El martes desde las 19 se llevó a cabo una jornada de memoria y compromiso con nuestra historia para honrar a nuestros héroes locales. Por iniciativa del docente Sergio “Tuni” Aguilar, autor del libro “Gesta de Malvinas. 40 años”, y con la conducción de las autoridades educativas del distrito, se llevó adelante la vigilia en el anfiteatro de las Naciones, detrás del edificio municipal.
► Luis Ferraro: “Estuve destinado en el General Belgrano, allí fui panadero. Como hacía 10 meses que estaba en el crucero y habíamos navegado muchas veces, pude salvarme ya que conocía el barco. Cuando regresé a casa me bajaron en Siglo Veinte y me subí a un colectivo pero el chofer me quiso cobrar el boleto y yo no tenía un peso. Justo antes de bajar un amigo, Luís, me reconoce y me pago el boleto. Una cosa de locos, son las miserias de la guerra”.
► Héctor Césari: “Fui destinado a los aviones Hércules C-130 y realice varios viajes al continente, volando a alturas normales. Todo fue muy lindo hasta el primero de mayo, cuando llegó el primer bombardeo y destruyeron la pista de aterrizaje, la que se tuvo que volver a construir. En el Hércules, yo hacía el radar pero casi no podíamos prender la radio (para que no nos ubicaran). Salíamos de madrugada desde Puerto Deseado y volábamos a cuatro o cinco metros sobre el mar cuando no estaba muy picado; las olas pegaban en la panza del avión. Volábamos casi “ciegos”, apenas un pantallazo en el radar; recién encendíamos la radio minutos antes de aterrizar en Puerto Argentino y ya sobre la pista los encargados tiraban los bultos que transportábamos. Lo que más me impacto fue cuando regresábamos con tantos chicos jóvenes mutilados, heridos, chicos que estaban haciendo el servicio militar, oficiales y suboficiales, personal civil. Salíamos de la isla y hasta que llegábamos al continente íbamos rezando. Cuando finalizó la guerra regresamos por la puerta de servicio. Yo llegue como a las tres o cuatro de la mañana a mi casa desde El palomar, que ni sabía en dónde quedaba; y pagándome mi propio pasaje, vestido de verde y mochila al hombro. Vivía en Ezeiza, a cinco cuadras de la estación, cuando entre a casa mi nene se despertó y lloró”.
► Esposa e hijos de un veterano de Malvinas: “Mi esposo, Fernando Alturria, es un veterano de guerra. Era cabo del ejército cuando le toco ir desde Mercedes (Corrientes); con 17 años tuvo siete hombres a cargo y fue uno de los primeros en caer prisionero. Son héroes contemporáneos que no fueron reconocidos cuando termino la guerra, los trajeron escondidos a Campo de Mayo y se les prohibió que hablaran de Malvinas; por años fueron ignorados. Las secuelas de Malvinas provocó, por ejemplo, muchos casos de divorcio. Por años en casa no se escuchaba música en inglés, ni se consumía nada británico. Nosotros tenemos cinco hijos, y ellos también son héroes. Les ha tocado a los hijos de los veteranos, encontrar al papá llorando en algún rincón, debajo de lamesa, debajo de la cama. Secan sus lágrimas, se bancan al papá, al que llora como un niño, el que a veces incluso hasta puede ser agresivo. Los hijos también son héroes. Los veteranos no siempre pueden hablar de lo que les pasó en las islas, pasó mucho tiempo antes de que en una charla que estaban dando, me enterase que él fue elegido por los ingleses para integrar el grupo que recogió los restos de los caídos en combate, los restos de sus compañeros”.
Publicado en La Palabra de Ezeiza, jueves 3 de abril 2025