sábado, 2 de noviembre de 2024

Alberto López, foguista y maquinista del Ferrocarril Gral. Belgrano

   Nació un 3 de julio de 1937, oriundo de Villars, partido de General las Heras. Proviene de familia ferroviaria y según cuenta, su padre estuvo en la estación Mercedes trabajando como guarda, e ingreso en 1920 en la Compañía General de la Provincia de Buenos Aires, por ese entonces de capitales franceses.

Alberto López, Talleres Villars, 1958c.
 Trabajo en Villars desde 1955 y desde ahí, lo fueron trasladando por varias estaciones (Tapiales 1959,   Villars 1960, Valentín Alsina1 969), hasta que 1990 le ofrecieron el retiro voluntario. Con en el tiempo  adquirió distintos conocimientos ferroviarios:
  1º Aspirante foguista. Se trataba de trabajar en el depósito ayudando a los mecánicos (limpiar y reparar piezas). Estuvo cuatro años con esta categoría.
 2º Foguista. El hombre de la pala, el objetivo era tirar carbón a la caldera y mantener el fuego justo. Era necesaria pasar varios años para ser llamado a estudiar y así subir de rango.
 3º En 1963  rindió examen de maquinista y paso a ser maquinista interino pero, continuo como foguista hasta que se generó la vacante en 1979, quedando definitivamente en ese puesto. 

Tanque de agua de Canning, 1960c.
  En el 1990 acepto el retiro voluntario, y  hoy vive junto a su esposa en el barrio de Almagro.Subsiste como jubilado y lo alterna con la peluquería donde trabaja junto a un amigo. Le preguntamos sí conocía Ezeiza, y comenzamos a indagar sobre cuestiones de historia regional:
  ¿Qué recuerda de Ezeiza y  de la estación Canning?
  Era todo desierto, veíamos el aeropuerto cuando pasábamos, era todo descampado. Frente a la estación había una laguna. Hugo Domene, nos prestaba algunas cosas para cocinar y cazar ranas, él era el jefe de la estación. Parece que la familia vivía en sala de espera porque teníamos que ir a dormir al tanque o en algún vagón. Como no pasaban trenes de pasajeros ellos ocupaban ese lugar. Las jornadas eran largas, pasábamos  hasta 12hs en Canning y continuábamos a la Plata. Cargábamos agua y dejábamos algún vagón con hacienda o nada, simplemente descansábamos. Era entre los años 1957 y 1960, aproximadamente.
 
1965c

Después en  el '80 pasábamos de largo con combustible de La Plata, a los depósitos de Tapiales.
También estaba el “Gorila” (Alonso González) ¡Un tipazo! Nos quedábamos a dormir con él en el tanque;  tenía todo ordenadito, sacaba unos banquitos y nos hacía poner cómodos.  Ponía sobrenombres a todos, a mí me decía “Maroma” ¡No sé porque!  En Canning era muy común ver linyeras, pasó por ahí uno que él lo bautizo “Garganta de fierro” porque tenía un problema en la tráquea que no le permitía hablar. Algunos de estos personajes que vagaban por estas estaciones eran artesanos, eran muy inteligentes, decían y se rumoreaba que algunos habían estado encerrados. Hacían trabajos con tenedores de alpaca como anillos y otras cosas. Lo respetaban mucho. Gori, era muy solidario, sencillo y con él  querías estar…Nosotros hacíamos el recorrido de Villars a la Plata, lo acercamos en el tren hasta la Plata y me ayudaba a palear para mantener la caldera de la locomotora. Antes de llegar saltaba, porque su familia vivía por ahí. Él me pegaba el grito  y decía: “Maroma te la deje con 12 kilos y saltaba”…


 Nota: Eduardo González nos facilitó fotografías de su padre (fallecido en 1982, para acompañar esta nota. Eduardo e Isabel  González son vecinos de Canning. Su padre, junto a su madre, atendían por la década del '70 un almacén de ramos generales cercano a la estación. La función que cumplía era la de cargar agua a las locomotoras, proveer de carbón y asistir al jefe de estación Hugo Domene o posteriormente, a Benito García.  Doña Rosa mantendrá el comercio hasta después del 2004 aproximadamente.  Como a Alonso González, su padre, no le gustaba que lo llamaran por su nombre, los ferroviarios lo apodaron “Gorila” por su contextura física, y su hijo Eduardo heredo la de “El Mono”.  Para los vecinos, será Don Pedro.

Por Elio Salmón.

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