
Al recién nacido a veces lo bañan, otras le limpian solo la cabeza y le echan en los ojos, una gotita de limón. Se lo entalca y sobre el ombligo, debe colocarse un trozo de tela blanca empapado en alcohol, que debe sujetarse con el ombliguero. En algunos lugares en lugar de talco, se usa yerba mate tostada que evitaría que el pequeño sufra de los intestinos o se empache.
Para prevenir la hernia, una vez caído el cordón, se sujeta una moneda de cobre envuelta en gasa sobre el ombligo. Si a la caída del cordón el ombligo no cicatrizara, lo mejor es espolvorearlo con sulfatiazol.
Los bebes maman cada vez que lloran hasta grandes, a veces hasta con dos o tres años y aun después ya que la leche materna sienta bien como digestivo. El bebé deberá ser fajado para que no se ponga panzón o chueco.
Debe evitarse que lo miren personas ajenas con anteojos o que tengan una mirada fuerte, para que no lo ojeen. Para evitar el mal de ojo, se le pondrá un cordoncito rojo, el que además le asegurará al bebe, éxito con el sexo opuesto cuando llegue a grande.
Es importante taparlo con una manta aún si hay una suave brizna para que “no le de aire”, y además, cubrirle las orejas y ponerle guantes porque sus manos siempre están frías. Si llora por la noche, debe hacérselo dormir con la cabeza del lado de los pies.

Por Juan Carlos Ramirez Leiva
(fuente: desordenados apuntes varios)

Aclarando: 
Lectoras atentas, me han comentado la importancia de notificar que estas tres notas, son recopilaciones de costumbres regionales. Aclarado esto, va todo mi cariño a nuestras queridas comadronas y curanderas.

Enlace a la primera nota                          Enlace a la segunda nota


El editor.

lunes, 21 de mayo de 2018

Sobre parturientas...(segunda nota)


Sobre el parto:
La futura madre andará levantada hasta el momento en que se rompe la bolsa de las aguas, ya que así el niño nacerá más ligero. Al rasgarse las membranas, la mujer se acuesta o sienta, para que el niño no se caiga. El parto sentado es el más frecuente y en ese sentido si no existe un sillón bajito o banquito, se debe sentar sobre una calavera de caballo, ya que se tiene en cuenta la facilidad para parir que tienen las yeguas.
El dolor es admitido como inevitable porque Dios así lo habría dispuesto; apenas si puede tratarse de paliarlo prodigando un trato cariñoso a la parturienta y satisfaciendo sus deseos. Ubicada en su asiento, la mujer se prepara para pujar apoyando las rodillas en el suelo y tomándose las piernas mientras, detrás de ella alguien la sostiene por la cintura. Si la bolsa de aguas no se ha roto, un poco de sal fina caliente en el dedo o un grano de sal gruesa basta para que, con un simple toque, se rasguen las membranas. Debe tratar de evitarse que el líquido amiótico llegue a los ojos de la partera, pues podría cegarla. El tacto se practica con las manos muy limpias y mojadas en aceite comestible. Este tiene la función de lubricar la zona por donde saldrá el niño.
El cordón umbilical se corta de inmediato, la comadrona ata un hilo a unos tres centímetros de distancia del niño, sobre el cordón. En el otro extremo de éste se ata una cinta que se sujeta a la pierna de la madre (la derecha si el recién nacido es varón, la izquierda si es mujer) para evitar que el cordón “vuelva adentro”. Es frecuente que la partera trabaje con su cigarro de hoja en los labios que, después del corte del cordón, usará para quemar su punta. Para lo mismo sirve una cuchara caliente, buscándose practicar la cauterización de la herida. Por cierto que la partera, para poder cortar el cordón no tiene que haber tenido relaciones ese día, ya que actuaría como un veneno sobre el niño y a ese motivo se deben muchas infecciones y trastornos.
Tras el nacimiento:
Se espera la expulsión de la placenta ayudando con masajes en el vientre o poniendo los dedos en la garganta de la madre, provocando arcadas para que la mujer contraiga los músculos abdominales y ayude a su expulsión. Para el mismo fin es bueno hacerle soplar en una botella. La placenta, un nacimiento más, debe ser enterrada debajo de la cama de la mamá.
Dos o tres días después, cicatrizados o saturados según los casos los posibles desgarros, la madre reinicia su vida normal. Llega el momento de amamantar, y hay cocimientos o infusiones que ayudan a tener mucha leche, así como el “peinarse” los pechos, pasando un peine desde la base hacia el pezón. El agua, el alcohol, el aceite y la grasa intervienen en el cuidado de estos últimos, que no deben agrietarse.

