Los amigos de la cuadra éramos una banda. Estaban los
Oliveto (los cuatro), los tres Sarasino (las dos chicas y Roque), los chicos de
Tissone (las dos nenas y los dos varones), y mi hermano Marcelo. Por French, las
chicas de Dieguez, los chicos de Fuentes que estaban en la otra cuadra, y los cuatro
Ferrari. Jugábamos en el fondo de casa.
En la esquina de
Dean Funes y Echeverría, estaba la farmacia de Cayuela; después vino el Bazar, el
que sus dueños eran parientes de Clarita Steiman. Estaba el pibe de Ferrato,
que hoy tiene 80 años y se acuerda de la inauguración del aeropuerto Pistarini en
donde yo estuve porque le pidieron permiso a mi papá para llevarme, porque iban
a distribuir juguetes. Se hizo un asado inmenso para toda la gente que había
trabajado en la construcción. Había cualquier cantidad de santiagueños que
habían venido a plantar los árboles.
Un día vino un
circo al campo de Goñi (hoy sigue siendo un campito cercado, frente a la
estación, entre Balcarce, Pte. Illía, e Ituzaingo). Los circos hacían pequeñas obras
de teatro. Mi mamá no quiso ir pero, fuimos mi papá y yo, que tendría entre tres o seis años, era chiquita,
bien chiquita. Cruzamos desde mi casa en French hasta el campito. No había
nada, la plaza Belgrano no existía.
Comienza la
obra y yo me empiezo a aburrir porque no entendía nada. Empiezo: “papá quiero
pis”, mi papá me agarra y salimos del circo en el preciso instante en que, en
el escenario el actor principal dice: “se va Vega”, tras lo cual, estalló una
carcajada generalizada en todo el circo. Cuando termina la obra el actor, un
hombre mayor que hacia teatro por radio, pregunto “qué pasó”. Y lo que había
pasado era que Raúl Vega, mi papá, salía justo en ese momento para que la nena
hiciera pis afuera de la carpa.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

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