sábado, 13 de febrero de 2016

Lo que el viento se llevó



En la esquina de Liniers y Laprida, en nuestra ciudad cabecera, supo mantenerse sereno, enorme, orgulloso, un castaño que tuvo larga vida. Resistió los embates del tiempo y de míticos vientos, pero la última tormenta, la que arrasó con numerosos árboles, lo tomo distraído, o quizás cansado.   
Tal vez extrañaba a los chicos que a su sombra jugaban, o molesto por ya no ser lo más alto del barrio, quizás era muy viejo porque a mediados de la década de 1950, era ya un árbol adulto. Había sido testigo de las lentas transformaciones pueblerinas hasta los cambios acelerados de los cincuenta, y ni que hablar de los tiempos actuales. No sabemos su edad pero la corteza pardo grisácea, gruesa y profundamente surcada, nos habla de su longevidad.
Muy noble, siempre verde, proporciono sombra, sirvió de alojamiento a los pájaros, de lugar de juegos a los niños, fue referencia, y ahora se brindó como madera. Pasaba los 10 metros de altura y las raíces no soportaron el embate huracanado. Fue tan noble que no causó daños a los vecinos, que sin duda extrañaran su partida.


 

Por: Juan Carlos Ramirez 
(con todo el dolor por los árboles perdidos que hicieron felíz su niñez ezeicina).

martes, 9 de febrero de 2016

Dismitificadores otra vez vencidos



Los cazafantasmas vernáculos no se ofrecieron para el caso. Tampoco hicieron bulla los no creyentes de siempre. Nos contaron documentadamente que fue el segundo Jumbo incorporado orgullosamente por Aerolíneas Argentina el 13 de enero de 1979. Para 1983 pasó a Flying Tigres, con los colores de Metro Internacional, luego con Federal Express hasta que en 1990 regresó a operar con Aerolíneas hasta mediados del 2001, en que fue dado de baja. Recordaban que aunque Air Plus decidió retirar de servicio los Boeing 747-200 de Aerolíneas Argentinas, de modo inédito se siguió llevando los motores a España para sus propios Jumbos. Los fundamentalistas de la verdad, solo se limitaron a afirmar que el Jumbo alcanzaba una Velocidad Máxima en máxima altitud de 970 km/h a 9.145 metros; que su velocidad de crucero era de 910 km/h; en fin, habladurías.
Los que saben, como el caso de Ariel Aníbal Fuster, afirman que los de Intercargo, personal de seguridad o de limpieza, tienen como experiencia “
que presenciaron los mismos hechos y las mismas situaciones, sin conocerse ni tener conexión entre ellos.” Hasta en aeroparque conocen los hechos narrados.
El aeropuerto ya habría sido tomado por fantasmas tiempo antes. Desde que aquel pasajero se suicidara en el hotel, dicen un fantasma recorre sus pasillos.  Cerca del lugar en donde habría caído un avión transportando pescados, se escuchan gritos en las noches que han estremecido la dureza de los vigiladores. Se cuenta que los rudos de la ex PAN, se negaban a ir de guardia en ese puesto; mandaban a los nuevos que ignorantes de las fuerzas ocultas que allí se manifestaban, se enfrentaban a los tiros con lo que no veían pero los asustaba. Consultado un pastor amigo, afirmó que “estoy completamente seguro que el relato que nos presentas es 100% verídico. Escrito está 2º Corintios 11:14”, rematando con la afirmación de que “En consecuencia, ese espíritu que se hacía pasar como si fuera la azafata era un demonio suplantador,” un demonio disfrazado de azafata.
 









Los matemáticos, Borges sonreiría, nos dirigen la atención que el 747 lleva al 74, ya al derecho o al revés, un juego de círculos que repiten realidades espejadas. Y casi nos gritan los adoradores de las Ciencias Exactas: ¡El mismo número del colectivo de la línea 306, también embrujado!
¿Leyenda urbana o realidad? No lo sabemos ciertamente, pero el caso es que el avión resiste a ser desguasado.

Juan Carlos Ramirez.

lunes, 8 de febrero de 2016

El Malo


Muchos hemos escuchado sobres hombres y mujeres embrujadas, casas embrujadas, o incluso el colectivo embrujado de la 306. Pero hoy nos referiremos a un avión embrujado. El Boeing 747 salió a su primer vuelo bajo la matrícula LV- MLO, lo que le hubiera encantado conocer a nuestro Borges, Jorge Luís. El bardo mayor afirmaba casi resignadamente, que “el nombre es arquetipo de la cosa/en las letras de 'rosa' está la rosa”. Somos nuestro nombre, o nos transformamos en lo que él designa, o quizás todo sea el resultado de bromas, a veces, espeluznantes. El Boeing de referencia fue conocido como el “MALO”.
Una bella aeromoza le tomo especial cariño al LV-MLO, debido a que ella había nacido el 8 de diciembre de 1978, el día de la Virgen, fecha en que el MALO realizó su primer vuelo. Cuando a esta tripulante de cabina, apasionada de su profesión, le diagnosticaron una enfermedad terminal, se las ingenió para pasar sus últimas jornadas de trabajo a bordo de su querido LV-MLO. Horas después de realizar el que iba a ser el último vuelo de su carrera, la azafata falleció. Semanas después, el Jumbo fue sometido a una revisión, …y aquí comienza la historia.
Dos mecánicos aseguraron que se les había aparecido una borrosa pero traslúcida figura femenina, mientras trabajaban en la bodega trasera de carga. El espectro de la azafata volvió a hacerse presente poco tiempo después, ante el personal de limpieza. No paró allí, varios trabajadores estaban acondicionando la cabina superior cuando escucharon ruidos en la sección de primera clase. Uno de ellos bajó por la escalera y en la mitad del pasillo la vio con su uniforme de azafata. En el año 2000, durante una escala en Barajas, mecánicos de Air Plus huyeron de la aeronave asustados por la presencia de un espectro en la cabina de pasajeros, y así se lo narraron al comandante del vuelo.
No mucho tiempo después, Aerolíneas decidió dar de baja al aparato y a mediados de 2001 fue estacionado en el aeropuerto de Ezeiza, teniendo como destino final el servir como fuente de piezas de repuesto para otros aviones de la compañía. Sin embargo, este no fue el fin de los misteriosos sucesos en esta nave embrujada, ya que cuando cinco técnicos comenzaron a desmontar los motores, escucharon fuertes ruidos dentro de la bodega delantera. La revisaron y no encontraron nada, y el episodio se reiteró cuando volvieron a la actividad, como si se resistiera a ser desguazado. Se cuenta que usaron una grúa para mirar a través de las ventanillas, y descubrieron una azafata caminando por el pasillo opuesto. El MALO fue revisado por completo, pero no encontraron a nadie.
Hasta hoy se encuentra varado y en estado de abandono. Nadie se ha atrevido a desguazarlo por completo, quizá por miedo a encontrarse con el fantasma de la azafata que decidió pasar su eternidad a bordo de su aeronave preferida.

Por Juan Carlos Ramirez.

sábado, 6 de febrero de 2016

Árboles de Ezeiza

José María Ezeiza supo hablar de su creciente grandeza a través de los árboles:

• Los plátanos, que se perdieron con el ensanche de la ruta nacional 205.
• Los manzanos de la quinta de los Ferrari, que aún subsisten por San Juan;
• El pino que plantaron Poroto y Mariani padre, en la esquina de Domingo French y la ruta.
• El monte de siempreverdes, por Pedro Pravaz entre Juan Castelli y Narciso Laprida
• Paraísos que enmarcaban veredas limitadas por cercos de exuberantes pero discretos ligustros, refugio donde tiernos y jóvenes amores podían admirar la luna.
• El ombú de Pravaz y Chacabuco, que con su sombra acogía tanto a los ocasionales como a los regulares visitantes de aquella generosa mujer. Como cuando la poesía pasa a ser del pueblo y pierde el nombre de su autor, la memoria colectiva dejó de lado su nombre y la recuerda como La señora del ombú.
• El magnífico bosque resultado de que se plantaran unos 4 millones de árboles de numerosas especies en las tierras que pertenecieran a la estancia Los Remedios, son hoy los bosques de Ezeiza o de la dependencia correspondiente o del que los recibió como obsequio de gobiernos próximos pasados.
• El único retoño del pino histórico de San Lorenzo existente en el distrito, plantado en la plaza San Martín de J.M. Ezeiza, un 17 de agosto de 1962.

Los árboles de Ezeiza saben hoy hablar de una decadencia no resuelta. El bosque o fue privatizado o depredado; los árboles que plantamos no alcanzan ni remotamente a mitigar los destrozos que la autopista provocó; eucaliptos centenarios como los que se levantaban orgullosos y testimoniales en la quinta que se encuentra por Ramos Mejía, entre Paso de la Patria y Tuyutí, fueron mutilados sin sentido alguno.
Sin embargo, la relación del Distrito de Ezeiza con la naturaleza sigue vigente más allá de las contingencias. Nuevas plazas surgen, los retoños crecen y cuando uno llega por la ruta a la estación cree estar en una empalmerada Ezeiza Beach.

Por: Patricia Celia Faure.