martes, 6 de diciembre de 2022

Región Matanza Sur (Banda Sur del río Matanza).

Desde el siglo XVIII, el concepto de región ha sufrido diferentes interpretaciones. La distinción de regiones a escalas diversas, ha sido un objeto geográfico complejo e impreciso. En la actualidad, permanece su relevancia dado el papel que tiene como modelo de análisis y de actuación[1].
Una primera aproximación al concepto de región, es la de considerarla como un fragmento de espacio que se distingue de los otros. Desde este punto de partida, la regionalización se realiza sobre la base de diferencias, la mayoría de las veces de carácter relativo y que no se condicen con la importancia atribuida.
En todo constructo social, las definiciones del presente no tienen por qué coincidir con las elaboradas en otros tiempos, y es por eso que construir una historia regional tiene su primer problema planteado en la misma definición de su objeto de estudio. Como la cuestión regional posee una dimensión política que la convierte en relevante desde el punto de vista social[2], tenemos que apuntar que el espacio estudiado se encuentra en la provincia de Buenos Aires, República Argentina.
Considerando las limitaciones políticas y dado la variabilidad de estas en lo temporal, la región que pretendemos delimitar ha pertenecido jurídicamente a distintos espacios: Pago[3] de la Magdalena, Pago de San Vicente, e incluso algunas áreas estaban en la práctica de identificación, superpuestas al Pago de La Matanza, Cañuelas, Lomas de Zamora, o del jurídicamente inexistente Pago de Los Remedios; la lista se haría más amplia si no limitáramos este trabajo hasta el año de 1885.
Tenemos claro que estamos haciendo un recorte que puede aparecer como impreciso desde la bibliografía clásica, por ello nos hemos detenido en presentar nuestro marco teórico. Afirma J. M. Casas Torres (1980) que “todas las categorías de regiones caben dentro de dos tipos: las ‘inventadas’, con un fin concreto para quien las establece, y las ‘reales’, las ‘geográficas’, las que de verdad existen y funcionan, en ocasiones desde hace siglos”[4].

En este abordaje, consideramos que la región es una construcción intelectual con el fin de individualizar el espacio de acuerdo con nuestros objetivos, y por ello tomaremos al comprendido entre “las puntas del Matanza” por el Oeste, por el Este, Lomas de Zamora, por el Sur hasta San Vicente, y cierra el área por el Norte el río Matanza. La denominaremos Región Matanza Sur (Banda Sur del río Matanza), y se halla asentada en el extremo meridional de la pampa ondulada bonaerense. Ésta se caracteriza por ondulaciones relacionadas con un sistema hidrográfico bien desarrollado con cursos generalmente de orientación SO-NE, como el río Matanza, que desagua en el río de la Plata. Puede interpretarse a la región y a sus cambios, como consecuencia del proceso de apropiación, acumulación originaria, y de división territorial del trabajo, vinculada a la dinámica del capital.


Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

[1] López Trigal, L. (1985). Citado por: Espejo Marín, Cayetano. Anotaciones en torno al concepto de región. En: Nimbus. Revista de climatología, meteorología y paisaje. España; Universidad de La Rioja; ISSN 1139- 7136. Nº 11- 12, 2003; págs. 67- 68.
[2] Ruiz Errestarazu, E. (1989). Citado por: Espejo Marín, Cayetano. Anotaciones en torno al concepto de región. En: Nimbus: Revista de climatología, meteorología y paisaje. España; Universidad de La Rioja; ISSN 1139- 7136. Nº 11- 12, 2003; pág. 68.
[3] Se denomina así a las primeras secciones en las que se dividió la campaña. No constituían distritos de administración, sino solo grandes extensiones de límites imprecisos correspondiente cada una a una zona poblada.
[4] Casas Torres, J. M. La regionalización geográfica de España. En: La región y la Geografía Española. España; Asociación de Geógrafos españoles; 1980. pp. 163-178.

