miércoles, 22 de agosto de 2018

Ronald Richter y el Centro Atómico

Ronald Richter nació el 21 de febrero 1909 en Falkenau, ciudad austríaca en aquella época y que hoy es parte de la República Checa. Estudió física en la ciudad de Praga donde se graduó en 1935, y trabajo en Alemania, Inglaterra y Francia. Estando en Londres, después de la Segunda Guerra Mundial, conoció al diseñador de aviones de la Alemania nazi, Kurt Tank, quien posteriormente lo recomendó al presidente Juan Domingo Perón.
Fue un 24 de marzo de 1951 cuando el presidente Perón anunció que "el 16 de febrero de 1951, en la planta piloto de energía atómica en la isla Huemul de San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica" a cargo de Richter. Cuenta Mario Mariscotti (investigador), que cuatro días después en el Salón Blanco de la Casa Rosada, recibió la medalla de la lealtad peronista y el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. Descubierto que todo fue un timo, en 1952 tuvo que devolver medalla y título.
Compró un chalet en Monte Grande en 1954, y allí se retiró a vivir sin el poder y lustre que había conseguido con sus fracasados intentos y patéticos embustes, según lo pusiera en evidencia dos comisiones designadas al respecto. En 1955, tras el derrocamiento del presidente Juan D. Perón, volvió a ser detenido por orden del almirante Isaac Francisco Rojas. Los golpistas querían informarse acerca del proyecto y tras una serie de interrogatorios y careos, lo acusaron de malversación de fondos públicos. Le quitaron la ciudadanía argentina y fue puesto en prisión hasta que, finalmente, el juez Luis Botet lo absolvió.
Tuvo un Cadillac descapotable con los que paseaba por el pueblo, frecuentando un bar cercano a la estación, destacándose por su simpatía y verborragia con los parroquianos. No conocemos cuál fue su trabajo por aquellos años, pero si sabemos que vivió en Monte Grande como un jubilado más, en un chalet con frente de lajas, inconcluso, con persianas deterioradas y bajas y un líving austero, ubicado en la calle Almirante Brown y Berasain.
Madrugador, leía el Buenos Aires Herald y estudiaba sobre la fusión nuclear. Quien pudo entrevistarlo tras paciente pesquisa y el dato de un viejo cartero que le dijo en dónde vivía un alemán loco, afirmó que daba muestras de altibajos emocionales con asomo del perfil maniático, saltando de un impreciso castellano al inglés o alemán. Nada se sabía de él a nivel nacional, incluso era un desconocido para sus vecinos. El programa “Allá vamos” (canal 11), lo dio por muerto en septiembre de 1984.
El reportaje que le diera a Francisco N. Suárez, publicado en el primer número de "El Periodista de Buenos Aires" (15/09/1984), describe a un bohemio de 75 años, de rebelde cabello cano, amante de los gatos. Vivía con su esposa Ilse Aberdt (hablaba cinco idiomas), su gato y sus perros. La singularidad motivó la creación de la ópera Richter, de Esteban Buch y Mario Lorenzo, estrenada en 2003.
El alemán loco que condujo los primeros pasos en la CNEA, fue nuestro vecino cuando aún pertenecíamos al distrito de Esteban Echeverría. Ronald Richter falleció el 25 de septiembre de 1991.

Juan Carlos Ramirez Leiva

lunes, 20 de agosto de 2018

Ezeiza y el Comet IV


Los vecinos de Ezeiza sentían fascinación por los aviones, no se cansaban de verlos pasar por sobre sus cabezas. Bimotores y cuatrimotores, surcaban nuestro pedacito de cielo junto con pequeñas avionetas, todos ruidosos, todos identificables desde el interior de nuestras viviendas ya que no hacía falta salir para reconocer qué tipo de nave era. Nadie podría confundir el raro sonido de un helicóptero con el de un avión comercial.
Todas esas seguridades de vecino experto, entraron en tensión a partir de 1959. Fue el 2 de marzo de ese año, cuando llegó a nuestro país el primer Comet IV, nuestro primer gran avión “a chorro”.  Lo que más nos llamaba la atención era ver un avión ¡Sin hélices!
La compra la había autorizado el propio presidente Arturo Frondizi, ascendiendo el costo a 107 millones de pesos moneda nacional. Fue el primero de los siete que nuestra línea de bandera tuvo en su flota.
El Comet fue el primer avión comercial a reacción. Los británicos comenzaron a diseñarlo en 1946 y en julio de 1949, lo probaron en su primer vuelo. Tenía cuatro turbinas dentro de las alas, ventanas grandes y cabina presurizada. Algunos accidentes, llevaron a la fábrica De Havilland a rediseñar las versiones I, II y III de estas máquinas. La última versión fue el Comet IV y su vigencia  duró más de tres décadas. Medía unos 34 metros de largo, 35 metros de envergadura, 9 metros de alto, un techo de vuelo de 12.800 metros, una autonomía de 5.190 kilómetros y una capacidad de 67 pasajeros (24 en primera y 43 en clase turista). En nuestra América sureña, la primera en utilizarlos fue Aerolíneas Argentinas, empresa creada en 1950 con la fusión de cuatro líneas aéreas.
El 27 de Febrero de 1959, Aerolíneas Argentinas recibió en Hatfield el primer Comet IV. Para arribar a nuestro país desde Europa, el avión hizo escala en Dakar y luego en Recife. Dice la historia que la lista de tripulantes fue: Aníbal Ernesto Aguirre (comandante); James Stanley Llense (piloto); Hugo Ciglutti (técnico de vuelo); Carlos Busti (navegador); Salvador Iglesias (operador de radio); Tomás Bone (comisario de a bordo) y María Crespi y Alicia Corallo (auxiliares). Llegaron a Ezeiza el 2 de marzo, tras solo 16 horas de vuelo efectivo, muy de avanzada. Durante ese vuelo se trasladaron los diarios de Londres de ese día, lo que en su tiempo significó una novedad.
Días después, el 06 de marzo, en una ceremonia que presidida por el presidente, fue bendecido el avión LV-AHN, dándosele el nombre de “Las Tres Marías”. Con esta incorporación se dió inicio definitivamente la era del jet en la empresa, ya que el 5 de ese mes y el 4 de mayo siguiente, arribaron dos nuevas naves: LV-AHO (Lucero de la tarde), y el LV-AHP (Lucero del Alba).
La publicidad hacía hincapié en su condición de primera empresa en volarlos en toda la región de América latina. Cuentan que en apenas tres meses el tráfico hacia Europa y América Latina creció un 36% y hacia Estados Unidos, un 84%. En los dos años siguientes llegaron las otras cuatro: LV-AHR (Arco Iris); LV-AHS (Alborada); LV-AHU (Centaurus) y LV-AIB (Presidente Kennedy).
El diario Clarín del 31de marzo de 1970, informaba que el Comet IV LV-AHN "Tres Marías", realizó el primer vuelo de un jet comercial a la localidad de Posadas, cumpliendo un vuelo experimental. El mismo demandó tan sólo 1.14h. A partir de este momento se implementaron vuelos regulares jets, los días miércoles y sábados, a la capital de Misiones.
De aquellos siete Comet IV, tres terminaron mal: el LV-AHP se accidentó en Asunción en 1959 (murieron dos personas); el LV-AHO tuvo un aterrizaje brusco en un entrenamiento y se incendió (fue en 1960) y el LV-AHR se estrelló en un despegue en San Pablo, en 1961. Dicen que hubo un error del copiloto, quien operaba la aeronave. Fue la peor tragedia para Aerolíneas Argentinas: murieron 40 pasajeros y 12 tripulantes. Otras tres máquinas estuvieron en servicio hasta noviembre de 1971 y luego fueron vendidas. La séptima nave, la que había sido la primera en integrar la flota, fue la última en ser desafectada. Las Tres Marías salió del servicio en diciembre de 1971, con casi 30.000 horas de vuelo.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva


¡Secuestran un Comet!

En el atardecer del martes 24 de marzo de 1970, partió de Córdoba con destino a Jujuy el Comet IV LV-AHN. A bordo viajaban 61 pasajeros y siete tripulantes. Volando sobre Tucumán, el comandante Mario Garabagno informó que se dirigía a Chile con personas armadas a bordo. Una mujer joven, aparentemente embarazada, con una pistola calibre 32 y un hombre con un arma calibre 45 habían tomado el control de la máquina, obligando a los pasajeros y auxiliares a ubicarse en la parte posterior de la nave Mientras la mujer cuidaba la puerta que separaba las dos cabinas de pasajeros, el secuestrador controlaba el puesto de comando y sus tres integrantes de la tripulación de vuelo más una azafata. Se reabastecieron en Santiago, y desde allí volaron a Lima en donde descendieron catorce personas (niños y un enfermo cardíaco).
Los secuestradores ignoraban que el Comet necesitaba un grupo electrógeno particular para arrancar, que no tenían en Lima, por lo que se retrasaron nueve horas. Se negociaron en el interín, la liberación de varios pasajeros y en horas del
mediodía, el avión despegó con destino a La Habana. Cinco horas y media después, consiguen su objetivo tras surcar los 4.000 km. de distancia. En Cuba la tripulación descanso, mientras la meteorología obligó a postergar el regreso. Con la excepción de los secuestradores, a los que se les perdió la pista, todos fueron alojados en el hotel Habana Riviera, donde en la práctica estuvieron internados. Durante su estancia y para su entretenimiento, recibieron literatura política y el último día los llevaron recorrer la ciudad. El 28 de marzo, el Comet IV partió hacia Buenos Aires arribando el día 29, luego de su aventura no programada pero si de alto vuelo. 

Nota: Fuentes periodísticas varias

martes, 7 de agosto de 2018

Julián Sanchez Parra

-  ­Julian… Juliaann! No pude menos que volver y hacer girar mi cabeza, en busca del origen de aquel llamado… Quien así lo hacía, me alcanzó con un abrazo: “No sabes cuánto tiempo hace que te estoy buscando; pensaba, si no lo sabe Julián… quien va a saber”, me dijo. Así comenzaba una de las infinitas notas con las que nos deleitara nuestro decano locutor, periodista y vecino, Julián Sánchez Parra.
Conocedor de mil y una anécdotas pueblerinas, nos hacía sonreír ya como radioescuchas, festivaleros, o a través del periodismo escrito. Supo hacer el esfuerzo de publicar Relatos y Retratos, en formato fotocopias (esfuerzo que también hace Bini Peñuelas con El Morueco Terenciano). Gracias a su folletín -publicó unos 4O números-, conocemos más sobre nuestros vecinos, sus participaciones sociales e incluso, sus rostros ya que su archivo era tan inmenso como inmensa era su generosidad para compartirlo (siempre esperamos en la Biblioteca Alfonsina Storni, que sus familiares acerquen el material para su custodia y difusión).
Su familia se instaló en French y Libertad, al lado de la parroquia, en 1947. En una comunidad aún pequeña, demográficamente hablando, el joven Julián no tardó en ser conocido especialmente por su desempeño en el teatro y en las animaciones. Emprendedor, fue el primero en poner altoparlantes en un automóvil para publicidad en la vía pública.
Supo contarnos cuáles fueron sus primeras incursiones y éstas estuvieron relacionadas, como no podía serlo de otra manera, con el Club Ezeiza, para el cual anunciaba sus actividades a través de bocinas. Su ingreso a la “profesión” fue justamente en el club de sus amores, en dónde suplió al presentador de la orquesta de Enrique Rodríguez, cobrando $ 2O.- por ello; contaba con solo quince años. Luego vinieron sus trabajos en Radio Antártica, Mitre, Argentina, y Del Pueblo, por mencionar sus primeros trabajos, en tanto animaba carnavales y otros eventos.
No le disgustaba que lo reconociéramos como el primer locutor profesional en la región, pero nos hacía la salvedad de que Esteban Giantomasi ya hacía radio a fines de la década de 193O, aunque no hemos podido verificar si se había recibido de Locutor Nacional, como sí lo era Julián (carnet 2456).
En 197O se animó a publicar el periódico Notas y Noticias, y prácticamente arrancó con el famoso Montegrandazo. Tuvo la capacidad de hacer hablar al recién nominado intendente de facto, el Comodoro Arana, en su presentación social. Dos días después de que asumiera, Julián animaba la cena anual del Centro de Martilleros a la cual había concurrido Arana. Pese a su manifestación de que no iba a hablar al público, tras una cena copiosa tanto en comida como en bebida, Julián le acercó el micrófono y el nuevo jefe comunal dijo desconcertantes palabras: “Un saludo pa´ mi mama que me está escuchando… que prepare los tallarine…”. No pasó mucho tiempo antes que Monte grande se levantara en pleno contra su gestión, oposición en la que participaron dos vecinos nuestros, Puricelli y el “Nato” Norberto Rodríguez (un fustazo le provocó un corte cuando intentaba derribar de su caballo a un agresivo y grandote milico).
Comprometido social y políticamente, presentó en junio de 1988 un escrito ante el Fiscal Ricardo Molinas, para que se investigara al Alte. (R) Isaac F. Rojas por el secuestro y ocultamiento del cadáver de Evita.
Organizador de peñas, festivales y bailables, pensamos que se encuentre en donde se encuentre, seguro estará animando con su particular estilo de humor y caballerosidad.

Nota: Julián, nació en San Telmo, en un hogar de andaluces. De niño vivió diez años en el campo cuando su padre, don José, se hizo cargo de una estancia en la localidad bonaerense de Zenón Videla Dorna. Cuando las cosas no vinieron bien, retornaron a la ciudad,  a un inquilinato en el mismo barrio en que había llegado al mundo.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

lunes, 6 de agosto de 2018

Cañuelas y sus médicos

Atendiendo los sucesos últimos sobre medicina y protagonistas en la ciudad de Cañuelas, no es vano conocer a quiénes debemos recordar con respeto.
El primer profesional fue el Dr. Manuel Acuña, quien se estableció hacia 1857. Habría sido médico del ejército de Urquiza y en Cañuelas, ejerció su profesión y también la de farmacéutico, como era de uso común. Seguramente no fue el primer médico que atendió en la región pero sí fue el primero con título universitario, según registra el historiador Lucio García Ledesma. El Dr. Acuña falleció ejerciendo su profesión en 1899 y en su homenaje, una calle de la ciudad lleva su nombre. Desde el 28 de febrero de 1871 el Dr. Acuña ya no estuvo solo, en esa fecha fue nombrado medico municipal el Dr. en medicina y cirugía Joaquín Robles y Gómez, con una asignación mensual de 1500 pesos. El Dr. más prestigioso que en nuestra región actuara, fue el epidemiólogo y sanitarista José Penna, nacido el 7 de abril de 1855 en Bahía Blanca (dato discutido ya que algunos sostienen que nació en la ciudad de Buenos Aires el 5 de abril de ese año). Sus padres fueron Ana Ferrari y Juan Penna, militar italiano exiliado políticamente en nuestras tierras hacia 1850. Cursó secundaria en el Nacional de Buenos Aires y en 1873 ingresó a la Facultad de Medicina doctorándose seis años después. 
Se instaló en Cañuelas en una casa de la calle Buenos Aires (hoy Libertad) al 300. En 1881 fue nombrado miembro presidente del Consejo Escolar, y en 1882 fue presidente de la Sociedad Italiana. “En Cañuelas hizo sus primeras armas como médico rural, donde fue más filántropo que médico. Allí conoció las enfermedades al natural, su evolución y su tratamiento natural”, sostuvo García Ledesma. Entre abril y mayo de 1882 puso fin a su experiencia como médico rural, abandonando la ciudad afectado por la muerte de su esposa (fue reemplazado por el joven médico Felipe Basavilbaso). 
La ciudad de Buenos Aires lo nombró director de la Casa de Aislamiento, y llego a ser presidente de la Academia Nacional de Medicina. Durante las epidemias de cólera de 1886/1887, y la de 1894/1895, puso en práctica el aislamiento y dispuso la cremación de los fallecidos; también diagnosticó la aparición de fiebre amarilla en el barrio de Belgrano. Fue profesor de la Facultad de Medicina y en1906 fue designado director de la Asistencia Pública; durante su gestión se proyectaron los hospitales Alvarez y Piñero, y se escogieron los terrenos en los que se erigiría el Hospital Durand. En 1911, sucedió al doctor Carlos Malbrán en el Departamento Nacional de Higiene creando allí un servicio antivariólico, instaló el Instituto Bacteriológico y organizó la Oficina de Ingeniería Sanitaria.
Electo diputado nacional en 1910, consiguió que se aprobaran leyes de su autoría como la de Defensa contra la Lepra, Vacunación Antivariólica y la de Profilaxis del Paludismo. Su iniciativa legislativa “Ejercicio de la Medicina Odontológica y Veterinaria” fue convertida en ley recién en 1947. Además, confeccionó proyectos como el de higiene, desinfección y profilaxis de los ferrocarriles, provisión de material sanitario para las provincias y territorios nacionales, y el de establecimiento de estaciones de vacunación obligatoria en todo el país. 
Sus investigaciones dieron origen a libros de gran repercusión y sus estudios publicados en revistas especializadas. José Penna falleció el 29 de marzo de 1919 en la ciudad de Buenos Aires, cuando asistía a una paciente en su domicilio.  

Cañuelas, sus médicos y el supuesto planeta Ummo 

Entre 1973 y 1976 se estableció en Cañuelas una clínica donde se prometía curar enfermedades terminales, mediante la aplicación de tecnología extraterrestre procedente de Ummo, supuesto planeta popular en los años ´60. 
La “Planta de Investigación Científica Argentina Internacional de Neurología”, se instaló en 1973 en el km. 77 de la Ruta 3. El técnico en radio y televisión Carlos Eduardo Jerez, nacido en Baradero en 1939, dirigió la que fuera conocida como “Clínica de Cañuelas”, la que operaba en un edificio de 300 m2 equipada con equipos electrónicos de “rayos gamma” que rodeaban los tejidos enfermos mediante “campos de calor”. Las consolas poseían luces de colores que tenían sólo efecto decorativo, destinadas a impresionar a los desahuciados.
Para reforzar lo místico, construyó un platillo volador de aluminio bruñido con ventanas de acrílico azul, suspendido sobre tres patas y de casi 4 metros de altura, que emplazó frente a la clínica y era visible desde la ruta; en la base había un monolito con el símbolo del planeta Ummo. Los papeles que utilizaba Jerez llevaban el logotipo ummita y el escudo argentino, dando la impresión de que su trabajo tenía apoyo oficial.
Se decía continuador de un proyecto científico integral iniciado en Francia en 1901 por su abuelo Gaspar Asprella, que emigró a nuestro país en 1927. También decía que era la “conexión argentina” de los ummitas, que habrían llegado a la tierra en el siglo pasado camuflándose entre nosotros. Jerez no era médico pero contaba con la colaboración del Dr. Analberto Alcaraz, nacido en Asunción y radicado en Argentina en 1969, y del homeópata y radiestesista Eduardo Salatino, fallecido en 1996. El Dr. Alcaraz, quien tuvo un paso por la política (en 2011 fue candidato a intendente por la Coalición Cívica en el partido de San Martín), fue ubicado en su consultorio de Villa Luro. Consultado sobre qué tipos de tratamientos se realizaba en la Clínica de Cañuelas, dijo entender que se trataba de una terapia biofísica basada en campos escalares (onda Gamma de los rusos).
Jerez intentó vincularse brindando una conferencia en el Club Estudiantes a la que concurrió el intendente Carlos Durante. No dudó en afirmar que su staff provenía de Ganimedes (satélite de Júpiter) y que curaba mediante radiación traída de otros planetas. Casi todos advirtieron la farsa y los directivos del Círculo Médico (Somaiel Harón y Pedro Elorga) lo denunciaron ante la Federación Provincial por ejercicio ilegal de la medicina; en un reportaje concedido a la revista 7 Días, lo calificaron de “charlatán”.
Jerez dijo poseer una habilitación otorgada por el dictador Juan Carlos Onganía pero la planta fue clausurada entre abril y mayo de 1976, por el Ministerio de Bienestar Social. La Dictadura (a través de Ramón Camps, Jefe de Policía de Bs. Aires) lo detuvo liberándolo un mes después, tras prohibirle seguir con su actividad en el país y lo obligaron a cambiar de lugar de residencia. En el campo del kilómetro 77, habitado en los últimos años por Neófito Ibarra, sólo sobrevivió la edificación principal, pero no quedaron rastros del plato volador, desaparecido en los tiempos de la dictadura.

 Nota: entre las fuentes, tomamos material de El Ciudadano (periódico de Cañuelas), y del libro “Revelations: Alien Contact and Human Deception” (1991, Jaques Vallée).

 Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

jueves, 21 de junio de 2018

las fogatas de San Juan y San Pedro


Las fogatas en honor a los santos, es una vieja tradición que se repetía todos los junios en cada barrio de todos los pueblos y ciudades. Los solsticios (litha significa “quieto”) se repiten dos veces cada año y son los momentos en los que el Sol alcanza su menor o mayor altura aparente en el cielo. En los solsticios de invierno, los pueblos europeos preparaban grandes fuegos nocturnos para darle más fuerza al Sol y que calentara más. Inspirado en aquellos, el cristianismo incorporó a sus rituales algo de esas ceremonias y así surgieron las fogatas de San Juan (24 de junio) y la de San Pedro y San Pablo (29 de junio). Las fogatas llegaron a nosotros de la mano de la conquista española.
La Fiesta de San Juan, también llamada víspera de San Juan o noche de San Juan, es una festividad que se celebra el 23 de junio. En el rito de la fogata se incluye un “muñeco” (una figura humana), como símbolo del sufrimiento de mártires inocentes. En la ciudad de Buenos Aires fue importante hasta fines de la década de 1960, reavivándose los festejos cuando se recuperó la democracia en 1983. En el Chaco, todavía se camina sobre las brasas resultantes.
En el barrio El Vecinal, de la ciudad de J. M. Ezeiza, nos preparábamos para las fogatas juntando maderas, ramas de eucaliptus y hojarasca que sacábamos de la quinta de Don César. Cuanto más se acumulaba, mejor. La intención era que nuestra fogarata, fuera la más grande; incluso, íbamos a las gomerías para ver si nos daban una para quemar. En la punta del palo más alto, poníamos un muñeco hecho con ropas viejas y papeles, una especie de espantapájaros.
La fiesta empezaba, apenas anochecía, con el rezongo cariñoso del viejerío de la esquina elegida. En El Vecinal, lo hacíamos en la calle Florida casi esquina Mitre (hoy llamada Ituzaingo), frente a la caballeriza de Luquet. Rociábamos todo con kerosene y encendíamos el esperado fuego. Verla arder era algo fantástico y cuando el muñeco, envuelto en llamas, caía para consumirse definitivamente, todos gritábamos con alegría. En algunos lados, se aprovechaban las brasas para cocinar algunas papas; en todos, grandes y chicos saltábamos sobre la fogata. Se trataba de una gran fiesta popular.

Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 19 de junio de 2018

Ezeiza, 20 de junio de 1973


Mi infancia pasó en los sesenta con Piluso, gomeras, aviones, parroquia, club Ezeiza; épocas en que la cana te cortaba el pelo si lo tenias largo (el coffeaur de seccional te resolvía el problema); todo en el Gran Buenos Aires, todo en Ezeiza. Dentro de ese marco de vida había una palabra que no se pronunciaba en público, no aparecía en los diarios (los sensores lo llamaban el tirano prófugo). Para nosotros, por entonces, sonaba raro “Perón”; algunas paredes decían “Perón vuelve” y en otras solo la V y la P superpuestas. Recuerdo cuando se mató Julio Sosa, mucha gente se junto en el entierro y cantaban la marcha peronista, y mi madre decía “estos tarados no tienen otro lugar en donde gritar Perón, Perón...”. Pero no, no tenían, estaban prohibidos. Pero en la intimidad, todos reconocían que si se daba el regreso desde España, el país se salvaba; al menos en eso coincidían casi todos los sueños (salvando el de los gorilas, claro). Ya a principios de los setenta la tele (Aldo Camarotta), tomaba con sorna al general súper atlético con las “Noticias de Puerta de Hierro” sosteniendo que lo había visto el cucuruchero de la zona correr 20 Km. y preparar su regreso. En medio de todo esto transcurrían los Monto, ERP, FAR y otras que también decían Perón y Evita. No se referían por cierto al peronismo de mi papá, para quien estaba todo bien en lo que tocaba a Perón y a los sindicalistas. Tampoco coincidía mi padre con mi tío, el Gordo, el que era popular y comunista. Recuerdo el día del regreso del General, un hermoso día de otoño con sol. Con mi bicicleta fui como “todo el mundo a Ezeiza a esperar a Perón”. Durante la mañana de ese día le di pedal hasta el cruce del camino Jorge Newbery, por la calle entonces lateral al lugar donde los japoneses sembraban verduras y hoy está sembrados de presos. Desde el acceso a la Escuela Penitenciaria miré hacia la parrilla “Córdoba”, donde se avizoraba una columna compacta guiada por jóvenes con brazaletes rojos y negros. Recuerdo muchos carteles que decían “Montoneros La Plata”. Nunca vi tanta gente junta, ni tantos micros estacionados al costado de la Ruta 205. Volví rápido a casa pero mi papá y mi hermano ya se habían ido a esperar al General. También ya se había marchado mi tío Gordo, quien tras venir en bicicleta desde Lonchamps y llevarse una bolsa con mandarinas de nuestro árbol que le acercó mi madre, fue hacía el histórico encuentro.
“Que cagada, por unos hijos de putas que están matando gente no vamos a ver al General."
Entre los que se volvían estaba el tío Gordo, quien asustado me dijo: “Estaba esperando debajo de unos árboles y les convide mandarinas a unos muchachos de poncho, al rato me dijeron ‘tirate al piso’ y comenzaron a disparar”. Las mandarinas salvaron a mi tío; mi papá y mi hermano regresaron más tarde; muchos no volvieron a sus hogares.
Comentarios: En el Centro Atómico Ezeiza, allá por el ’75, contaban de cadáveres colgados de los árboles; que a “Miguelito”, un obrero del Centro Atómico Constituyentes, lo pisaron como cien personas en la corrida y lo dejaron tirado por que todos lo creían muerto, y quedó discapacitado motrízmente de por vida.

Miguel Ángel Ramírez

martes, 29 de mayo de 2018

Parturientas y recién nacidos (última nota)


Si bien el cordón umbilical se ha roto, no por ello se ha separado totalmente la madre de su hijo. Si tuvo una nena, la mamá podrá limpiarse sí, pero evitará el baño por treinta días, y por cuarenta si es varón porque los varoncitos son mucho más delicados. La mamá no debe lavarse el pelo por cuarenta días, porque podría enloquecer.
Al recién nacido a veces lo bañan, otras le limpian solo la cabeza y le echan en los ojos, una gotita de limón. Se lo entalca y sobre el ombligo, debe colocarse un trozo de tela blanca empapado en alcohol, que debe sujetarse con el ombliguero. En algunos lugares en lugar de talco, se usa yerba mate tostada que evitaría que el pequeño sufra de los intestinos o se empache.
Para prevenir la hernia, una vez caído el cordón, se sujeta una moneda de cobre envuelta en gasa sobre el ombligo. Si a la caída del cordón el ombligo no cicatrizara, lo mejor es espolvorearlo con sulfatiazol.
Los bebes maman cada vez que lloran hasta grandes, a veces hasta con dos o tres años y aun después ya que la leche materna sienta bien como digestivo. El bebé deberá ser fajado para que no se ponga panzón o chueco.
Debe evitarse que lo miren personas ajenas con anteojos o que tengan una mirada fuerte, para que no lo ojeen. Para evitar el mal de ojo, se le pondrá un cordoncito rojo, el que además le asegurará al bebe, éxito con el sexo opuesto cuando llegue a grande.
Es importante taparlo con una manta aún si hay una suave brizna para que “no le de aire”, y además, cubrirle las orejas y ponerle guantes porque sus manos siempre están frías. Si llora por la noche, debe hacérselo dormir con la cabeza del lado de los pies.

Por Juan Carlos Ramirez Leiva
(fuente: desordenados apuntes varios)

Aclarando: 
Lectoras atentas, me han comentado la importancia de notificar que estas tres notas, son recopilaciones de costumbres regionales. Aclarado esto, va todo mi cariño a nuestras queridas comadronas y curanderas.

Enlace a la primera nota                          Enlace a la segunda nota


El editor.

lunes, 21 de mayo de 2018

Sobre parturientas...(segunda nota)


Sobre el parto:
La futura madre andará levantada hasta el momento en que se rompe la bolsa de las aguas, ya que así el niño nacerá más ligero. Al rasgarse las membranas, la mujer se acuesta o sienta, para que el niño no se caiga. El parto sentado es el más frecuente y en ese sentido si no existe un sillón bajito o banquito, se debe sentar sobre una calavera de caballo, ya que se tiene en cuenta la facilidad para parir que tienen las yeguas.
El dolor es admitido como inevitable porque Dios así lo habría dispuesto; apenas si puede tratarse de paliarlo prodigando un trato cariñoso a la parturienta y satisfaciendo sus deseos. Ubicada en su asiento, la mujer se prepara para pujar apoyando las rodillas en el suelo y tomándose las piernas mientras, detrás de ella alguien la sostiene por la cintura. Si la bolsa de aguas no se ha roto, un poco de sal fina caliente en el dedo o un grano de sal gruesa basta para que, con un simple toque, se rasguen las membranas. Debe tratar de evitarse que el líquido amiótico llegue a los ojos de la partera, pues podría cegarla. El tacto se practica con las manos muy limpias y mojadas en aceite comestible. Este tiene la función de lubricar la zona por donde saldrá el niño.
El cordón umbilical se corta de inmediato, la comadrona ata un hilo a unos tres centímetros de distancia del niño, sobre el cordón. En el otro extremo de éste se ata una cinta que se sujeta a la pierna de la madre (la derecha si el recién nacido es varón, la izquierda si es mujer) para evitar que el cordón “vuelva adentro”. Es frecuente que la partera trabaje con su cigarro de hoja en los labios que, después del corte del cordón, usará para quemar su punta. Para lo mismo sirve una cuchara caliente, buscándose practicar la cauterización de la herida. Por cierto que la partera, para poder cortar el cordón no tiene que haber tenido relaciones ese día, ya que actuaría como un veneno sobre el niño y a ese motivo se deben muchas infecciones y trastornos.
Tras el nacimiento:
Se espera la expulsión de la placenta ayudando con masajes en el vientre o poniendo los dedos en la garganta de la madre, provocando arcadas para que la mujer contraiga los músculos abdominales y ayude a su expulsión. Para el mismo fin es bueno hacerle soplar en una botella. La placenta, un nacimiento más, debe ser enterrada debajo de la cama de la mamá.
Dos o tres días después, cicatrizados o saturados según los casos los posibles desgarros, la madre reinicia su vida normal. Llega el momento de amamantar, y hay cocimientos o infusiones que ayudan a tener mucha leche, así como el “peinarse” los pechos, pasando un peine desde la base hacia el pezón. El agua, el alcohol, el aceite y la grasa intervienen en el cuidado de estos últimos, que no deben agrietarse.

Por Juan Carlos Ramirez Leiva

sábado, 19 de mayo de 2018

Voluntades (Inst. Cultural T. Suárez)

No era práctico que los chicos debieran viajar hasta Cañuelas o Temperley para cursar sus estudios secundarios; ni siquiera Monte Grande quedaba cerca, pese a que la escuela estaba frente a la estación. No era que faltaran medios de transporte, el tren te llevaba directo y el Expreso Cañuelas también, pero no era justo.
La comunidad crecía, no había muchas cuadras asfaltadas –solo tres—e incluso, la luz no llegaba a todos lados, pero si había sobrada fe en el progreso. Los años iniciales de aquella década de 1960 eran de ruptura, de transformaciones, y aquella vecindad estaba acostumbrada, históricamente acostumbrada, a ser agentes de cambio. No trepidaron aquellas mujeres- madres, a contagiarle sus inquietudes al equipo directivo de la escuela primaria, y llamaron a reunión.
Eran los años en que los militares decían quienes debían gobernar en democracia y quienes no; pero también eran años en que los pueblos habían aprendido que los derechos adquiridos debían ser ejercidos. Y ejercieron su derecho a la educación de sus hijos. Fue así que se aunaron las voluntades de un pequeño grupo con claridad de ideas y vocación de servir a su comunidad. Si ni la provincia ni la nación levantaban una escuela, la sociedad lo haría... y lo hizo.
Se obtuvo la autorización para crear los dos primeros años, con sede en la Escuela Canale. El acto oficial se hizo en la Plaza Manuel Belgrano, con la concurrencia del pueblo, de las autoridades, y con la presencia incluso de los Granaderos a Caballo. Así nació el Cultural, en una comunidad acostumbrada a contar con docentes comprometidos con su pueblo, no era de extrañar que se comenzara a dar clases con docentes ad honoren; como todo proyecto social compartido, todos colaboraron. Con el paso del tiempo se autorizaron los cursos superiores y así, en 1967 se tuvo la primera promoción.
Pasaron casi 30 años antes de tomar posesión de unos terrenos donados para erigir una escuela en el loteo del Barrio San Antonio, en donde se levantaron ocho aulas, y el techado parabólico, que lo fue con lo producido con una rifa cuyos premios donara la Editorial Estrada.
Aquella sociedad de los sesenta en Tristán Suárez, nos da en el tiempo una lección de comunidad, de asumir responsabilidades desde el llano y desde lo empresarial, de trabajo compartido. Como la Escuela Canale carecía de cortinados, la otrora fábrica Amat donó una pieza de tela que las madres trabajaron y en 48 horas, se inauguró la secundaria con cortinas nuevas, y una no retenida emoción y justo orgullo.
No hubiese sido justo incluir algunos nombres en esta nota, porque sólo hubiera podido mencionar a los emergentes. La obra la realizó la comunidad, y la grandeza de los pueblos se refleja justamente cuando a las obras, como sostuviera Atahualpa Yupanqui, el pueblo las hace suyas. Así nació el Instituto Cultural Tristán Suárez, un cinco de mayo de 1963.

Juan Carlos Ramirez Leiva.

jueves, 17 de mayo de 2018

Sobre parturientas y recién nacidos (primera nota).

El sexo del por nacer:
Cuando la mujer está embarazada y escucha cantar al pájaro carpintero fuerte su bebe será varón y si es débil será mujer, incluso si antes canta cerca de la casa anuncia que pronto ocurrirá un embarazo. Si le salen manchas en la cara, será varón; si se pone hermosa, será mujer. Si se mueve al segundo mes, será varón; si lo hace a los cuatro, será mujer. La hinchazón de la madre, el vientre en punta de la embarazada o la ubicación del feto sobre el lado izquierdo, augura varoncito. Por el contrario, el vientre redondeado o el feto a la derecha, indican una futura nena. También hay que considerar si el trabajo de parto comienza tres días antes de la fecha calculada o durante la luna nueva o menguante, ya que el varón llega si el trabajo ocurre después de la fecha prevista o durante la luna llena creciente.
Precauciones:
Se debe evitar las tareas pesadas en los dos últimos meses de gestación. No se puede tejer crochet con dos agujas o coser a máquina, ni tampoco pasar por debajo de un alambrado. Esas precauciones evitarán que el cordón umbilical se enrede en el niño. En la dieta se trata de no comer hígado ni tripa de vaca, que hacen crecer la placenta, ni tampoco embutidos que producen igual efecto en el cordón umbilical. Otro tanto sucede si se come hígado sin desgarrar previamente sus membranas, además secan las aguas tal como sucede con la ingesta de pan seco o galleta. Debe considerarse que el exceso de vino produce hemorragias. Comer huevo hará que el niño nazca pegado a las membranas, mientras comer riñón provocará lunares. El hígado asegura hijos rubios, y la morcilla, negros.
Otras consideraciones:
Desde el vientre de su madre el niño ya pide cosas, los llamados antojos. El no satisfacerlos puede provocar la pérdida del niño o que éste nazca con la boca abierta o la representación de lo deseado. Es el niño también, el culpable de muchos trastornos de su madre, ya que si tiene mucho cabello, le producirá acidez. Ante pérdida de sangre, colocar la mano sobre el vientre de la embarazada y se procurar frenarla con oración. Si la hemorragia no se detiene, se debe llamar al médico. En el verano se aconseja no exagerar el baño, ya que debilita a la criatura.
Posición del feto:
Si éste “viene mal”, las sacudidas y las manos acomodan el útero. Si se presenta de nalgas, se pone a la embarazada con la cabeza hacia abajo mientras otra persona la sujeta por la cintura; se sacude el cuerpo de la mujer, para que el hijo se dé vuelta. Si el parto se demora hay que acelerarlo con una imagen de San Ramón, protector de la maternidad, sobre el vientre; también una vela invertida bajo la cama. El chico nacerá antes o al apagarse la vela (puede acompañarse con una imagen de la Virgen de Los Remedios).

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
(Nota elaborada en base a apuntes desordenados, válida para nuestra región y para toda la región pampeana)

sábado, 5 de mayo de 2018

Parteras

La Organización Mundial de la Salud considera a las parteras como expertas en embarazos, partos y pospartos; bajo el nombre de comadronas se las referencia en antiguos escritos hindúes, grecos romanos y en la Biblia. El término proviene del latín commater, compuesto por cum que significa "conjuntamente" y mater que significa "madre". Desde 1560, las comadronas parisienses tienen que pasar un examen oficial para obtener el título pero en general, no todas las mujeres que ejercían disponían de una formación. Han ayudado a las mujeres a parir desde el principio de la historia del mundo y por tal, también en Ezeiza. 
Hacia 1890 se instaló en Monte Grande la familia Petrazzini; don Siro puso en Vicente López y Planes Nro.147, un almacén de ramos generales que también fue casa de comidas y estafeta de correos. En él, el primo Omega practicaba curaciones mientras la señora de Petrazzini se ocupaba de realizar los precarios y primeros auxilios pero también, oficiaba de comadrona. No creemos que fuera la única en la región pero ayudó con su voluntad y conocimientos, a dar a luz a las mujeres de entonces. 
Mariana Arbel,nacida un 31 de marzo de 1886 en el partido de Almirante Brown, fue la primera obstetra diplomada que se radicó en Monte Grande, cerca de 1907, atendiendo en un consultorio de la calle Vicente López Nro.174. Su presencia fue cancelando las actividades de las comadronas y rápidamente pasó a convertirse en una referente en la ciudad. Prestó sus servicios hasta en la zona de Tristán Suárez y fue quien estuvo presente en los primeros grupos de profesionales de la salud que atendieron en la Sala de Primeros Auxilios San José de Monte Grande, adonde acudían los enfermos del hoy Distrito Ezeiza.
De acuerdo al Dr. Manuel Ricardo Rebagliati, la primera partera de Canning fue la señora Teresa Izquierdo. Doña Alcira Ojeda, en grabaciones que registrara la Lic. Patricia Faure, contaba que había nacido en la misma habitación en donde era reporteada, gracias a los servicios de Izquierdo. Disfrutando de la lectura de Las Vacas vuelan, encontramos que la señora Amalia Albina De Maio nació en 1934 en su casa, el afamado vivero La Delicia, asistida su mamá por la señora Teresa. 
No le iba en zaga en la consideración local la comadrona aficionada María Lanatua de Harguindeguy, según recordaba Roque Adolfo Saracino. Nélida Inés Garayar contó en el mencionado libro, que María fue la que la hizo nacer y a todos sus hermanos, que eran 10: Salvador (1913); Higinia Lucía (1914); Raúl Antonio (1915); Abel Martín (1916); Nélida Inés (1918); Mario Oscar (1920); Elba Lilia (1922); Esther Ana (1923); Haydeé Margarita (1925) y Héctor (1928). Nélida nació en donde hoy se levanta la cárcel de mujeres. Sus dos hijas también nacieron en su casa, con la ayuda de una partera. Recientemente, contaba el Dr. Ruben Barabani que su abuelo llegó a Ezeiza hace 100 años, y que él nació acá, en la casa de su abuela, y que sus tías hicieron de comadronas. 
Eran tiempos en que las madres parían en sus casas con la ayuda de la vecina idónea o de parteras diplomadas; a veces intervenía la enfermera doña Amanda Wolf, y el Dr. Rebagliatti desde 1935. Las parturientas tomaban caldo de gallina y convivían, la penicilina de la farmacia del idóneo Vidal con los yuyos curativos de Pargoletto, y los consejos de las inefables curanderas.
La ONU declaró el cinco de mayo como el Día Internacional de la Partera, iniciativa de la Confederación Internacional de Comadronas, organización establecida en 1919. ¡Feliz día y muchas gracias! Queridas parteras. 

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva