miércoles, 29 de diciembre de 2021

Indultos menemistas

El 30 de diciembre de 1990, tras el alzamiento carapintada, Menem firmó decretos que indultaban a los ex miembros de las Juntas de Comandantes condenados en el Juicio de 1985: Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Viola, y Armando Lambruschini. También indultó al ex ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz procesado por participación en secuestro y torturas contra Federico y Miguel Ernesto Guthein; la impunidad alcanzó al genocida Guillermo Suárez Mason.
Los decretos complementaban los que firmara en octubre de 1989, a tres meses de su asunción, en donde indultaba a los golpistas responsables de secuestros, desapariciones, y apropiación de niños y bienes. Continuaba la claudicación que Raúl Alfonsín, como presidente jaqueado por los poderes reales, había promulgado con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida (1986 y 1987). Benefició a carapintadas pero también a los ex miembros de la Junta militar condenados por sus responsabilidades políticas y crímenes militares en la Guerra de Malvinas: teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, almirante Jorge Isaac Anaya y brigadier general Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo. Sabiendo de la resistencia que enfrentaría por buscar un olvido sin justicia, intentó compensar con los indultos de los líderes de organizaciones armadas, juzgados y condenados durante la presidencia de Alfonsín, reflotando la “teoría de los dos demonios”.
Cuando en el 2003 asumió la presidencia Néstor Kirchner no obvió las demandas y anuló las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, tras lo cual algunos jueces declararon inconstitucionales los indultos referidos y reabrieron los casos tres años antes que la Cámara de Casación Penal (máximo tribunal). Recién en agosto de 2010, la Corte Suprema de Justicia ratificó las sentencias dictando la inconstitucional de los indultos basándose en la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad.
La nulidad de las leyes de impunidad, más la orden de Néstor Kirchner de descolgar los retratos de Jorge Rafael Videla y Benito Bignone de la galería del Colegio Militar, buscó “recomponer la imagen del Ejército”, resaltando que las nuevas generaciones militares estaban comprometidas con la democracia.
Al asumir la presidencia Mauricio Macri, eligió entre el personal político a ex militares y funcionarios que reivindican el terrorismo de Estado, alegando el fin del “curro de los derechos humanos”. El PRO se opuso la conformación de la comisión bicameral para investigar los delitos de los empresarios durante la dictadura. No está mal resaltar que ningún gobierno abrió los archivos de la dictadura en poder del Estado y de la Iglesia.






En el orden local, los funcionarios bonaerenses pertinentes no aceptaron las indicaciones de en dónde buscar los calabozos transitorios en el aeropuerto de Ezeiza, ni indagar en cómo eran trasladados hasta la “205” a través de la Escuela Hogar Evita ni mucho menos, investigar la complicidad de los funcionarios nombrados en la municipalidad de Esteban Echeverría, que tenían acceso directo a la comisaría lindera señalada mucho tiempo después como Centro de Detención Clandestina, igual que la cartelería sobre “La 205”.

 Juan Carlos Ramirez Leiva

viernes, 3 de diciembre de 2021

Dr. M. Rebagliati: ¡Gracias!

Era la mañana apropiada para tan esperado día. Las chicas habían trabajado mucho: empanadas, pastelitos y tartas acompañaban en las canastas a las frutas y equipos de mate. Los preparativos para los picnic primaverales se disfrutaban tanto, como el picnic mismo. La partida, como siempre, fue poco puntual. La bullanguera bañadera, quizás conducida por Don Zanelli, se desplazaba por el desparejo camino. La calle Garibaldi (hoy P. Pravaz), se encontraba flanqueada por paraísos que comenzaban a pintar de verde un paisaje que tras pocas cuadras, enriqueció por su policromía. Las vacas no dejaban de acompañarlos con su mirada. Imposible ignorar el paso de un vehículo no tirado por mansos pero fuertes caballos, como los que diariamente por el mismo camino, transportaban los tarros de leche a la estación. Acamparon a las orillas del río Matanza o de Los Remedios, como se lo supo llamar por encontrarse en esas tierras la estancia de igual nombre, la que cobijo la primera capilla en la región (1758). No muy lejos de allí, aguas arriba, algunos jóvenes de T. Suárez se reunían también para disfrutar de un chapuzón. El tranquilo cauce estaba bordeado por sauces, bajo cuya protección se extendían los manteles cual improvisadas mesas. Al trinar de los pájaros y de las exclamaciones variadas de las chicas, se les sumo el griterío alentador para los equipos que se disponían a enfrentarse en un picado. Al joven médico Manuel Rebagliati, le gustaban estos desafíos. El doctor recordaba con placer aquel 30 de agosto de 1935, cuando había colocado la chapa que anunciaba la apertura del consultorio. Ser el primer médico de Ezeiza tenía sus ventajas y contratiempos: Abría caminos en donde sólo había huellas, se trasladaba en sulky o a pié, por sendas ora polvorientas, ora inexistentes o pantanosas. Sólo estrenaba su pavimento, la Ruta Nacional Nº 205. No había luz eléctrica, Ezeiza no era como la Capital Federal, adonde fuera a vivir a los seis años desde su Bandfield natal, lugar en que naciera un 1º de Enero de 1909. Atender a sus pacientes en las noches de tormenta, exigía un buen par de botas pero además, un amor inconmensurable al prójimo. Son épocas donde no siempre puede cobrar la consulta pero siendo el distrito zona de tamberos y chacareros, más de una vez tuvo como obsequio productos de la tierra o animales. Como aquel pavo que alguna vez le obsequiaran y que se extravió justo para las fiestas, cuando ya estaba gordito. Mucho tiempo después, los vecinos se acostumbraran a verlo conducir su mítico Valiant modelo 1962.


De aquellos jóvenes tiempos de la década de 1930, data una foto donde se puede apreciar que su destino era ser "pelado". Le gustaba jugar al fútbol y siempre se entreveraba en picados pero más le gustaba su profesión. Le gustaban los amigos que aquí había hecho y por supuesto, le gustaban las mujeres del Partido. Mientras posaba, seguro que estaba pensando en que este era su lugar, en que se quedaría a vivir en el distrito, por toda su vida. Y cumplió 

Juan Carlos Ramirez Leiva