miércoles, 29 de mayo de 2024

Vecinos cautivos. Primer vecino bautizado en Ezeiza, cautivo de los indios

Durante el S XVIII, la pretendida línea de frontera se movía constantemente por los procesos de expansión y recuperación de colonizadores y originarios. Entre 1737 y 1785, “no existía una sola familia entre los habitantes de las zonas rurales fronterizas que no hubiera sido afectados por los malones” (Operé, F.; “ Historias de la frontera: el cautiverio en la América Hispánica”; México; 2001; pág. 102).
El 24/09/1783, Francisco de Viedma le escribe al Virrey Vértiz, contándole que un supuesto cautivo llamado Luís González le solicitó quedarse en el fuerte como peón, lo que fue aceptado. Sin embargo, el hecho de que no quizo usar ropa “como los demás cristianos”, creo la sospecha de que era un espía. Un presidiario informo que la madre era Gregoria de Lara y que tenía un hermano mayor llamado Dionisio.
Viedma decide enviarlo preso y del interrogatorio que se le realizara en la Real Cárcel de Buenos Aires (12/1783), declaró que “se llama Juan Luís Badiola, que nació y fue bautizado en la “Capilla de los Remedios”. Es interesante que se le atribuyo una edad aproximada de 25 años, lo que coincide con la creación de la Estancia de Los Remedios, que data de 1758. Los Remedios fue fundada por el bisabuelo materno del General Manuel Belgrano, Don Juan Guillermo González y Aragón (o Alagón), quien tras adquirir la propiedad que funcionaba desde una de las Mercedes Reales de 1588, levanto la Capilla que la distinguió y que es el primer establecimiento de culto en nuestra región. En lo que fuera la extensión de la estancia, hoy se encuentra el aeropuerto Ministro Pistarini, las unidades carcelarias, el Centro Atómico Ezeiza, los bosques y las piletas populares entre otros íconos ezeicences. Los restos del casco de la estancia y de la capilla que le diera su nombre, se encuentra bajo la guarda del Círculo de Suboficiales de la Fuerza Aérea.

La declaración sigue con que “su padre se llama Antonio Badiola, su madre Juana, y que ignora el apellido; que tiene dos hermanas llamados la una Lorenza y la otra Pascuala”, no sabe el nombre de sus maridos ni los conoce (Declaración del cautivo Juan Luís Badiola, diciembre de 1783, en Sumaria hecha al cautivo Luis Badiola…; AGN, Argentina, IX-32-3-4, Expediente 2).
Continuando con su declaración y aclarado algunos puntos, dice que “su madre se caso dos veces. La primera con Antonio Magallanes”, concluyendo “que su legítimo apellido no lo sabe” pero su madre se llamaba Juana.
El interrogado citó a Juana Aragón el 29/12/1783, quien dijo ser viuda, india y criolla, que su padre, D. José Medina, con “estancia al lado de lo de Campana, junto al Paso chico, la caso con Antonio Badiola con quien tuvo 5 hijos. Al enviudar se caso con Domingo Alarcón y tuvo 2 hijos, luego volvió a enviudar.
Juan Luís Badiola quizás no fue el primer bautizado en la Capilla de Los Remedios, pero si es seguro que fue nuestro primer vecino bautizado cautivo de los indios.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
Junta Estudios Históricos Distrito Ezeiza

Sara Facio, el peronismo y Ezeiza

   Sara Facio (92 años), es una de nuestras fotógrafas emblemáticas. Bonaerense, socia fundadora del Consejo Argentino de Fotografía, es quien mejor ha retratado el peronismo setentista.
  El día del ansiado regreso de Juan Domingo Perón al país, el 20 de junio de 1973, entre los dos millones de personas que esperábamos el reencuentro de un Perón Mito con quiénes lo recordaban y lucharon por su vuelta, junto a los que éramos muy chicos cuando fue la Revolución Fusiladora e incluso, quienes solo conocían de su grandeza a traves de relatos, fuimos sorprendidos con una emboscada.
  Cuenta Sara, que había llegado a Ezeiza en un Fiat, al que logicamente tuvo que dejar en un descampado porque los accesos estaban cortados por el desplazamiento inorgánico de cientos de miles de personas que felices por el por venir, no sospechaban la tragedia que el mismo peronismo iba a desatar a través de la incipiente Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
Los que llegábamos desde el sur, iniciámos la caminata desde la "barrera del aeropuerto" (ruta 205 y acceso a la autopista Ricchieri), todos felices, cantando, celebrando. Mi papá, estaba tan pleno de alegría como nuestros vecinos, todos los éramos.
  Contaba mi tío, que repartió las mandarinas que había llevado desde mi  casa, entre jóvenes en sillas de ruedas, que estaban por detrás del palco montado sobre el puente El Trebol. Con mi padre, estábamos de frente al palco, cuando los asesinatos comenzaron.
  Alrededor de las 14.30 hs, Leonardo Favio daba inicio al acto cuando todo comenzó. Cuenta Sara que : “No tenía idea de quiénes se estaban tiroteando, ni por qué... nada. Lo único que atinamos fue a ponernos cuerpo a tierra, como el resto de los colegas, esperando que el tiroteo terminara. Pero no terminaba nunca...". Por las fotos que tomara del palco, supongo que estábamos muy cerca de ella, tratando de superar el desconcierto de pasar de una fiesta colectiva a intentar refugiarnos de la balacera en dónde no había refugio alguno. Alguien comenzó a cantar nuestro Himno Nacional como invocando un fin superior.
  Pude identificar los áboles desde donde nos tiroteaban, en la Escuela Hogar. En realidad, las balas pasaban por sobre nuestras cabezas e iban dirigidas hacia el espacio que ocupaban los montoneros. Años después, en ocación de la inauguración del Museo de la Escuela Hogar, pudimos apreciar las marcas en donde estuvo ubicado el depósito de armas y municiones, e insistir que allí, apenas a unos metros, esta el CDC (Centro de Detención Clandestina) que nadie quería reconocer, La 205, el terrorifico lugar que los alumnos residentes denunciaban como lugar embrujado porque a la noche escuchaban quejidos desgarradores desde su alojamiento. Cabe recordar que al CDC La 205 se llegaba por el ingreso principal de la Escuela Hogar.
  Mi tío, vivió el momento increible en que los que estaban detras suyo en sillas de ruedas, vivieran el milagro de poder incorporarse, sacar a relucir armas largas que habían ocultado bajo sus ponchos, y le advirtieran: "tirate al suelo viejito y no levantes la cabeza por nada", mientras comenzaban a tirar a sus objetivos.
  Sara había coqueteado con las ideas socialistas en su juventud y, consideraba que el peronismo era un movimiento fascista. Sin embargo, la atrapo el amor incondicional de la militancia, lo que la llevó a registrar todas las manifestaciones desde el regreso del lider, hasta su muerte.
  Sara afirmaba que: "¡Todos sacamos esa foto! Si estábamos todos los fotógrafos frente al palco. No hay “una” famosa foto del tipo éste, sino un montón. Si se fija un poco va a notar que en una levanta la itaka con las dos manos, en otra la tiene en la mano derecha... De hecho, yo misma tengo dos fotos distintas así.” Se refería a Pedro Menta, ex oficial de Gendarmería, quien junto con sindicalistas, ex militares y ex policias, integraban la patota del coronel Jorge Osinde, los que se robaron la fiesta.
  El palco desde donde debería haber hablado Perón, quedo inmortalizado con un energúmeno empuñando una itaka, prefigurando que el Tercer Peronismo llegaba para contener el ascenso obrero abierto con el Cordobazo. Se valdrían tanto de la violencia estatal como de la paraestatal, y desaparecido Perón, el genocidio encabezado por Videla no tardo en aniquilar las luchas sociales por una justa redistribución del ingreso.
  La extraordinaria obra de Sara Facio, consistió en retratar el incondicional amor de la Militancia Peronista, más allá de lo que pretendió su lider.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
Junta Estudios Históricos Distrito Ezeiza