Por Juan Carlos Ramirez Leiva

sábado, 19 de mayo de 2018

Voluntades (Inst. Cultural T. Suárez)

No era práctico que los chicos debieran viajar hasta Cañuelas o Temperley para cursar sus estudios secundarios; ni siquiera Monte Grande quedaba cerca, pese a que la escuela estaba frente a la estación. No era que faltaran medios de transporte, el tren te llevaba directo y el Expreso Cañuelas también, pero no era justo.
La comunidad crecía, no había muchas cuadras asfaltadas –solo tres—e incluso, la luz no llegaba a todos lados, pero si había sobrada fe en el progreso. Los años iniciales de aquella década de 1960 eran de ruptura, de transformaciones, y aquella vecindad estaba acostumbrada, históricamente acostumbrada, a ser agentes de cambio. No trepidaron aquellas mujeres- madres, a contagiarle sus inquietudes al equipo directivo de la escuela primaria, y llamaron a reunión.
Eran los años en que los militares decían quienes debían gobernar en democracia y quienes no; pero también eran años en que los pueblos habían aprendido que los derechos adquiridos debían ser ejercidos. Y ejercieron su derecho a la educación de sus hijos. Fue así que se aunaron las voluntades de un pequeño grupo con claridad de ideas y vocación de servir a su comunidad. Si ni la provincia ni la nación levantaban una escuela, la sociedad lo haría... y lo hizo.
Se obtuvo la autorización para crear los dos primeros años, con sede en la Escuela Canale. El acto oficial se hizo en la Plaza Manuel Belgrano, con la concurrencia del pueblo, de las autoridades, y con la presencia incluso de los Granaderos a Caballo. Así nació el Cultural, en una comunidad acostumbrada a contar con docentes comprometidos con su pueblo, no era de extrañar que se comenzara a dar clases con docentes ad honoren; como todo proyecto social compartido, todos colaboraron. Con el paso del tiempo se autorizaron los cursos superiores y así, en 1967 se tuvo la primera promoción.
Pasaron casi 30 años antes de tomar posesión de unos terrenos donados para erigir una escuela en el loteo del Barrio San Antonio, en donde se levantaron ocho aulas, y el techado parabólico, que lo fue con lo producido con una rifa cuyos premios donara la Editorial Estrada.
Aquella sociedad de los sesenta en Tristán Suárez, nos da en el tiempo una lección de comunidad, de asumir responsabilidades desde el llano y desde lo empresarial, de trabajo compartido. Como la Escuela Canale carecía de cortinados, la otrora fábrica Amat donó una pieza de tela que las madres trabajaron y en 48 horas, se inauguró la secundaria con cortinas nuevas, y una no retenida emoción y justo orgullo.
No hubiese sido justo incluir algunos nombres en esta nota, porque sólo hubiera podido mencionar a los emergentes. La obra la realizó la comunidad, y la grandeza de los pueblos se refleja justamente cuando a las obras, como sostuviera Atahualpa Yupanqui, el pueblo las hace suyas. Así nació el Instituto Cultural Tristán Suárez, un cinco de mayo de 1963.

Juan Carlos Ramirez Leiva.

jueves, 17 de mayo de 2018

Sobre parturientas y recién nacidos (primera nota).

El sexo del por nacer:
Cuando la mujer está embarazada y escucha cantar al pájaro carpintero fuerte su bebe será varón y si es débil será mujer, incluso si antes canta cerca de la casa anuncia que pronto ocurrirá un embarazo. Si le salen manchas en la cara, será varón; si se pone hermosa, será mujer. Si se mueve al segundo mes, será varón; si lo hace a los cuatro, será mujer. La hinchazón de la madre, el vientre en punta de la embarazada o la ubicación del feto sobre el lado izquierdo, augura varoncito. Por el contrario, el vientre redondeado o el feto a la derecha, indican una futura nena. También hay que considerar si el trabajo de parto comienza tres días antes de la fecha calculada o durante la luna nueva o menguante, ya que el varón llega si el trabajo ocurre después de la fecha prevista o durante la luna llena creciente.
Precauciones:
Se debe evitar las tareas pesadas en los dos últimos meses de gestación. No se puede tejer crochet con dos agujas o coser a máquina, ni tampoco pasar por debajo de un alambrado. Esas precauciones evitarán que el cordón umbilical se enrede en el niño. En la dieta se trata de no comer hígado ni tripa de vaca, que hacen crecer la placenta, ni tampoco embutidos que producen igual efecto en el cordón umbilical. Otro tanto sucede si se come hígado sin desgarrar previamente sus membranas, además secan las aguas tal como sucede con la ingesta de pan seco o galleta. Debe considerarse que el exceso de vino produce hemorragias. Comer huevo hará que el niño nazca pegado a las membranas, mientras comer riñón provocará lunares. El hígado asegura hijos rubios, y la morcilla, negros.
Otras consideraciones:
Desde el vientre de su madre el niño ya pide cosas, los llamados antojos. El no satisfacerlos puede provocar la pérdida del niño o que éste nazca con la boca abierta o la representación de lo deseado. Es el niño también, el culpable de muchos trastornos de su madre, ya que si tiene mucho cabello, le producirá acidez. Ante pérdida de sangre, colocar la mano sobre el vientre de la embarazada y se procurar frenarla con oración. Si la hemorragia no se detiene, se debe llamar al médico. En el verano se aconseja no exagerar el baño, ya que debilita a la criatura.
Posición del feto:
Si éste “viene mal”, las sacudidas y las manos acomodan el útero. Si se presenta de nalgas, se pone a la embarazada con la cabeza hacia abajo mientras otra persona la sujeta por la cintura; se sacude el cuerpo de la mujer, para que el hijo se dé vuelta. Si el parto se demora hay que acelerarlo con una imagen de San Ramón, protector de la maternidad, sobre el vientre; también una vela invertida bajo la cama. El chico nacerá antes o al apagarse la vela (puede acompañarse con una imagen de la Virgen de Los Remedios).

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
(Nota elaborada en base a apuntes desordenados, válida para nuestra región y para toda la región pampeana)

sábado, 5 de mayo de 2018

Parteras

La Organización Mundial de la Salud considera a las parteras como expertas en embarazos, partos y pospartos; bajo el nombre de comadronas se las referencia en antiguos escritos hindúes, grecos romanos y en la Biblia. El término proviene del latín commater, compuesto por cum que significa "conjuntamente" y mater que significa "madre". Desde 1560, las comadronas parisienses tienen que pasar un examen oficial para obtener el título pero en general, no todas las mujeres que ejercían disponían de una formación. Han ayudado a las mujeres a parir desde el principio de la historia del mundo y por tal, también en Ezeiza. 
Hacia 1890 se instaló en Monte Grande la familia Petrazzini; don Siro puso en Vicente López y Planes Nro.147, un almacén de ramos generales que también fue casa de comidas y estafeta de correos. En él, el primo Omega practicaba curaciones mientras la señora de Petrazzini se ocupaba de realizar los precarios y primeros auxilios pero también, oficiaba de comadrona. No creemos que fuera la única en la región pero ayudó con su voluntad y conocimientos, a dar a luz a las mujeres de entonces. 
Mariana Arbel,nacida un 31 de marzo de 1886 en el partido de Almirante Brown, fue la primera obstetra diplomada que se radicó en Monte Grande, cerca de 1907, atendiendo en un consultorio de la calle Vicente López Nro.174. Su presencia fue cancelando las actividades de las comadronas y rápidamente pasó a convertirse en una referente en la ciudad. Prestó sus servicios hasta en la zona de Tristán Suárez y fue quien estuvo presente en los primeros grupos de profesionales de la salud que atendieron en la Sala de Primeros Auxilios San José de Monte Grande, adonde acudían los enfermos del hoy Distrito Ezeiza.
De acuerdo al Dr. Manuel Ricardo Rebagliati, la primera partera de Canning fue la señora Teresa Izquierdo. Doña Alcira Ojeda, en grabaciones que registrara la Lic. Patricia Faure, contaba que había nacido en la misma habitación en donde era reporteada, gracias a los servicios de Izquierdo. Disfrutando de la lectura de Las Vacas vuelan, encontramos que la señora Amalia Albina De Maio nació en 1934 en su casa, el afamado vivero La Delicia, asistida su mamá por la señora Teresa. 
No le iba en zaga en la consideración local la comadrona aficionada María Lanatua de Harguindeguy, según recordaba Roque Adolfo Saracino. Nélida Inés Garayar contó en el mencionado libro, que María fue la que la hizo nacer y a todos sus hermanos, que eran 10: Salvador (1913); Higinia Lucía (1914); Raúl Antonio (1915); Abel Martín (1916); Nélida Inés (1918); Mario Oscar (1920); Elba Lilia (1922); Esther Ana (1923); Haydeé Margarita (1925) y Héctor (1928). Nélida nació en donde hoy se levanta la cárcel de mujeres. Sus dos hijas también nacieron en su casa, con la ayuda de una partera. Recientemente, contaba el Dr. Ruben Barabani que su abuelo llegó a Ezeiza hace 100 años, y que él nació acá, en la casa de su abuela, y que sus tías hicieron de comadronas. 
Eran tiempos en que las madres parían en sus casas con la ayuda de la vecina idónea o de parteras diplomadas; a veces intervenía la enfermera doña Amanda Wolf, y el Dr. Rebagliatti desde 1935. Las parturientas tomaban caldo de gallina y convivían, la penicilina de la farmacia del idóneo Vidal con los yuyos curativos de Pargoletto, y los consejos de las inefables curanderas.
La ONU declaró el cinco de mayo como el Día Internacional de la Partera, iniciativa de la Confederación Internacional de Comadronas, organización establecida en 1919. ¡Feliz día y muchas gracias! Queridas parteras. 

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 1 de mayo de 2018

Caballos y poder en el distrito


Los baguales se aquerenciaron prontamente con nuestra región, descendientes de aquellos 7 caballos y 5 yeguas que fueran abandonadas cuando se despobló la Buenos Aires fundada en 1536. Con el tiempo tener tropilla “de un solo pelo” en el litoral platense, se transformó en un rasgo de distinción; al menos, desde aquellos primeros 52 caballos de un solo pelaje que revistaron en el naciente Regimiento de Granaderos, que fueron remitidos al Coronel San Martín desde San Miguel del Monte en 1812.
La posesión de caballos siempre fue un símbolo de poder. Las familias de mayor capacidad económica ataban a sus coches más de un equino, para resaltar su posición social. Supo existir un rápidamente enriquecido sindicalista, papá del actual Ministro de Trabajo, que llamó la atención de la prensa por su insistencia en querer ser aceptado por el exclusivo Jockey Club. Igual tesón ponía la oligarquía de antaño en ser legitimados, como integrantes de la élite social. Así pasó con Miguel de Anchorena, uno de los pocos argentinos que perteneció al Jockey Club de París.
Caballos, poder, prestigio y tradicionalismo, se unen en Ezeiza. Un terrateniente local, don Rosario Acosta, lamentaba que le hubieran desaparecido 17 caballos que intuía, habían sido destinados a la guerra que la Triple Alianza le declaró al Paraguay. Don Rosario tenía el casco de su estancia en lo que hoy es el Barrio El Trébol. Otro caso bélico, como fue la Revolución de 1890, involucró al  estanciero Vicondoa cuando una partida de soldados paró en su campo, carnearon novillos y “recibieron en donación” varios caballos, recibiendo a cambio como regalo dos fusiles en desuso que el buen hombre enterró, por las dudas, y que la familia rescató tiempo después en las tierras donde hoy se levantan las cárceles en Ezeiza.
El prestigio de José B. Zubiaurre, considerado decano de la actividad hípica y dueño de una exitosa cabaña, se basaba en la calidad de sus equinos, “lo mejorcito de las pistas argentinas”. El haras llevaba el nombre de Buenos Aires, en honor a uno de sus caballos. La Revista Fray Mocho contaba de su actividad, allá por 1915. En sus stud, franqueados por el camino que otrora recorriera la trocha angosta del Belgrano, y con frente a la hoy calle Santa Ángela, la tradición oral insiste en que cantó Carlos Gardel.
El Jockey Club consideró levantar un hipódromo en un predio cercano a los greens del Athletic Lomas Club. Se les ofrecía a los amantes del turf la posibilidad de jugar, calle Firpo por medio, a ese otro distinguido deporte inglés. Cuando las autoridades hípicas eligieron San Isidro como destino de sus proyectos, se remataron aquellas tierras y nació Villa Golf. Links, carrera y haras, todo cercano a la Parada Links, hoy Unión Ferroviaria.
La pasión por los caballos no ha menguado en nuestro distrito, sólo que las características rurales de antaño han sido relegadas paulatina pero inexorablemente, hacia un sur que se aleja. Sin embargo, en nuestras pujantes ciudades, un número significativo de ezeizences se resiste heroicamente a dejar de lado las costumbres tradicionales. Fue un vecino de Ezeiza, el embajador Eduardo Labougle, quien convocó a un Concurso de Ensayos sobre el tema “El gaucho y el llanero”. Su interés en la analogía cultural lo llevó a ser probablemente el primero en llamar la atención con este tipo de convocatoria, allá por octubre de 1925.
Mientras en Tristán Suárez supo vivir Cambiasso, afamado tabartalero, en Canning se han filmado documentales sobre el caballo criollo. Allí funcionó el haras que iniciara el Sr. Lorini y posteriormente fuera propiedad de la familia del Dr. Nobregas. Debemos recordar la existencia de Centros Tradicionalistas y que en Spegazzini se realiza un tradicional festival desde hace años. En el distrito hemos contado con afamados apadrinadores como Don Camilo Magistrelo, algunos domadores como Victoriano Carrizo, ya famoso resero en 1898. Mucha gente reconocida por su saber, pero sobre todo, muy sobre todo, personas que sienten un profundo amor por los caballos.

Juan Carlos Ramirez Leiva