martes, 29 de noviembre de 2022

Tristán Suárez se institucionaliza

Las distancias desde la incipiente comunidad y los centros religiosos, no era obstáculo para que los fieles se trasladasen hacia las capillas cercanas. Algunos acudían eventualmente en Cañuelas a la Parroquia del Carmen, a cargo del párroco Tomás Iñarga desde 1899 a 1915; otros cruzaban el Matanza para acudir a San Mauricio en González Catán. En ocasiones alguno se acercarían a la capilla de Los Remedios, que dependió de Nuestra Señora de la Paz hasta el establecimiento de la parroquia de la Inmaculada Concepción. Esta última, ubicada en Monte Grande, fue otros de los centros de culto católico al que concurrían los vecinos de una comunidad mayoritariamente laica.
Hacia fines de la década de 1920 el pueblo ya tenía una vida propia a la que no parecía afectarle la crisis económica mundial en ciernes. La necesidad de instituciones públicas aparece y el 8/08/1928 se suscribe el acta de fundación del Club Social y Deportivo Tristán Suárez, en el domicilio particular de Germán Morando; utilizándose desde 1932, el local del Sr. Francisco A. Berutti como sede social. El clásico nace irremediablemente, el 12 /10/ 1932 se funda el Club Social y Cultural Ferroviario de Tristán Suárez, por iniciativa de un grupo de vecinos del lugar.Muy activos en planteos políticos, eficaces a la hora de solicitar escuelas pero sin tanta prisa a la hora de gestionar una capilla, la necesidad espiritual de los vecinos aparece materializada en la solicitud de ampliación del trazado urbano de 1934, donde se reservan unos lotes para la iglesia y casa del cura. Se expresa que en esta reserva se construirá una capilla por cuenta de la señora Herminia Canale de Rebay.
Probablemente, la escuela decana de Tristán Suárez fuera creada en 1879 y llevaba el Nº 3, cuando estas tierras pertenecían al distrito de San Vicente. Al crearse el distrito de E. Echeverría (09/04/1913), pasa a ser la Nº 4. Sin local propio, funcionó en un local, propiedad de Sr. Amadeo Gaddini. Posteriormente pasó a una propiedad de Berasaín, siendo su directora la Sra. Elisa N. de Berasaín. En 04/1914 se estableció en un local de Nicolás Morando, dirigida por Dolores Maroto. Ya no era la única porque a 4,5 km. de la estación y en un local del Consejo Escolar, funcionaba la escuela Nº 5, atendida por Manuel Domínguez. La Escuela Nº 6, completaba la oferta educativa, emplazada a 6 km. de la estación y dirigida por Teresa Caraza de Camona, en edificios propiedad del Dr. Tristán Suárez.
En 1939, el Sr. Amadeo Canale donó la propiedad donde hoy se levanta el actual edificio de la escuela EP Nro. 2, Canale, contando inicialmente la escuela con tres aulas, dirección, patio cubierto y casa del Director. El mástil de entrada fue donado por el personal de la fábrica Canale.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
Foto: Escuela Canale, 1946
 

miércoles, 19 de octubre de 2022

Por octubre y en Ezeiza

 La creación del Distrito Ezeiza ocurrió un 20 de octubre de 1994, fecha a partir de la cual la Ciudad de José María Ezeiza se convirtió en cabecera distrital. Desde hacía justo un año, los representantes de la Unión Vecinal de Fomento Canning y de la Sociedad de Fomento del barrio Las Flores-Canning, se movilizaban para impedir el desmembramiento del barrio. 
Canning ya no pertenece jurisdiccionalmente a Ezeiza por entero, ciudad a la que se encontraba hermanada por esa temprana institución llamada Sociedad de Fomento Ezeiza-Canning pero, debemos recordar al puntapié inicial de aquella barriada. Fue en el mes de octubre de 1946 cuando abrió sus puertas, el hoy mítico almacén la "Nueva Era". El comercio, propiedad de Don Lorenzo Cresmani, estaba ubicado en tierras que años antes la familia Estevecorena había ordenado rematar a la empresa Furst Zapiola y Cía. El almacén se convirtió en punto de referencia obligado en la región y mantuvo abiertas sus puertas hasta 1982.
Otros comercios pioneros abrieron sus puertas en octubre, como la panadería que José Vidal inauguró en 1905 en Tristán Suárez. El comerciante, que ya era propietario del restaurant y posada "El lucero del alba", ampliaba su actividad disponiendo de "dos jardineras para el reparto de pan y galleta a domicilio". De acuerdo al diario "El Vicentino", la noticia sería recibida con placer por "esa población, la de Ezeiza, la de Máximo Paz y sus alrededores". 
Es poco probable que el mencionado empresario pensara el destino de ciudad del pequeño poblado, donde había decidido afincarse desde hacía varios años. Sin embargo, casi ochenta años después, Tristán Suárez era proclamada ciudad por el proyecto presentado por el diputado provincial, Dr. Víctor Martín Bruzzoni. La Ley 10.221 fue promulgada el 18 de octubre de 1984, cuando gobernaba el Dr. Alejandro Armendáriz y era intendente del distrito de Esteban Echeverría, jurisdicción a la que pertenecía la proclamada ciudad, el Dr. Juan Miguel Tosoni.
También el Barrio 1 debe inscribirse en este listado de recuerdos nacidos en octubre. Fue para este mes, corriendo el año de 1953, cuando comenzó la línea 406 a unir el Aeropuerto con Liniers. Otras iniciativas comerciales exitosas fueron el Almacén de Ramos Generales "La Cueva", que comenzó sus actividades un día 5 de octubre de 1905. El local de los hermanos Graciano y Pedro Harguindeguy, conocido como "La Cueva del chancho", estaba ubicado por donde hoy pasa la Autopista a Cañuelas, en su intersección con la calle P. Pravaz. Funcionó allí el primer surtidor Y.P.F. y su fonda fue parada obligada para los transportistas que venían desde el sur. 
Durante la gobernación del señor Victorio Calabró y siendo intendente del distrito de E. Echeverría, jurisdicción a la que pertenecía la ciudad, el señor Oscar Alberto Blanco, se dio vía al proyecto presentado por la senadora provincial, señora Josefina Moscoso de Herrera. De esta manera, José María Ezeiza fue elevada al rango de ciudad por Ley 8.130, promulgada el 30 de octubre de 1973. 
Finalmente, no nos olvidamos que nuestra primera radio también nació en octubre, un día 28 de 1984. La iniciativa la concretó el vecino José Felipe Veloce y bajo el nombre "Radio Cultura", salió al aire en FM hasta 1992. Los estudios y la planta transmisora se encontraban en French 590, de J. M. Ezeiza.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 30 de agosto de 2022

Alberto Goñi, tambero.

Los historiadores nos encontramos con riquísimos datos que nos nutren de conocimientos al indagar en los censos nacionales. En este caso, nos interesa reconstruir brevemente la genealogía de un vecino de Canning: Alberto Benito Goñi. Empezaremos por “Juan Calixto”, su padre, quien nació en los pagos de Nuestra Señora del Carmen de Cañuelas, en 1872. El censo nacional de 1895 nos informa que contaba con 23 años, soltero, sin hijos; sabía leer y escribir pero no poseía propiedad, de profesión comerciante. El empadronador del cuartel rural Nº 5 de Cañuelas, fue el señor Adolfo Pereyra. 
En Ezeiza registramos que a principios del siglo pasado, comenzó su vinculación societaria con el señor “Echeverría”, quien tenía un despacho de bebidas y almacén frente a la estación Ezeiza. La construcción de su Negocio-Casa data de 1903, frente a la estación sobre la calle Presidente Perón e Ituzaingó. En nota escrita por el profesor Ramírez, se menciona: “La construcción incluía un almacén y despacho de bebidas así como una cancha de pelota paleta. Los ladrillos miden 14 por 29 cm. La cancha del frontón tenia paredes de 43 cm de ancho”.Don Goñi figura en las guías ferroviarias de la Compañía General como tambero, mientras otras fuentes lo mencionan como conductor de un taxi carro desde la estación Ezeiza hacia diferentes puntos.  
Sabemos que “Juan Calixto Goñi” se unió con “Josefa Paulina Gómez”, nacida en Tristán Suarez en 1878. El Caudillo, como lo conocían por su figura campera y su bigote, fue un hombre prospero de buena posición económica. Descendiente de vascos, le toco la suerte de ser padre de 12 hijos siendo Alberto el séptimo, por lo que le valió la suerte de ser ahijado del presidente “Roque Sáenz Peña” y también ser el comentario de terror en los días de luna....“Alberto Benito Goñi” nació un 6 de mayo de 1911; hombre vigoroso, fuerte, vivió en Monte Grande tras casarse con “Elena Pastora Elizalde” con quien tuvo cuatro hijos: Carlos Alberto (tropillero), Jorge Omar (tambero), Marta Elena, y Norma Nora. Tuvo un reparto de leche en Monte Grande con el que se ganaba la vida; todos los días hacía muchos kilómetros desde Canning con el carro tambero. Su primera casa estaba cerca de la rotonda de Santa Marina, una especie de posta para descansar. 
En la década del cuarenta y por pedido de doña Josefa, sus hijos vinieron para ayudarle con la administración del campo (frente al country La providencia, Canning). Su padre había fallecido y necesitaba una mano. Cerca de la antigua fundición tenían una porción de tierra, donde vivía “Juan Goñi” en un rancho de barro (hermano mayor de Alberto). Alquilaban otras tierras para que el ganado se alimentase cuando no tenían pastura.Los hijos de Alberto cursaron en la escuela rural Nº11 (hoy 4), donde recibieron la pedagogía del maestro Luis F. Iglesias, según nos relatara Norma Goñi (71). Luego, década del 60, compraron en la calle José Maria Ezeiza en diagonal a la estación Canning, donde formaron un tambo propio. Hay que mencionar que “don Alberto” contaba con afamada habilidad para amansar padrillos. Los últimos años de vida los vivió entre el reparto de leche que traía de un tambero amigo en Canning, ya que no ordeñaba, y vendía quesos artesanales a fieles clientes. 


Los vecinos más antiguos lo recuerdan como persona decidida, solidaria y trabajadora. Norma revaloriza la moral de su padre diciendo: “Su palabra era un documento, (…) mis hermanos eran salvajes muy diferentes a mi padre…él era muy bueno”. Norma Goñi vive en la ciudad de Ezeiza junto a su esposo Marcelo Pereyra, vecino de años.
Alberto Benito Goñi falleció un 25 de mayo 1990 con 79 años, en esta localidad cuna de su vida y sus raíces.

 

Por: Profesor Elio Daniel Salmón

Miembro informante de la Junta de Estudios Históricos Distrito Ezeiza 

lunes, 18 de julio de 2022

Recordando a Clara Gagni (última parte)

Mientras vivía Natta, la editorial Estrada donaba el papel. Cuando el falleció, lo tuvieron que comprar, a un precio económico, pero a no era gratís. La calidad del papel era gruesa y pesaba mucho, pero debían conformarse porque primero era donado y segundo, barato. Cuando había que cargar los cientos de kilos de papel, también estaban Clara y Estela, quienes los llevaban a la imprenta.

Durante el tiempo que fue directora de "La voz de mi Parroquia", pensaba en cada paso que ejecutaba si Natta lo hubiera hecho así. Puso su vida, pasión y dinero para continuar con la obra. Clara redactó la última editorial desde la cama del hospital. El cáncer la estaba matando y los cuatro atados de cigarrillos que fumaba diariamente colaboraron para acelerar su enfermedad. Muy enferma, asistió al Concejo Deliberante para ser declarada Ciudadana Ilustre, el 14 de mayo de 1997.
Falleció el 27 de julio de 1998 y el 12 de agosto del mismo año, El Concejo Deliberante -por Resolución 1072- designo con su nombre el pasaje de circunvalación de la Plaza César Achiary. Decía la Resolución: "Es merecedora por toda la tarea realizada, el ser recordada para siempre en una calle del distrito"

Por: Bini Hebe Peñuelas

Nota: Segunda y última parte del extracto de lo expuesto por la autora en el "Quinto Encuentro con Nuestra Historia" y publicada en "La Palabra de Ezeiza" el 4/08/2005. Bini, reside en el Barrio Uno, es periodista y fue la directora de "El Morueco Terenciano".

Recordando a Clara Gagni (Parte I)

En 1952 vinimos a vivir a Ezeiza. Desde esa época transito el distrito. Luego de tener a mi familia, observé que la zona estaba cada vez más olvidada y no había ningún ente a quien reclamar. Monte Grande era la cabecera de Esteban Echeverría y por acá nunca se veía ninguna máquina. Por eso, concerté una entrevista con Clara Gagni y de entrada le explique que no tenía título de periodista. Enseguida ella me respondió algo que no olvidaré nunca: "Con los títulos, no trabajo". A partir de ese momento, en 1992, trabajé con ella alimentándome de su fuerza y energía.
Clara era de un pueblo de la provincia de Venecia. Nació el 4 de octubre de 1935. Vino de Mestre al país en 1958.Vivió con su familia la II Guerra Mundial y oyó desde los refugios los bombardeos. Su padre fue un enlace de los partisanos, las fuerzas nacionalistas que defendía a Italia durante la ocupación alemana. Paradójicamente, su hermano Armando se había enlistado por el ejército alemán para servir al Eje. Ella siempre recordaba que con sus hermanos más chicos jugaba entre las bombas.
Cuando la familia en 1953 decidió emigrar de la Italia arrasada, no pudo viajar porque estaba enferma de tuberculosis, Tuvo que sanarse para que le permitieran ingresar a la Argentina. Cuando se acabó su pesadilla, se unió a su familia y vino a Tristán Suárez.
Era una mujer cristiana, educada en una moral católica, de carácter muy fuerte, aguerrido y de firmes convicciones. Con su voz aguardentosa de fumadora y mirada penetrante, Clara imponía respeto. Gran docente, comenzó a dar clases en el naciente colegio del Padre Natta, un cura que habían mandado a Tristán Suárez medio castigado por rebelde. Vale la pena recordar que este cura alzó la voz por una zona muy olvidada y fundó el 25 de agosto de 1963 un cuadernillo hecho a mimeógrafo y esténcil de una hoja oficio doblada a la mitad -escrita con la máquina "Underrwood"- y lo llamó "La voz de mi Parroquia". Desde ese momento, Clara Gagni y Estela Pelli fueron las manos derechas del cura.
Mientras tanto, Clara siguió desempeñándose como maestra catequista, jefa scout del colegio y también presidenta de la Junta Parroquial. Asimismo trabajaba como jefa fotógrafa del colegio. Natta le decía a ella: "Clara andá a sacarle una foto al bache, antes de que lo tapen". De ese modo trabajaba como fotógrafa, redactora, diagramadora, cronista, reportera y corresponsal, entre otras cosas. Se recorría todo Tristán Suárez en bicicleta e iba a Monte Grande a las sesiones del Concejo Deliberante. Se ponía a leer un libro mientras grababa todas las sesiones deliberativas y todas las transcribía en la sección "Nos, los representantes del pueblo". Ella conocía pormenorizadamente cada uno de los rostros que conformaban el gobierno.
Junto a Estela Pelli (su hermana en Cristo como se decían entre sí) se convirtieron en insustituibles. Estela era un archivo viviente, mientras que Clara era la ejecutiva. Obviamente, Natta era el director. Cuando falleció el sacerdote Natta, en 1988 se hicieron cargo del periódico. El designio del cura fue convertirlas en herederas del diario y muchos fueron los sacrificios y presiones, sobre todo del obispado. Debían mantener vivo un medio que estuvo al servicio de la comunidad durante 32 años. Con el sueldo de maestra mantuvieron el periódico, personal, servicios, gastos de papel, imprenta y distribución hasta 1995.

Por: Bini Hebe Peñuelas

Nota: extracto de lo expuesto por la autora en el "Quinto Encuentro con Nuestra Historia" y publicada en "La Palabra de Ezeiza" el 4/08/2005. Bini, reside en el Barrio Uno, es periodista y fue la directora de "El Morueco Terenciano".

lunes, 4 de julio de 2022

La canchita del Roca

Los dos clubs más antiguos de Ezeiza supieron tener canchas de futbol tan democráticas, que no tenían alambrado alguno que las delimitaran, tampoco tribunas, tampoco papeles que acreditaran que les pertenecían. Solo acuerdos (probablemente verbales), que destacaban la muy buena voluntad de quienes cedían el espacio para que los chicos y no tan chicos, como los destacados jugadores que representaban a esos clubs, pudieran darse el gusto de pegarle a la pelotita para su deleite y el de las bullangueras hinchadas.
A los clubes más añejos en Ezeiza se los bautizó con nombres ferroviarios, probablemente en la búsqueda de fortalecer y fortalecerse con la identificación y localización del poblado (sostiene la historiadora Patricia Faure). Es así como tenemos el Club Tristán Suárez, el Ezeiza, y desde el 22 de junio de 1952, el Roca.
La canchita del Roca se encontraba en la playa de maniobras ferroviarias, teniendo a uno de sus arcos dando su espalda a la calle Avellaneda, (flanqueada por entonces por altísimos eucaliptos), y teniendo como linderos a las vías truncadas del ramal que conducían al aeropuerto, y a las del Ferrocarril Roca por el otro lado.

Hasta ayer, se encontraba allí el ala sur del Palacio Municipal, el anfiteatro, senderos de la plaza con el árbol de los enamorados allí protegiendo amores, tanto a los furtivos como a los legales. Digo ayer, porque los vecinos aún ignoramos que quedará realmente después de las remodelaciones en marcha.
La vecina Patricia Faure cuenta que se colgaba del portón de su casa para ver el potrero de enfrente, un potrero polvoriento donde traspiraban y corrían chicos atrás de una pelota, para un lado y para el otro. Le llamaba la atención y la divertía ver que a veces se ponían camisetas coloridas que hacían juego con los pantaloncitos cortos y en esos días, acudía más gente a verlos.
La canchita del Roca “era como una cancha medio clandestina pero, a la vista de todos”, ya que estaba en terrenos que eran propiedad del ferrocarril. Sostiene la vecina Patricia, que también eran de las vacas del Pepe Enríquez que, pastaban por allí cerca de cuando en cuando.
En la canchita del Roca vi atajar al gran Bernabé Adolfo Palacios, a Rodolfo “Picho” Oscar Garayar, a Ernesto “mono” Mena, y a Oscar Lino Ávila, y aunque solo yo lo recuerde, supe estar debajo de esos tres palos en algunos torneos de los llamados relámpagos o desafíos barriales. Como olvidarla.
La canchita del Roca, aún está, no visible para todos, claro. Sigue allí pese a la acción tan modernizadora como inevitablemente destructora, pero aún está en la memoria de quienes jugábamos pegándole, a veces con suerte, a una pelota o algo que rodara.

Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 17 de mayo de 2022

La región y los caminos

  La llanura que se extendía al Sud Este del Riachuelo de los Navíos, parecía un manto verde proyectado al infinito. Lejos de brindar una sensación de monotonía, el calmo paisaje presentaba una vegetación radiante y vivas. Bosques de talas, espinillos, achaparradas cinas cinas, falsos café, pocos ceibos, algún que otro ombú, se esparcían en ondulaciones surcadas de arroyos y zanjones tributarios del río.
Los desniveles del terreno servían como lagunas compensadoras, siendo numerosas las cañadas y los bañados que retenían las aguas pluviales hasta el verano. Ello le permitía la vida a los porotillos, totoras, sagitarias, lentejitas, repollitos, helechos y a los juncos. Estos tallos cilíndricos lisos y fofos que alcanzan hasta 1,5 metros de altura, eran secados para ser utilizados en la confección de asientos, cortinas, cestos, etc.. Los huevitos de gallo, la flor de sapo, los cuernos del diablo y el revienta caballos, contribuían con el abrojo y el duraznillo negro, a la variedad herbácea.
  Especies típicas como el mburucuyá también llamada mburucuyá-guazú por los pueblos originarios y Pasionaria por el común, convivían con otras enredaderas trepadoras como la tasí (doca) o la verbena roja (margarita de campo). Todas ellas conforman parte del paisaje entre las ramas de los cercos vivos. Cuando el calor fatigaba los pastos, que alcanzaban hasta un  metro de altura, se tornaban amarillentos en donde los suelos eran más áridos. En las zonas más altas, la tosquedad de la hiervas duras era matizada por las cortadera filosas y sus flores de penachos blancos, también llamado de las pampas , plumero o, cola de zorro (cortadera Selloana Argentum, o pampa Grass).
Para  llegar a estos pagos desde la ciudad de Buenos Aires, se usaba tomar la dirección del "Paso de Zamora". El otrora "Camino Real", llamado el "Camino de las carretas", se extendía desde el hoy Puente La Noria y pasaba por la estancia "Los Remedios" en su camino a Las Flores. Los vehículos ligeros tirados por caballos, introducidos por los escoceses de la "Colonia de Monte Grande", fueron paulatinamente reemplazando a las pesadas carretas ungidas a lentos bueyes, que dieron nombre al camino.
Tras cruzar el río Matanza, debían salvar sus anegadas inmediaciones. Las tierras bajas se fueron rellenando debido entre otras cosas, a la rectificación del río y al asentamiento poblacional. Un claro ejemplo es el efectuado en la zona de Villa Transradio (E. Echeverría), área donde el surgimiento de barrios que componen la localidad "9 de Abril", sepultó en el recuerdo a los salobres bañados allí existentes.
En el valle surgen aguas saladas que durante el pasado siglo fueron explotadas debido a que la composición marina la hacía rica en cloros, sulfatos, sales magnésicas potásicas, iodadas con gran poder curativo. Tomamos esto de un folleto editado por "Termas del Plata, Ribera Sur y Virgilio" para promocionar a "La Salada", en Lomas de Zamora. Las características de estas aguas fueron tomadas por las ingresiones marinas que inundaron parte de la provincia. La ingresión denominada Holocénica o Querandinense, inundó nuestra región hasta Cañuelas.
La ondulación del terreno dio origen a la referencia de Lomas de Zamora, debido al continuo suceder de tierras altas y tierras bajas. En el Museo "La Campana" (Esteban  Echeverría), es posible consultar el libro que promocionó el loteo de Monte Grande y comprobar que se trazó sobre sobre terrenos regularmente accidentados por lomas altas con pendientes de sur a norte, y que: "Para el asiento del pueblo háse elegido la loma más elevada". Pese a la constante nivelación del territorio, puede observarse aún hoy, la trepada que debemos hacer desde el arroyo Ortega hasta los Montes Ulloa (curva Santamarina), cuando transitamos desde Ezeiza por la ruta 205 camino a M. Grande.
En nuestro distrito, las partes más altas alcanzan a los 25,5 msnm, mientras que en las tierras aledañas al Matanza, desciende a los 3,75 msnm. La lectura de las cotas nos da una idea de las ondulaciones que debieron superar los constructores del ferrocarril Temperley-Cañuelas en 1885: Kilómetro 23,540 (luego Villas Mayo y posteriormente Luís Guillón), 16,12 msnm; M. Grande 19,39 msnm; Ezeiza (hoy José María Ezeiza) 19,92 msnm; parada Links (hoy Unión ferroviaria) 21,33 msnm; y Llavallol (hoy Tristán Suárez) 18,35 msnm.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva






sábado, 14 de mayo de 2022

El arte de curar

Cuando las tierras que se encuentran aproximadamente entre las vías del Ferrocarril Roca y el río Matanza hasta el arroyo Ortega, estaban bajo la jurisdicción del Cuartel V del Partido de Cañuelas, don Ramón Carrizo fue nombrado Alcalde con competencia desde la estancia Los Remedios (1), hasta el pueblo de San Vicente. Don Ramón, seguramente, mantuvo permanente contacto con Pedro Martínez Niño, quien tuvo la tarea de vacunar en septiembre de ese mismo año.
Hemos podido rastrear que en julio de 1823, cuando la viruela hizo estragos en la población del distrito de San Vicente, el comisionado Ignacio Martínez hizo esfuerzos denodados para vacunar a nuestros desconfiados vecinos asentados al sur este de las vías y al sur de la ruta 52. Si bien no residió, sabemos que un años después ya teníamos a un farmacéutico como propietario de la estancia "Los Remedios". Don Tomás Whitfield la había adquirido a Pablo José de Ezeyza, según consta en la escritura fechada el 13/07/1824.
Estas breves referencias tienen como objeto recordar a los pioneros radicados en nuestras tierra, dedicados al arte de curar y que contaban con la licencia expedida por el gobierno. Gracias a las investigaciones de Lucio García Ledesma, conocemos que el primer médico con título universitario que atendió al mencionado Cuartel V de Cañuelas, fue el Dr. Manuel Acuña. Este llegó en 1857 tras servir en el ejército de Urquiza y junto con los doctores Martín Schmarsov y Joaquín Robles, luchó contra la epidemia de cólera que se desató en 1868. Esta se ensañó con los residentes en el Cuartel V, según consta en las Actas Municipales. Siete décadas más tarde, otros médicos graduados comienzan a relacionarse con nuestros vecinos.
Entre los doctores que más profundos recuerdos han dejado en su paso, se encuentra el Dr. Eustaquio Anastasio Gómez. Nació en Buenos Aires el 22/02/1916, recibiéndose de médico el 30/12/1946. Un año después y en el mes de octubre, se estableció en Tristán Suárez. Es recordado por la sencillez y sensibilidad con que atendía a los pacientes. Falleció el 8/12/1960 y una calle de la ciudad fue honrada con su nombre.
Entre los últimos reconocidos socialmente, el Dr. Saponaro es recordado por sensible su entrega a los pacientes de Villa Golf y El Trébol (ciudad de la Unión), quien fuera nombrado ciudadano ilustre de Ezeiza. Hasta hace muy poco, se encontraban ejerciendo su profesión, doctores que vivieron la heroica etapa de ser esperados en la estación por familiares de enfermos que los iban a buscar en bicicleta o que le llevaban botas y protección para la lluvia y el barro, como lo fuera hasta hace poco el Dr. Varela. Uno de los pasajes del Anfiteatro de las Américas, hoy en transformación, llevó el nombre del Dr. De la Cruz, querido por su proceder solidario.
No nos olvidamos del Dr. Orlando Rojas, pediatra muy querido, ni del Dr. Rebagliati, quien en un 30/08/1935 colocó la chapa que anunciaba la apertura del primer consultorio en Ezeiza. Se reconoce en él, que abrió caminos en donde solo había huellas, con tal de cumplir con su juramentado destino. El Dr. Rebagliati, también ciudadano ilustre de Ezeiza, nació en Banfield un 1ro. de enero de 1909, falleciendo el 24/08/2003.
Con este breve artículo no buscamos de ninguna manera agotar la lista, y no olvidamos que la mención de algunos provoca el injusto olvido de otros. Pero creímos necesario particularizar con el pretendido propósito de recordar en ellos, a todos los que nos han tratado y cuidado a través de la historia.


Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

(1) Hoy en esas tierras se levantan el aeropuerto Ministro Pistarini, la Comisión Nacional de Energía Atómica, los conocidos bosques de Ezeiza, complejos de recreación y penitenciarios, escuelas, el Barrio 1, una cancha de golf, varios barrios, etc.

viernes, 6 de mayo de 2022

Feministas ezeicences

Entre el proyecto de ley que en 1911 presentó el diputado socialista Alfredo Lorenzo Palacios y la sanción de la ley 13.010 de 1947 que establecía el voto femenino, pasó un largo tiempo. A partir de 1919 distintos diputados comenzaron a presentar proyectos de ley para establecer el voto femenino obligatorio pero chocaban constantemente contra los prejuicios que colocaban a la mujer en una situación de sospecha con respecto a su capacidad y madurez

En 1932 nació la Asociación Argentina del Sufragio, fundada por Carmela Horne de Burmeister. Esta agrupación desplegó una intensa actividad en pos del derecho al sufragio femenino, contando incluso con el apoyo de un monseñor y de diputados. No tuvieron como política, organizar o participar en manifestaciones públicas, sino que su objetivo era esclarecer la opinión pública buscando que se cambiaran las leyes con petitorios… que nunca fueron considerados. En algunas provincias, se había avanzado en los aspectos de ampliación de la ciudadanía y tenemos que en San Juan, las mujeres podían votar para elegir a las autoridades provinciales mientras que en Santa Fe, podían elegir autoridades municipales.

En la década de 1930 las mujeres argentinas, igual que sus congéneres latinoamericanas, no tenían igualdad de derechos ciudadanos con los hombres. Incluso instituciones creadas para defender a los obreros, llegaban a rechazar…a las delegadas obreras. Tal fue el caso de la C.G.T. en 1936, que rechazó a una representante de la Federación Obrera del Vestido “por pertenecer al sexo femenino”.

En octubre de 1934, mujeres de Ezeiza bregaron para ser admitidas como socias activas en el Club Deportivo y Social Juventud Unida (1930 -1937). Tuvieron éxito en ésta petición pero no lograron tener derecho a voz en las reuniones. Valga esta nota como homenaje para aquellas mujeres pioneras ezeicenses que lucharon tempranamente por ampliar sus derechos.

 

Juan Carlos Ramirez Leiva

Nota: Entre aquellas mujeres se encontraban Angélica Pinto de Hermida, Zulema Barone, "Chicha" Pascuaré. Fuentes consultadas: Pascuaré, Thelma; Lic. Faure, Patricia Celia. El Club Deportivo y Social Juventud Unida (ponencia presentada en Congreso de historia)

jueves, 14 de abril de 2022

Antes de Canning

De acuerdo a los planos en Catastro, Bartolomé Rocca y el ingeniero civil Eduardo Murzi (cuñados), compraron las tierras en donde se levantaron las estancias “Los Rosales” (Rocca) y “La Catalina” (Murzi), en 1898. Campos que habían pertenecido a Juan Manuel Acosta y que era en si un cuadrado al que dividieron tomando como eje el llamado “Camino de Buenos Aires a San Vicente”, quedando el referido campo dividido en prácticamente dos triángulos de 617 hectáreas cada uno, quedando fuera de la operación las parcelas propiedad de T. Alegre (hoy terrenos que incluyen la estación Canning y alrededores) en la fracción de Murzi, y otra que quedo en poder de Juan Manuel Acosta, en el vértice sur de la fracción adquirida por Rocca.
Don Alberto Bianchi heredó “Los Rosales” luego del fallecimiento de Ángela Sanguinetti en 1936 (el mismo año en que falleciera Eduardo Murzi), y con sus recuerdos y los propios, su esposa Susana fue la autora de poemas que rescataron su monte imponente en cuyo centro se levantaba un chalet estilo francés, diseño de Eduardo Murzi, abuelo de Susana, casado con María Rocca.
Rodeaba la casa una galería con columnas de hierro y arriba, una terraza que oficiaba de mirador del parque. El techado era de pizarra gris que culminaba con una zingueria artesanal de puntilla. El parque tenía avenidas y callecitas como la de “Los novios”, llamada así porque los tupidos árboles protegían besos escondidos y brindados en su largo historial generacional. Los jardines, atribuidos –sin prueba alguna- al diseño del arquitecto y paisajista francés Carlos Tays, eran de gran belleza.

Casco Los Rosales. Anuario comercial del CGBA, Año1921, Museo Fundación Ferroviario

Para tener una idea de la ubicación de la estancia Los Rosales, debemos considerarla desde la cancha de Golf Esperanza hasta el country Saint Thomas. El clima y la feracidad de sus tierras, determinaron que era lugar propicio para la cría de todo tipo de animales así como para la práctica de invernada, ya que de acuerdo al diario La Prensa del mes de abril de1901, don Bartolomé compró un lote de 500 novillos para invernada a $50 c/u, a don Pascual Donadío, de Cañuelas, de acuerdo a lo investigado por el historiador echeverriano Rodolfo Elissalde, R. (El partido de Esteban Echeverría a través de la prensa porteña. Buenos Aires, Argentina; Talleres gráficos RyC; 2013).

Casco La Catalina

La estancia “La Catalina” (llamada así en honor a la mamá del ingeniero), fue declarada Patrimonio Histórico por el H.C.D en el 2019, gracias al relevamiento de la “Junta de Estudios Históricos de Ezeiza” y al “Museo Regional Tristán Suarez”. Su casco se ubica en las calles Ñandubay y David Peña, límites entre Canning y Barrio El Trébol (La Unión). Detalla el historiador de Canning, Profesor Elio Salmón: “La edificación permanece rodeada de una frondosa arboleda de eucaliptus, cedros, caminos de ligustros, bambúes exóticos de gran altura y un ombú originario. El trinar de las aves que se puede escuchar es un concierto que a uno lo impregna de naturaleza.

Monseñor Terrero, Rvdo. P Beco, padrinos y asistentes al terminar la ceremonia de inauguración del templo (1905). Probablemente el señor de la izquierda que lleva del brazo a la señora, sea Eduardo Murzi

Supo contar don Rodolfo Guillón que, tanto don Bartolomé como su esposa Ángela Sanguinetti de Rocca, colaboraron en la construcción del primer edificio católico de la zona del templo la Inmaculada Concepción de María en frente a la plaza Bartolomé Mitre (Monte Grande. El partido de Esteban Echeverría XXV aniversario de su fundación (1913- 9 de abril de 1938) Edición institucional), conservándose la fotográfica de su inauguración en 1905.
Las fuentes periodísticas permiten aseverar la influencia política en la región de Bartolomé Rocca, recordándose también a su capataz general, don Valerio Nievas.

Juan Carlos Ramirez Leiva


jueves, 24 de marzo de 2022

Entre ciegos, sordos, y buchones

Ninguna dictadura nace ni prospera sin complicidad, y en nuestra historia reciente, la dictadura cívico eclesiástica militar contó con colaboradores de vario pinto. Empresarios que se beneficiaron económicamente, líderes religiosos que siguieron la tradición católica de apoyar movimientos totalitarios, artistas e intelectuales que cimentaron u obtuvieron un poco de fama, así como algo de resentimiento en ciudadanos de a pie que aceptaban su destino de pobreza y les molestaba la rebeldía de sus conciudadanos, todos fueron puntales no desaprovechados. Después de todo, el General genocida Albano Harguindeguy expresaba que:"Lo económico, social y político están íntimamente entrelazados y recíprocamente vinculados, de manera que forman un todo indivisible que se llama Política con mayúscula" (mayo de 1978).
No desarrollaré el tema de los empresarios porque solo me bastará con que se recuerden a los Capitanes de la Industria y el apoyo recibido junto con el mote, o mencionar a las grandes familias como los Macri, los Blaquier, Bulgheroni; poderosos empresas como Acindar (Martinez de Hoz fue su presidente), Mercedes Benz, Molinos Río de la Plata, Ledesma, Techint (Roberto Rocca), Pérez Companc, Soldati y Astra, por mencionar emblemáticas. Como contraparte, muchos militares pasaron a integrar el directorio de grandes empresas, encariñándose a punto tal con algunas de ellas, que se las apropiaron.

Tampoco tomare el tema de los líderes religiosos porque bastará recordar el papel de la Diócesis de Lomas de Zamora, por entrar en lo regional. Seminaristas, pastores, sacerdotes asesinados como el caso del cura Hugo Ibañez (Ezeiza), muerto cuando se disponía a revelar lo acontecido en la Unidad 19 y en la 3 en los años de plomo y capucha, y falleció en un torpe accidente cuando salió a escalar de noche en Bariloche cuando ya habían dejado el poder nominal las cúpulas militares.
Si me referiré a aquellos que, teniendo la edad suficiente para comprender su momento, no se enteraron de nada de lo que pasaba. Por ejemplo, ninguno de los trabajadores del aeropuerto sabía de las celdas en los pasillos subterráneos (decorados con esvásticas), tampoco de cómo eran trasladados los que temeraria o inocentemente pretendían salir por Ezeiza y eran chupados, trasladados en la noche en las camionetas verdes hacía la entrada de la Escuela Hogar Evita, pasaban la guardia y los edificios para tomar un camino interno hacia el CC La 205. Los gritos que proferían los que allí eran trasladados eran escuchados en los pabellones y refieren los ex alumnos que creían que eran fantasmas; los celadores no se enteraron nunca de eso.
Las paredes hablaban de la Triple A y de quienes la encabezaban, los vecinos sabían que había desaparecido un pibe o una familia toda, a muchos les vino bien aquello de que “algo habrán hecho”; lo sabían. La sociedad sabía, no toda. No lo ignoraban la franja de catorce a mil años, por poner una franja etaria. Los chicos eran advertidos de que cosa no se podía hacer, los adolescentes sabían qué no se podía, los jóvenes adultos eran tan víctimas probables como cualquiera que osare reclamar o manifestar su descontento. Mi familia tenía terror cada vez que yo no regresaba al horario de rutina; mis vecinos, mis clientes, mis amigos, decían que “esta brava la cosa”. El miedo se manifestaba en el interior de las familias, y con razón. Pero la sociedad, sí sabía, solo que las paredes oían.
Juan Corradi ("El método de destrucción. El terror en la Argentina"), escribió sobre el “proceso de terror” que originó una “cultura del miedo” combinando sanciones físicas con discursos amedrentadores que implantaron la idea de un “poder escondido” que determinaba la culpabilidad de manera imprevisible. Y ese poder escondido existía. Eran los “buchones”, activos colaboradores motivados por incognitos profundos. Conocí a uno que laboraba en el aeropuerto. Lo comentó casi por descuido o quizás por pavonearse por el poder adquirido ya que era un pobre individuo. Su cuota de poder lo alcanzo denunciando a sus compañeros de trabajo y recibió a cambio el premio de participar en una cacería y recibir dos granadas para usarlas cuando se le diera la orden. Y este infeliz vecino de J. M. Ezeiza, que vivía pegado a nuestra escuela emblema, estaba feliz. No es mérito ni justo dar a conocer su apellido porque ya ha partido y siempre queda la duda si fanfarroneo a su manera, o eran desquiciadamente cierto sus cuentos.
La sociedad sabía, conocía muchos casos. No podían expresarse porque sus vidas y las de sus familiares queridos correrían un destino de muerte; hicieron bien en proteger y protegerse manifestando ignorancia.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva